La Ojiazul

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POV VALENTINA.

Si se pudiera descifrar las palabras a traves de las miradas, muchas preguntas ya habrían sido respondidas.

Pensé terminando de servir dos vasos de Whisky. Uno para Juliana y otro para mi. Ella no era muy amante del trago, pero sabía perfectamente que lo estaría necesitando justo ahora. Caminé de nuevo hacia la alberca, donde ya estaría esperándome para nadar un rato.

Se veía tan linda y tierna de espaldas. Sin contar que su trasero lucia bastante bien desde este ángulo.

Caminé despacio hacia ella. Aún no había notado mi presencia a sus espaldas. Sonreí al pensarla. Mascullo por lo bajo un qué estoy haciendo y justo en ese momento la tomé por el brazo, haciendo que girara hacia mi.

—¿Qué estás haciendo de qué? — Le pregunté sonriendo. Ella abrió sus ojos sorprendida ante mi pregunta y bajó la mirada. Tomé su mano y la entrelace con la mía, para que se sintiera segura. Ella, por su parte, sólo se limitó a sonreirme.

Carraspeó dos veces antes de hablar.

—Estaba pensando en voz a alta.

Soltó mi mano y llevó sus uñas a su boca. Se veía tan adorable nerviosa.

—Es obvio. — dije sentandome en una de las sillas que estaba cerca de mi. Crucé mis piernas y la miré fijamente mientras tomaba un trago de Whisky. — Juls, ¿Puedo hacer algo más por ti?

Ella agarró su vaso de Whisky y le dio un sorbo. Arrugó la cara por el sabor. Su expresión era más que cómica.

Relamió sus labios, dos veces. La observé detenidamente. Se veía tan sexy haciendo aquello.

Pasó sus manos por su cabello y se encaminó a mí lado. Sentándose también. Giró hacía mi quedando frente a frente. Tan cerca que podía oír cómo su corazón se aceleraba. Su ritmo cardíaco era cada vez más elevado.

Me miró. Y sus expresiones eran poesías para mis ojos. Era la chica más hermosa de todo el lugar.

De todo el mundo.

A mi no me gustaban las mujeres, como suelen haber esas etiquetas. La verdad, nunca he sido fan de las etiquetas. Las odiaba. Digo, da igual si amas a un chico o a una chica, amor es amor. Y no importa el género siempre y cuando seas feliz. Mis amigos no eran gays, y nunca me había codeado de personas que fueran gays o lesbianas, pero eso no los hacía menos. Quizá es cuestión de cultura, ¿no?, las personas deberían centrarse más en que los hace feliz sin saber la dependencia de aquello.

—¿Qué más puedes hacer tú, por mí? — Preguntó Juliana mientras agarraba mi nariz en forma de cariño. — Ya has hecho mucho. Muchísimo — Recalcó. — Solo quería hacerte saber que justo ahora estoy, tan, tan nerviosa. — se ruborizó y bajó de nuevo esa mirada que tanto me gustaba. — No sabes lo nerviosa que me pones cada vez que me miras así.

Reí.

Era tan adorable. ¡Maldita sea!

—¿Esa es tu manera de decirme que tengo bonita mirada? — rei más — Tú sí que sabes hacer cumplidos, chiquita. — me burle de ella y fingió enfadarse dándome la espalda.

Me acerqué a ella y tire su cabello hacia un lado. Dejándome a la vista su hermosa piel. Me provocaba tanto. Quería posar mis labios en su piel, en su cuello. Me acerque más y pude sentir cómo se tensó ante mi cercanía.

–Sabes, Juls. Tú no sabes lo malditamente sexy que te ves con ese traje de baño puesto — susurre en su oído, muy cerca.

Sabía que eso le gustaba. La provocación era una de las tácticas favoritas de Juliana. A ella le gustaba jugar y a mi me gustaba seguirle el juego. Sabía que esta tensión sexual que había en nuestra burbuja justo ahora, le fascinaba. Lo sabía por cómo se retuerce. Por cómo suspira cuando me acerco. Por cómo se agita su respiración. Era una mujer de armas tomar. Y me gustaba. Me gustaba todo lo que provocaba en mí. Vaciló hacía mi, dejándome ver su media sonrisa. También le sonreí y ella se puso de pié, impidiendo algún otro tipo de contacto físico.

Prohíbida Tentación || °Juliantina||Where stories live. Discover now