¿Cómplices?

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Narrador Omnisciente.

HOTEL THE PENÍNSULA.

—¿Tienes una idea de qué hora es? — Rita abrió los ojos con sorpresa, y dio un salto corto mientras terminaba de cerrar la puerta llevando la mano a su pecho. Miranda estaba sentada en el sofá de su habitación, interrumpiendo su privacidad.

Ella la miró furiosa y pasó las manos por su cabello rubio. —¿Qué mierda haces en mí habitación, Miranda? ¿Que acaso la recámara que pagué exclusivamente para ti no te es suficiente?

Miranda Duval puso los ojos en blanco. Para ella las pretenciones que a veces le brindaba Rita eran bastante atractivas. Después de todo, era lo que ella creía merecer. Le proporcionaba una publicidad explícita y sofisticada; aunque Rita no reconociera muchas veces el trabajo de ella, sabía que era una gran publicista. Era de suponerse, Rita Volk siempre atraía las promesas más enriquecedoras.

Miranda formaba parte del gran y prestigioso Volk Group.

—De hecho es faboluso — Murmuró mientras veía como Rita se despojaba de sus accesorios. —Quería comprobar que llegaras a salvo y que todo haya salido bien.

La rubia volteó a verla con una expresión de irritación pero a la vez, serena. —¿Gracias? — Le preguntó en modo de burla. —Pondré una queja bastante arribista en recepción. Es una falta grave que te hayan dado una copia de la llave de mi habitación. —Espetó, sentándose en el sofá para quitarse los zapatos de tacón. —Y tampoco creo que hayas sido capaz de tomarte esas atribuciones; sigues aprovéchandote de la situación.

Miranda miró cómo descansaban sus finos y delicados pies en la cómoda alfombra. Al ver el gesto de dolor en la cara de la mujer, se acercó rápidamente a ella, tomando uno de sus pies en sus manos.  — Permíteme — Le pidió, y Rita observó como la morena comenzaba a masajear sus pies.

—Eso se siente muy bien — Susurró, cerrando los ojos mientras sentía el tacto de las manos frías de Miranda en ambos pies. Se acomodó mejor en el sofá, dejándose de llevar.

Miranda sonrió internamente y levantó la vista por un segundo para verla digustar de sus toques. —Sólo relájate... ¿Cómo te fue en la cena?

Rita soltó un leve suspiro, más que todo un quejido. Sus pies aún se sentían adoloridos. —Mejor de lo que esperé — Murmuró sin abrir los ojos y Miranda la observó – Justo como pensé; Juliana es una joven promesa en el mundo de la moda. Tiene talento, es inteligente y muy capacitada. En el computador están sus diseños, los que me pasó Méndez, te los enviaré a tu correo y los evaluarás. Quiero que se una a mí — Dijo con decisión.

—¿No crees que es algo apresurado? — Miranda se atrevió a preguntar. — Le falta culminar su carrera, y  sólo llevan dos días conociéndose. — Siguió con los masajes.

—Yo la voy a instruir y sé que se adaptará rápido a nosotros. Tiene una mente brillante — Sonrió — Pagó su carrera vendiendo billetes de lotería. ¿Puedes creerlo? ¡Vendiendo billetes! Es una mujer digna de mi admiración. — Le dijo, y Miranda sintió un nudo en el estómago.

Una joven universitaria había logrado causar cosas inimaginables, cuando ella ha sido su súbdita y su mano derecho desde sus comienzos. El reconocimiento que estaba teniendo Juliana de cierta manera le molestaba. Sólo llevaba días de conocerla y ya era diga de admirar.

Cesó los masajes y compuso su postura para luego decirle: — Supongo que si es digna de tu admiración, no me queda más opción que aceptarlo.

Se alejó de ella, y fue directo al mini bar que había en la habitación de Rita. Con un gesto le pidió la aprobación para tomar un poco de Whisky y ella sólo asintió. Le ofreció, pero ya en su organismo no había espacio para una gota más de alcohol. La rubia veía con cautela la actitud de su publicista y no comprendía del todo el por qué se comportaba de tal manera. Nunca lo había hecho, ni siquiera con Regina, otra colega de Volk Group. Miranda la observó de reojo y se captó que la mujer no le quitaba la vista de encima.

Prohíbida Tentación || °Juliantina||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora