Uno más, por favor.

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NARRADOR OMNISCIENTE.

CASA DE LOS CARVAJAL.

-¡Dios mío! - Gritó Chivis en cuanto vio el desastre que estaba en la cocina. Vasos esparcidos con alcohol por todos lados; platos sucios con desperdicios de comida y prendas de ropa femenina tiradas en el piso. Se llevó las manos a la cabeza mientras intentaba analizar lo que había sucedido. Caminó despacio mientras recorría el lugar con asombro. Dio la impresión de haber ocurrido una catástrofe. De cierta manera se sentía un poco molesta, había dejado la cocina completamente ordenada antes de irse a dormir.

Empezó a recoger las cosas regadas y se encontró con un móvil. Lo vio de reojo, imaginando de quién sería. La pantalla estaba bloqueda y en cuanto lo desbloqueó, vio la foto de una mujer que ella conocía: Valentina. Pero sin duda, ese no era su móvil.

-¿Dónde está? - Gritó Valentina mientras entraba a la cocina. Se cubrió la boca cuando vio a Chivis de brazos cruzados. -Chivis, perdón. No sabía que estabas aquí. - La mujer mayor enmarcó las cejas. -¿Has visto un móvil por aquí?, a Juliana se le ha extraviado y está un poco preocupada. No sabe dónde lo dejó.

Chivis se acercó a Valentina y le dio el móvil que recientemente había encontrado en el suelo.

-Debes decirle que tenga más cuidado en donde deja sus pertenencias - Valentina le mostró una sonrisa apenada mientras asentía. -¿Está aquí? - Le preguntó despacio.

-Sí... Ella está aquí. - Contestó la castaña mientras mordía su labio inferior. Observó con cautela el desorden que había y se sintió avergonzada por el estado en el que habían dejado su casa la noche anterior.

Sólo sentía vergüenza, más no arrepentimientos. Por nada del mundo sentiría arrepentimientos por la noche tan magnífica que habían pasado.

Todos dormían cómodamente. Lucía en su habitación, sola, por supuesto. Camila Y Guillermo compartieron habitación y Valentina despertó por primera vez en la habitación de su casa, con su novia.

Su novia.

¿Magnífico, no?

La castaña sentía una felicidad espeluznante. Su cabeza hacía pequeños recordatorios de cómo había cambiado todo de un momento a otro. Como si fuera poco, sentía su cuerpo sediento y en llamas. Se acercó al refrigerador y tomó agua. Cerró los ojos cuando sintió el líquido frío traspasar su garganta reseca. Eso, sin duda, se sentía sumamente maravilloso.

Cuando volvió en sí, una Chivis con las cejas fruncidas la mirada. Pensó de pronto, que esa mujer merecía una disculpa.

-¿Sabes qué pasó aquí? - Y como si adivinara lo que estaba pensando, Chivis le preguntó con anticipación. -Recuerdo haber dejado todo en orden anoche cuando me acosté. Creí que se habían metido a robar.

Valentina rio por lo bajo. Dejó el vaso a un lado y la ayudó a recoger todo. Vasos, platos, y las prendas de vestir. Recogió una que bien conocía; una chaqueta que había lucido su novia.

-Esto es un desastre - Dijo riendo. Vio como Chivis abría el grifo para lavar los trastes y rápidamente corrió a su lado. -Déjame, yo lo hago. Es culpa nuestra éste desorden y no tienes por qué tomarte estas molestias. - Le dijo con una sonrisa de disculpa.

-Yo me encargo de ésto, Valentina. No es una molestia para mi. -Ella le sonrió de vuelta mientras comenzaba a lavar el desastre.

Al cabo de unos cuantos minutos, Valentina se excusó diciendo que debía poner en orden su habitación. Chivis, por supuesto se ofreció pero esta rápidamente negó.

¿Cómo sería la cara de sorpresa de Chivis al encontrar a una mujer desnuda en la cama de la castaña?

Por todos los medios reprimió ese pensamiento y corrió a su habitación. La puerta seguía cerrada, y agradecía aquello. Tampoco quería que Camila o Guillermo vieran la escena. La molestia de su hermano y las burlas de su amiga serían de otro mundo. En cuanto entró, vio a Juliana nuevamente durmiendo plácidamente boca abajo. Su cuerpo estaba cubierto hasta la mitad por las fundas limpias y como un felino hambriento, caminó hasta ella. Se posicionó a su lado, y luego pensó en la manera de despertarla. Así que sin temor, se subió delicadamente en sus caderas, y empezó a repartir besos frescos por toda su columna y luego en la espalda. La morena se removía pero aún sin abrir los ojos. Valentina sonrió mientras subía los besos a su cuello, pero eran besos muy inocentes.

Prohíbida Tentación || °Juliantina||Where stories live. Discover now