El gusto es mío, Inés.

7.7K 444 29
                                    

POV JULIANA.

Sábado por la mañana y los destellos del sol ya se hacían presentes dentro de mi habitación. Recién despertaba y mi cuerpo no terminaba de asimilar que era la hora de levantarse, aunque eso no estuviera en mis planes por el momento. Me desperecé, moviendo mis brazos de un lado hacia el otro, y estirando mis piernas también. Ese día no había mucho por hacer: ir de compras al supermercado, quizá tomar un café en algún sitio en el camino, y estar en casa. Mis días eran muy consecuentes y sin importancia. Lo único interesante de ellos, era la morrita de ojos azul. De resto, no había mucho de lo cual pudiera sentirme orgullosa o feliz, si así podría decirse.

No quiero salir de casa, no quiero salir de casa... Lo repetía una y otra vez para que pudiera hacerse realidad. No era muy fan de entablar conversaciones amenas con personas extrañas, y ni siquiera con conocidas. Así todo era más fácil. Muy pocas veces le prestaba atención al mundo real. Prefería vivir en mi burbuja de compasión e indiferencia.

Todo se volvía más llevadero.

Cuando había decidido pararme de la cama, llegó a mi el olor a tocino frito y una suave melodía de algún cantante desconocido. El género era clásico. Vivaldi, creo. No hice el esfuerzo de adivinar cuál era aquel tema que sacaba a flor de piel las emociones de aquel autor. Me di una larga ducha, más larga de las que estaba acostumbrada. De nuevo, me puse mi pijama. Sin ánimos, y para mi desgracia, salí de aquella pequeña habitación con cuadros abstractos por doquier. Arrastraba mis piernas al mismo tiempo que en mi mente soltaba unas cuantas maldiciones. Vi a una Lupe alegre, y entusiasta. En cuanto notó mi presencia, me regaló la típica sonrisa que siempre me daba por las mañanas, preguntándome también cómo había dormido y cómo había terminado la noche de ayer. Le pedí que por favor, me sirviera una taza de café. Aquella conversación lo ameritaba, por todo lo que había pasado en cuestión de segundos. Sin rodeos, comencé a contarle detallamente lo sucedido, mientras bebía de mi delicioso café. En ciertos momentos simulaba con su boca una O de asombro, pero vale, yo también lo haría después de todo.

Animadamente desayunamos juntas, y compartimos otra ronda más de café. Agradecía que no hiciera preguntas fuera de lo común. También, quisquillosa, me preguntó cómo había terminado después de todo la noche con Valentina. Involuntariamente, soltaba risitas cortas recordando aquello. Por supuesto, mi noche con Valentina había sido lo suficientemente... Exquisita. Ella era una mujer muy despampanante, y arrebatadora. Lograba quitarte la respiración y el habla en cuestión de segundos. Mis manos estaban inquietas, y cómo no, si la perversión en mi mente se había hecho presente. Tenía una pequeña diablita en mi hombro susurrando cosas inquisidoras.

Lupe llamó mi atención en diferentes oportunidades mientras mi mente vagaba en pensamientos obscenos... Sí, obscenos y no me avergüenza admitirlo. Esa misma mañana le escribí un mensaje a la ojiazul, deseándole un buen día, pero no tan buena como la noche que habíamos pasado.

Basta, Juliana.

Repetía mi subconsciente.

Me cambié de ropa y recogí mi cabello nuevamente en una coleta. Una blusa blanca, una chamarra de cuero negro y unos pantalones del mismo color eran la elección de aquel día.

-¿Lista?

Preguntó Lupe mientras guardaba unas cosas en su cartera. Se había ofrecido a ir conmigo al supermercado y yo acepté. No me vendría mal una compañía. Entramos al auto, y a lo lejos divisé un auto con un parecido excesivo a los coches de los guaruras de Valentina. Reprimí el pensamiento y eche a andar. Lupe no había dicho nada en todo el camino, desde que se montó, hasta que se bajó. Se coló por otro pasillo del super, y yo también. Recogí unos cuantos tomates rojos, y unos espárragos. El empaque decía: Lavar antes de comer.

Prohíbida Tentación || °Juliantina||Where stories live. Discover now