Pasiones desbocadas.

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Narrador Omnisciente.

FRANCIA...

Juliana corrió desesperadamente hacia el baño para ocultar su existencia dentro de un cubículo. Cerró con seguro y respiró profundo. Sentía que le faltaba el oxígeno y que le costaba respirar. Trató de apaciguar sus pulsasiones y enterró su cara entre sus piernas. Estaba sentada encima del inodoro, y en ese momento no le parecía asqueroso. La morena podía estar segura del ridículo que acababa de hacer; nadie la había reconocido y por supuesto nadie la echaría de menos. Maldijo internamente la situación en la que estaba y se sentía avergonzada y sin ánimos de volver, y no lo haría. Le envió un texto a Alycia, pidiéndole disculpas por no haberla escuchado cuando salió corriendo y pidiéndole que si alguien preguntaba por ella, le dijera nuevamente que estaba indispuesta.

Escuchó unos pasos aproximarse, cerrando la puerta con delicadeza. Se escuchaba el sonido del agua cayendo en el lavamanos, y no se interesó en saber quién era. Lo único que quería era salir de allí, sin tener que pasar más momentos incómodos. Ce escuchó como el agua dejaba de caer, pero aún la presencia femenina estaba allí. Juliana entre cerró los ojos, fastidiada y cansada. Abrió la puerta lentamente, llevándose una desagradable sorpresa.

—Creí que nunca saldrías. — Comentó Rita viéndola a través del espejo. Juliana apretó sus labios, dispuesta a salir ignorando lo que la mujer había dicho. — Deberías volver. — Sugirió, limpiando sus delicadas manos con un toallín de aroma. La morena no volteó, pero se detuvo cuando la escuchó hablar. — Aún el taller no ha finalizado, te da el chance de reponer un poco de lo que te has perdido por salir corriendo del salón.

Juliana volteó a verla, con mal humor.

—No volveré. — Dijo con decisión. — Lo único que hizo fue ridiculizarme delante de mis compañeros. — Se acercó hacia ella recordando el momento con amargura. — Y no tengo interés en volver.

Rita rio por lo bajo, cruzandose de brazos.

—¿Sabías que cualquier persona amaría estar en un taller conmigo? — Juliana acarició su cabello. — Deberías aprovechar la fabulosa oportunidad de escucharme hablar y enseñarte un poco de moda. — Comentó, viéndola de pié a cabeza. — Creo que lo apreciarías mucho.

—Me siento cómoda así como visto. — Abrió sus manos, mostrándose a sí misma.

—Un vestido Armany te sentaría muy bien. — Se vieron fijamente a los ojos. —¿Has pensado en ser modelo? — Preguntó con diversión, y Juliana negó con la cabeza. — La pasarela te amaría.

—No estoy interesada en ser modelo, señora Volk. Lo único que deseo es que éste día termine lo más pronto posible y me aleje de su vista. — Rita sonrió. — No sé cómo pude sentir admiración por una persona como usted.

—¿Y cómo soy, señorita Juliana? — Rita se acercó a Juliana, tomando un mechón de su cabello para jugar con él. — Dígame.

—Engreída, prepotente, egoísta y cínica. — Contestó Juliana, haciendo hincapié a cada palabra.

—¿De verdad piensa eso? — Le preguntó nostálgica. — Es poco para lo que he escuchado. — Rio burlona. — Le faltó rica, y poderosa.

La morena puso los ojos en blanco y se giró para salir del baño pero un brazo la detuvo.

—¡Suélteme! — Pidió y como una orden, la mujer la soltó.

—No quiero que te vayas teniendo una percepción errónea de mí. — Murmuró, viendo directamente a los ojos de Juliana. — Quiero invitarte a cenar.

Juliana sintió como una corriente se esparcía por todo su cuerpo, sorprendida por la invitación de ella. Aunque las circunstancias no estuvieran dadas, seguía siendo Rita Volk. La diseñadora de modas más importante del mundo.

Prohíbida Tentación || °Juliantina||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora