Capítulo Treinta y Cuatro

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Nunca había experimentado tener el corazón roto y dolido. Mil veces lo había leído en las novelas, pero jamás lo había vivido y tampoco creía posible. En ese momento, todo me dolía. Desde el cuerpo hasta la cabeza, me dolía el alma. Nunca había creído que se podía ser feliz tan rápido y al mismo tiempo sufrir por la misma persona. Había soñado por años que podía ser feliz con la persona que amaba y me había abrazado a esa idea que no podía entender cómo todo se había arruinado. Me había despertado con un anillo de compromiso y caminaba sola por la calle sin él.

—¡Espera, Lizzie!

Escuché una voz, que claramente no era de Marcus, y me giré para observar a Suni acercándose a mí casi corriendo. Se notaba que me había estado persiguiendo, pero yo había estado tan distraída que no me había dado cuenta de que ella me seguía tan de cerca. La observé sin saber que era lo que estaba buscando.

—¿Qué necesitas, Suni? No estoy de humor...

—Lo sé... pero te iba a invitar a mi casa a dormir —me dijo y yo la observé unos segundos sin saber si esa era la mejor opción esa noche. Estaba viviendo con Marcus desde hacía un tiempo y no sabía en donde pasar la noche si nuestra relación iba a terminar, pero tampoco quería irme de ese departamento que había aprendido a considerar como mío—. No sé que ha pasado contigo y Marcus... pero creo que necesitas una noche de chicas. Podemos comer algo rico, ver una película y hacernos mucho skin care.

En su voz sonaba tan entusiasmada que la sensación me invadió un poco, aunque de un modo diferente. Necesitaba un día lejos de todo lo que había pasado teniendo una buena amiga como estaba siendo Suni para mí.

Acepté y caminamos hacia su departamento, que según ella no quedaba lejos del lugar en el que estábamos caminando. No hablamos mucho y me dio pánico que toda la noche mantuvimos ese silencio asesino, porque no era lo que estaba necesitando en ese momento. Sin embargo, cuando llegamos a su casa fue totalmente diferente.

A veces me olvidaba que Suni era rica y cuanto dinero su familia tenía, por lo que su departamento era el sueño de cualquier persona. No era pequeño, pero tampoco tan grande como el de Marcus. Pero era precioso. Parecía que estaba en un lugar ambientado con cosas bonitas, animé y mucha influencia del rosas, Sakura cards captor y Sailor Moon. Todo lo que yo amaba en un solo lugar.

Me quité los zapatos porque me lo pidió y me dio unas pantuflas en forma de conejo que me encantaron. Suni me iba contando cosas personales sobre como había llegado a Estados Unidos, como echaba de menos Corea y cuanto tiempo le había costado establecerse. Un pequeño consejo blanco vino a saludarme y yo jugué con él un largo rato porque se me hizo adorable.

—Me alegro de que te lleves bien con él —admitió Suni mientras se quitaba los accesorios que tenía alrededor de su cabello, que ese día contaban de pequeñas estrellas que la hacían adorable como siempre—. A Declan lo odia y le ha comido toda la ropa.

Nos reímos un poco y yo acaricié detrás de las orejas sorprendidas por lo bonito y suavecito que era. Suni me contó que lo había adoptado hacía unos meses y le gustaba mucho todo ese tipo de animales que no eran comunes en las casas. En Corea tenía una tortuga y un erizo.

Comimos algo con arroz que no conocía y Suni estuvo un largo rato buscando tenedor para que yo no hiciera desastre con sus palillos. Me dio mucho amor escucharla contarme como a Declan se le complicaba mucho, pero había aprendido con el tiempo y ya era todo un experto. De hecho, le pedía cocinar con ella todo tipo de comida oriental y mucha no era de Corea. Me gustaba escuchar sobre su relación porque poco sabía, aunque había un leve toque de nostalgia en sus palabras en pasado. Se notaba que su relación con Declan hacía tiempo estaba fría.

—Quería hablarte de algo... si me permites —me dijo Suni con seguridad mientras comíamos y yo la observé con preocupación, temiendo que tuviéramos que hablar sobre mi novela. Por la mirada de Suni me di cuenta de que hacía ahí íbamos—. Leí el manuscrito hace algunos días porque Marcus me dijo que quería editarlo conmigo... te agradezco mucho que me des la oportunidad. Para mí es muy importante... sería el primer libro que edite.

La angustia me inundó cuando me di cuenta de que iba a ser imposible editar un libro que Marcus no quería que saliera. Le conté a Suni que había pasado con ese libro y lentamente su sonrisa se fue desvaneciendo hasta perderse por completo. Comprendió que no había futuro para esa novela.

—Marcus tenía razón... le tendría que haber contado que estaba usando su vida para crear una novela y entiendo que esté enfadado por eso —confesé sin poder evitarlo, porque había algo cierto: le había fallado. No esperaba que él se ofendiera de ese modo tan cerrado, pero había algo de culpa en mis acciones que estaba dispuesta a pedir disculpas una y otra vez.

—Sí... pero no estoy hablando de la novela que has creado estos días... sino de la novela que le habías dado a la editorial.

Me quedé sorprendida al comprender que estaba hablando de aquella historia que tanto daño me había hecho. La había creado en mi peor momento y tenía lo peor de mí, las angustias y las desilusiones que me habían hecho perder el rumbo de mi vida. No había nada bello ahí, no había nada esperanzador como la historia que quería contar de Marcus. Solo había una chica perdida y a nadie le importaba leer eso.

—No es una linda novela... la escribí angustiada pensando en la vida que pude tener con Marcus —le conté y ella asintió, emocionada mientras me observaba como si hubiera en mi algo especial que yo parecía no recordar—. No quiero contar una historia en donde hay un protagonista perdido que no encuentra su lugar en el mundo...

—Con más razón, Lizzie. ¿Sabes lo feliz que fui cuando leí tu primera novela? Si bien nunca tuve problemas con mi cuerpo en Corea hay un estandarte de belleza que hay que seguir y yo no lo cumplía. Soy demasiado baja, demasiado chillona, demasiado charlatana. Eso no les gusta a los hombres y mi padre siempre me ha regañado... pero tu novela me hizo amar el mundo americano. Me di cuenta de que podía ser yo, la Suni que no quería dejar de hablar con su tono de voz chillón y su felicidad por cada rincón del mundo. Yo solo iba a ser una pasante de la empresa socia de mi padre y me iría a Corea de vuelta a seguir mis estudios, seguramente a encontrar marido y vivir la vida perfecta que me prepararon. Pero cuando te leí, cuando esa novela llegó a mi vida... todo cambió.

Había escuchado en mi tiempo como escritora muchas personas hablar bien de mi novela, pero ninguna con tanto amor como Suni. Me hacía sentir especial en un mundo de personas totalmente iguales. Suni me hacía sentir que había marcado la vida de las personas de un modo que yo no podía entender.

—Te confundiste con la nueva novela, pero no importa. No hay escritores perfectos que tienen buenas ideas todo el tiempo. No te condenes por haber escrito algo, Lizzie. Hay escritores que no logran escribir con miedo al fracaso y terminan muriendo con historias que podrían haber cambiado el mundo de alguien. Esta historia que dejaste en un cajón puede ser la historia favorita de alguien.

Sus palabras me llegaron y no pude evitar sentirme emocionada por las palabras tan llenas de sentimiento que me estaba diciendo Suni. Entendía que por eso me había pedido quedarme a dormir en su casa, para contarme eso en un ambiente íntimo de amigas. Estaba contenta de haberla conocido y que fuera parte de mi vida. Me había enseñado cosas que otras personas no podrían haberme enseñado de ningún modo.

—Vamos a tomar esa novela y a reescribir lo que no te guste, no voy a dejarte sola. Vamos a escribir una novela para las personas que están perdidas y necesitan reencontrarse. Personas como yo cuando leí tu novela, personas como tú cuando llegaste a la ciudad y personas como Marcus que no encuentran el camino. Vamos a escribir la novela favorita de alguien.

La chica del jefe [Editorial Scott #2]Where stories live. Discover now