23• Verdades crueles

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PRIMERO que nada quiero pedir perdón por un problema con los tiempos de la novela, porque hace unos capítulos Alena comentaba que su cumpleaños era en "esa semana" y después pasó como un mes, prometo arreglarlo, pero les pido disculpas, se me pasó mientras actualizaba salteado. Sigamos con el capítulo

***

Nicolas tenía la mirada fija en la ventana de su habitación mientras la música sonaba a un volumen bajo. Era casi medianoche pero no quería despertar a su madre.

Estaba triste, triste y asustado.

La nota apareció pegada en su bicicleta esa tarde, solo tenía una palabra: MARICÓN.

Pensaba en como la información se podía haber filtrado, pero no le importaba, ya gente desagradable se había enterado y eso lo asustaba. Lo asustaban los juicios de valor que la gente armaría respecto a él y su familia, las miradas reprobantes y las risas poco discretas.

Maricón.

Era ahora una persona juzgada por la sociedad por el simple hecho de preferir a los hombres; de encontrarlos atractivos, seductores e interesantes. Por preferir una barba a un par de tetas. ¿En que les afectaba a ellos lo que hiciera con su vida?

Sabía lo que se venía sobre él y eso lo asustaba.

***

Julia iba a tener "esa conversación" con Tadeo.

Había preparado la cena favorita de su niño y lo había ayudado con los deberes, ahora comían un par de dulces mientras miraban un poco de televisión. Julia estaba demasiado nerviosa, hasta el punto de mordisquear sus uñas. 

No podía posponerlo más, así que apagó la televisión y miró a Tadeo.

—¿Es hora de dormir, Juls? —preguntó el niño.

—Aún no, cielo, pero quería hablar un par de cosas contigo. Quiero saber como te sientes.

Tadeo frunció un poco las cejas, no sabía por que su hermana se preocupaba por él ahora.

—Estoy muy bien, gracias por preguntar. ¿Tú estás bien? —dijo un poco preocupado.

—Sí, sí. Estoy perfecta. ¿Extrañas a mamá? —preguntó sin rodeos. No quería alarmar al niño, pero necesitaba saber sus sentimientos.

—No lo sé. Mamá estaba mal cuando nos fuimos y tu me cuidas muy bien, Juls. Yo te quiero mucho —dijo el niño.

—Tadeo, eres mi niño grande, ¿no es así? ¿Puedo hablar contigo de cosas de grandes? —preguntó con cautela.

—Juls, ¿me dirás que eres mi mamá? —preguntó el niño con calma.

Julia quedó perpleja al oír sus palabras. ¿Cómo lo sabía? No sabía como seguir la conversación luego de eso.

—Yo... pues...

—Tranquila, lo sé desde que nos fuimos de casa, oí a mamá... o a la abuela decírtelo. La verdad me gusta mucho que seas tú mi mamá.

Julia se puso a llorar de forma descontrolada. Su niño era tan fuerte. Había guardado esas palabras esperando el momento en que ella se atreviera a contarlo. Con el rostro entre las manos se permitió llorar hasta calmar su dolor. Tadeo se levantó del piso y se sentó en el sillón al lado de Julia para poder abrazarla con fuerza.

—Te quiero mucho, Juls. Eres la mejor mamá-hermana del mundo —dijo él. Julia lo abrazó con fuerza, segura de que mientras ambos estuvieran juntos nada la podría derrotar.

—Eres el niño más perfecto que hay sobre la tierra, mi amor.

*** 

Octavio iba en un taxi que le saldría una millonada de dinero, pero le había parecido la forma más fácil de llegar lo más rápido posible a su destino.

Era muy entrada la noche cuando llegó al portal de la casa de sus padres y llamó a la puerta. Un hombre hosco, de altura considerable le abrió aún con la ropa de trabajo puesta.

—El hijo pródigo vuelve al nido —fue la sarcástica forma en que saludó a su hijo.

—Papá, lamento la hora, pero no estaría aquí si no fuera algo urgente. ¿Podemos hablar en privado sin que mamá sepa que vine? —pidió el muchacho con urgencia.

Su padre estaba consternado por la presencia de su hijo, pero asintió y cerró la puerta. Minutos después salió a la calle con un abrigo y con las llaves de su camioneta. Le hizo señas a Octavio y ambos emprendieron camino al granero que quedaba a algunos minutos de distancia en auto.

El trayecto fue silencioso, la verdad es que Octavio estaba un poco sorprendido de sí mismo y arrepentido de haber tomado la decisión de ver a su padre, pero algo en sí mismo le decía que era la última esperanza de su vacío ser. Algo le decía que su padre sabía algo respecto a él.

El granero en realidad no era un granero, tenía ciertas maquinarias que su padre usaba para trabajar durante el día y varios de los artefactos que fabricaba.

—Habla —dijo el mayor sin dar vueltas. 

El señor Morales no se caracterizaba por ser el tipo de hombre que posponía lo inevitable. Con su mirada penetrante tenía un aspecto que imponía respeto y tal vez un poco de miedo.

Octavio tragó saliva y reunió todo el valor de cobarde que tenía en su ser.

—Papá, ¿qué es lo que me pasa? ¿Por qué siento esto? Sabes a lo que me refiero, intentaste corregirlo toda mi vida —comenzó sin fuerzas.

Su padre lo miró en silencio, un silencio penetrante, esperando a que continúe.

—¿Qué está mal en mí? ¿Que veías? No soy como todos, soy diferente, pero diferente quiere decir malo en mi caso y sé que lo sabes. Dime. Ayúdame con esto porque no lo entiendo y quiero hacerlo.

La voz del joven se notaba tensa, a punto de romperse, como él mismo que estaba a punto de romperse.

—No lo sé. Estuve mucho tiempo intentando saberlo, pero no lo sé. Hablé con un par de personas cuando eras un niño, pero las cosas que me decían... me asustaba, hijo. Tú me asustabas —dijo el hombre con toda la sinceridad que pudo, agotado de la vida. Suspiró con fuerza y continuó: — Psicopatía, sociopatía, conducta antisocial. No sé hijo, me han dicho muchas cosas cuando he hablado de ti. Pero pareciste mejorar, cuando te fuiste, dispuesto a armar tu vida, sentí que un peso se me iba del corazón, pero ahora te veo aquí y...

—Estoy loco, ¿no? Esto no hará más que empeorar, ¿verdad? ¿Eso me quieres decir? —preguntó Octavio casi sin fuerzas. Veía la verdad en el rostro arrugado de su padre, pero necesitaba oírlo.

—Puedes luchar contra esto, hijo. Lo has estado haciendo inconscientemente por mucho tiempo. Lucha contra eso...

Pero Octavio ya no lo oía. Solo quería correr lejos de allí. Quería alejarse de su vida y de su propia piel.

Y eso hizo: correr.

******

OMG no saben lo emocionada que estooooy. La historia esta entrando en un momento que ayayayayayyyyyy. Fue un capítulo de verdades dolorosas pero necesarias para que todo siga fluyendo.

Espero recuperar un buen ritmo de actualización :O 

Pueden leer la primer parte de la trilogía, Olivia, en @VanessaRomanuk, mi cuenta secundaria.

Pueden leer Tristán, la segunda parte, en esta cuenta y eso...

Alena//COMPLETA HASTA 10/05 // DISPONIBLE EN FISICOWhere stories live. Discover now