Cambios verdaderos.

7K 330 34
                                    

Narrador Omnisciente.



CUATRO DÍAS DESPUÉS...


El regreso a la ciudad había sido bastante difícil después de haber pasado uno de los mejores días de sus vidas, viviendo el amor a plenitud y sin ningún tipo de restricción. Valentina había llegado a su casa nuevamente sin ningún reproche, y sin sentirse mal. Sabía que lo que había hecho le bastó para darse un respiro lejos de tantos problemas.

Cuando cruzaron la puerta de la casa Carvajal, Guillermo las estaba esperando con ambos brazos cruzados, mientras que las mujeres reían sin parar por algún chiste descabellado de Camila. Ellas, al darse cuenta de la incómoda situación se inmutaron y cesaron las risas y las miradas se hicieron cómplices. Una buena ronda de preguntas tuvieron que contestar antes de partir a su habitación para poder finalmente, salir victoriosas. Durante los días, en los desayunos, y hasta en las pocas cenas que compartían, Guillermo no despegó su mirada de Camila, dándose cuenta que la pequeña Allen había crecido con muy buenos atributos. Camila por su parte, sabía en la posición en la que se encontraba. El joven Carvajal, era el hermano de una de sus mejores amigas, y el hombre que más detestaba a Juliana Valdés. Ellas habían logrado entablar una armoniosa amistad y la relación se fortalecía cada vez. Las tres salían juntas, al cine, al teatro, a clubes, en diferentes circunstancias. Entre ellas se estaba formando un lazo bastante fornido y tanto Valentina, como Juliana, agradecían tener a una amiga tan especial como Camila Allen.

Camila fue muy bien recibida por los Carvajal en su hogar; para su suerte conocía a la mayoría, exceptuando a Lucía, quien era la viuda de León. La familia Allen compartió muchas épocas con ellos, desde navidades, a fiestas de cumpleaños. Por supuesto, los tres hermanos eran unos niños que a duras penas recordaban fragmentos de su infancia. Sin embargo, le guardaban un gran aprecio a ellos por la cercanía con la familia. El tiempo fue pasando y Camila y Valentina se hicieron grandes compañeras de viajes. Sus padres y los de Valentina, las reunían en temporadas para mandarlas a campamentos inútiles en Toronto. El transcurrir de los días, juntó a las pequeñas, volviéndolas grandes amigas, no sólo de viajes. Amigas de corazón.

Camila Allen era una caja de sorpresas. Algunas veces se mostraba como una mujer fuerte, autónoma, capaz, y decidida, y otras veces era tan vulnerable, que le costaba creer en sí misma. Su infancia fue lo que todo niño desea; juguetes de lujo, ropa de marca, el amor y el cariño de sus padres, amigos con quienes compartir sus cumpleaños. Pero siempre sintió que algo le faltaba. Ese algo que le daría el toque final a sus días, llenandola de cosas bonitas.

A sus veintiséis años de edad, aún no había conocido el amor. Sí había tenido aventuras, pero nada que pasara de una noche. A pesar de ser una mujer bastante aventurera, cuidaba mucho su imagen. Era una abogada prestigiosa de Estados Unidos y eso era lo que siempre sería.

Una abogada prestigiosa e intachable.

Había tenido amantes buenos, amantes regulares y excesivamente, amantes extraordinarios. Nunca se permitió ser una mujer de una noche, pero su perspectiva cambió cuando decidió que el amor no estaba hecho para ella. Era una mujer abierta de mente, de cuerpo y alma. Le gustaba experimentar, y dejarse llevar por buenos encuentros pasionales. Desde unos buenos besos, hasta un buen revolcón.

—Un dólar por tus pensamientos. — Comentó Valentina, mirando a Camila de reojo mientras tomaban el desayuno. Allen le sonrió tiernamente.

—Creo que mis pensamientos valen más que un dólar, señorita Valentina. ¿Usted está acostumbrada a pagarle esa mísera de dinero a las personas por saber sus pensamientos, teniendo tantos millones de dólares en su cuenta bancaria? — Ambas rieron y Valentina arqueó las cejas, sorprendida y fingiendo indignación.

Prohíbida Tentación || °Juliantina||Where stories live. Discover now