6- La mentira en la verdad

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Nicolás caminaba con prisa hacia la comisaría, era mediodía y la madre del oficial Stretcht acababa de decirle que el hombre estaba en la estación.

La mochila le rebotaba sobre los omóplatos y un poco se clavaban los libros en la parte baja de su espalda: había salido directo de la escuela a la casa de la señora Stretcht. Su madre, que al parecer intercambiaba plantas con la mujer, le había pasado la dirección y él estaba decidido a hablar con Robert.

No estaba seguro de lo que había visto, eso estaba claro, pero sabía que la mínima información podía ayudar. Tenía un poco de miedo de todas formas. Miedo a ser sometido a interrogatorios y miedo a que lo que había visto sea verdad y de que la persona que había visto ese día supiera que era él quien lo había delatado.

Sostuvo las correas de su mochila, ya estaba a un par de calles de la comisaría, pensando en que debía ser lo más sincero posible con Robert y explicarle la razón de su silencio hasta el momento.

Nicolás caminaba con prisa, pero alguien lo alcanzó y tiró de su mochila hacia atrás, haciéndolo caer sobre su trasero de la sorpresa.

-¿Qué carajo...? -comenzó a hablar. ¿Lo querían robar? Él no tenía nada de valor consigo.

-Cállate, pedazo de rata -dijo una voz masculina.

Nicolás alzó la mirada y vio que, inclinándose sobre él, a sus espalda, estaban dos de los chicos de su anterior banda de amigos. Le costó distinguirlos pues el sol lo encandilaba y le hacía entrecerrar los ojos.
-¿Qué quieren? -preguntó un poco asustado.

-Sabemos lo que estás haciendo, maricón. ¿Te parece bien querer delatarnos? ¿No valoras nada tu vida?

-¿Delatarlos? ¿De qué hablan? -preguntó un poco confundido.

-No te hagas el idiota, sabemos que eras tú entre los arbustos el otro día, espiando como una rata. Nos viste y lo primero que haces es querer delatarnos con tu amigo el policía. Apuesto a que te gustaría que te rompiera el culo, princesita.

Nicolás recordó lo que habí visto la otra noche, esta banda robando y golpeando... no se la había ocurrido decirle a nadie al respecto de tan preocupado que estaba por el otro tema que tenía con Robert. Las palabras de los chicos no pudieron herirlo, nada que dijeran de él seres como esos podía siquiera importarle.

-No entienden, no vengo por eso...

-Ni hables, ni hables te digo y ni intentes negarnos nada, sabemos que andabas preguntando por el policía ese -dijo el otro chico, Gustav, a Nicolás inclinándose amenazadoramente sobre él.

-Escucha, es fácil de entender. Te vamos a tener vigilado, rata. Si te llegas a acercar a un policía, no solo te voy romper el culo a ti, sino que también a tu querida mamá, ¿oiste? -lo amenazó el otro. Nicolás no lo conocía, pero se notaba que estaba cuidando el puesto de líder mientras Armyn estaba en la cárcel.
Nicolás no pudo evitar estremecerse. Los jóvenes delincuentes lo miraron mientras se ponía de pie, se aferró a las correas de la mochila buscando la seguridad de su familiaridad.

El miedo lo estaba invadiendo, no podía permitir que su madre corriera peligro.

-No... no me acercaré a ningún oficial de policía, lo juro. No se acerquen a mi madre ni a mi y no los molestaré.

-Tu sola existencia me molesta, idiota -dijo escupiendo su camiseta el chico que no conocía. Parecía un poco mayor que él y llevaba el cabello rapado.

-Ya estás advertido, confiamos en que no hagas ninguna estupidez -agregó Gustav mientras le tocaba el brazo al otro. Con una última mirada de advertencia se alejaron.

Alena//COMPLETA HASTA 10/05 // DISPONIBLE EN FISICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora