Capítulo Cinco.

11.4K 836 84
                                    

—Vaya, estamos todos —se burló Declan mientras yo tragaba lentamente saliva sin saber que decir en ese momento tan clave. Creo que tampoco había mucho que explicar, Marcus sabía que si iba a ser mi prometido por lo menos habíamos tenido relaciones. O eso creía yo.

En ese momento su rostro se congeló y no pude ver ninguna expresión como me hubiera gustado, simplemente se mostró neutral como si nada. Me preocupó al instante porque no sabía si me odiaba o simplemente eran ideas tontas mías. Esperaba que solo fueran ideas mías. No podía odiarme, ¿no?

—Tenemos que enterrar a papá, Declan, vamos levántate —dijo y se marchó de la habitación dejando a todos odiando cada segundo que había sucedido en esa situación. Dirigí mi mirada a Suni que me observó de un modo extraño, como si estuviera enfadada o algo por el estilo, no quise hacerme la cabeza por sentimientos ajenos a los míos, pero un poco me dolió ver que estaba ofendida.

—Traje tu maleta, Elizabeth, la dejaste en la iglesia —me avisó y recordé que la noche anterior había pasado por ese momento de desesperación sin ropa. Suspiré y me alejé de mi prometido falso para acercarme a mi maleta.

—¿No vendrás?

—Creo que es un momento familiar al que no pertenezco —confesé porque además me sentía totalmente incómoda al estar en una situación así. Declan asintió varias veces y encaré para marcharme de esa habitación del demonio.

Declan me llamó de un momento al otro y me giré para observarlo, esperando escuchar lo que tenía que decirme. Suni avanzó hacia el armario del rubio y comenzó a sacar un traje negro, que imaginé que estaba planeado para ese momento. Nunca me había sentido más incómoda en mi vida con una situación totalmente ajena a las mías.

—No pasó nada entre nosotros. Quise besarte, te enojaste y me dijiste que estabas enamorada de mi hermano. Luego lloraste sin parar como la típica borracha triste y te quedaste dormida. Fue imposible moverte así que directamente me rendí y te cubrí con las mantas —me explicó dejándome tranquila finalmente. Respiré aliviada al comprender que en realidad nada había sucedido y solo había sido parte de mis ideas locas.

Por lo menos podía quedarme tranquila que no había metido la pata hasta el fondo tanto como yo creía. Seguía siendo mi prometido falso, pero por lo menos no había conocido partes que por el momento no me interesaba tener en mis recuerdos.



Al salir bajé por las escaleras hacia donde creía que era la salida y me detuve en seco cuando noté que estaba Marcus ahí. Estaba con los brazos cruzados y casi sospechaba que estaba esperando por mí. No dije una palabra hasta que estuvimos frente.

—¿Cuándo pensabas decírmelo? No me creo que no lo conocieras...

Fruncí el ceño al comprender que estaba hablando de su hermano y me estaba pidiendo explicaciones por lo que había sucedido y el compromiso que él creía que era real. Por un momento quise decirle la verdad, pero todavía no sabía muy bien que era lo que iba a hacer. No tenía sentido decirle esas cosas cuando él también iba a casarse y no tenía derecho de nada.

—¿Por qué tendría que habértelo dicho? Habíamos terminado y estás por casarte con otra persona. Yo no pedí explicaciones en ningún momento... ¿estás pidiendo eso ahora? —quise saber y lo enfrenté siendo una de las primeras veces que hacía eso, pero sin importarme nada. No era la Lizzie que antes se dejaba pisotear y tratar como cualquier quisiera, muy lejos había quedado esa chica insegura. Tal vez seguía siendo algo distraída y despistada, pero jamás volvería a ser la chica que no confiaba en sus palabras.

—Creo que necesitamos hablar sobre todo esto que está sucediendo, Elizabeth. No me estás entendiendo... y estás hablándome a la defensiva.

—No tengo nada que hablar contigo, Marcus. Los dos finalizamos nuestra relación de una manera limpia y hemos hablado por redes sociales. ¿Qué esperabas? ¿Que fuera tuya eternamente? —quise saber y él abrió la boca ante eso, pero la volvió a cerrar como si hubiera comprendido que tontas eran sus palabras. A veces era mejor callar lo que no tenía sentido.

—Por favor.

Su pedido me hizo perder por completo toda la muralla que había construido a mi alrededor para que Marcus no me hiciera daño. Me estaba dando una invitación a conversar y si bien no sabía que podía significar: acepté.

La chica del jefe [Editorial Scott #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora