3• Travesuras

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(1996)

—Soltera, casada, viuda, divorciada. Monja, gitana , española, americana. Con un pobre, con un rico...

—¡Ah! ¡Alena se casará con un rico! —gritó Micaela cuando Alena tropezó con la cuerda. Las dos rieron mientras otra niña pasaba al centro. Dos chicas comenzaron a cantar la canción y girar la cuerda.

El recreo llegaba a su fin y las niñas ya se habían puesto al día respecto a sus vacaciones del receso.

Micaela había pasado los días en un hotel con piscina y Silvia había ido a conocer a su pequeño sobrino al otro estado. Alena no había hecho mucho, más que pasar con sus padres y su abuela el tiempo que pudo.

—Mica, Silvi, mamá dice que este sábado pueden ir a casa a dormir —dijo Alena con entusiasmo.

—Solo si prometes cancelar tu hora del té —negoció la más alta, Micaela.

Las amigas de Alena no entendían la fascinación de ésta por celebrar una fiesta del té cada día. Los padres de Micaela habían cursado su divorcio hacía un par de meses y la chica había pasado más tiempo en la casa de Alena y Silvia que en la suya propia, pero cuando estaba en casa de Alena había participado en un par de horas del té y no le parecían demasiado divertidas. Silvia, en cambio, nunca había vivido la experiencia de primera mano pero no creía que fuera algo muy interesante.

—Ustedes se lo pierden —dijo Alena con una sonrisa mientras se encogía de hombros. 

—Micaela, le gustas a Tomás —dijo un chico al pasar, riendo mientras iba al salón.

—¡Te voy a matar, Travis! Es mentira, Mica —comentó otro, Tomás, corriendo tras su amigo con las mejillas demasiado rojas.

Las tres chicas se miraron riendo.

—No entiendo a los chicos, dan demasiadas vueltas y son muy tontos —comentó Silvia mientras seguían al grupo rumbo al salón.

—Exacto, si una chica te gusta, se lo dices y listo, ¿no? Eso haría yo —dijo Alena muy convencida de sus palabras.

—Entonces, ¿por qué no vas y le dices a Astrud lo lindo que te parece? —la retó Micaela alzando las cejas.

—Porque... pues, no me interesa que lo sepa, además a él le gustas tú —dijo Alena.

—¿Yo? —cuestionó esperanzada Mica.

Alena asintió. En realidad a ella le parecía que Astrud la miraba demasiado, a ella, no a Micaela. Pero había oído a Micaela comentar lo lindo que estaba él luego del verano, así que no se lo diría.

A Alena no le interesaban los chicos en realidad, eran muy desagradables por lo general, pero Astrud era bastante amable y misterioso. Era adoptado y provenía de Noruega, tenía un acento adorable y todas sus compañeras estaban tras él. Aunque en realidad a ninguna le interesaba el chico, solo era curiosidad por ser el chico nuevo, a pesar de que hace tres años estaba en la escuela, y que Tadeo, por ejemplo, había entrado ese año, pero Tadeo casi no tenía amigos porque no era Noruego.

Astrud tampoco era especialmente popular entre los chicos, pero al menos tenía su grupo de amigos varones; y luego estaba Alena.

—Tú eres su amiga, ¿de verdad crees que le gusto? —preguntó insistiendo Mica.

Las chicas se sentaron y Alena se encogió de hombros.

—Siempre te mira —contestó señalándolo con los ojos. Astrud miraba en su dirección.

Micaela miró con disimulo y río junto a Silvia.

No es que Alena tuviera algún problema en decirle a alguien lo que creía o pensaba, pero Astrud era su amigo, y decirle a un amigo del sexo opuesto lo lindo que te parecía no le resultaba una idea muy inteligente si quería que continuaran siendo amigos.

Alena//COMPLETA HASTA 10/05 // DISPONIBLE EN FISICOWhere stories live. Discover now