|Nuevos Comienzos, Nueva Vida|

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CIUDAD DE MÉXICO.

TIEMPO ACTUAL:

NARRA JULIANA:

¿Quién iba a imaginar que aquella Juliana con sueños y apariciones poco comprendidas pudiera lograrlo después de todo, y de tanto?

Han pasado dos años desde que comencé a vivir una vida plenamente. Estaba casada con una mujer preciosa, a la cual amo profundamente y que en su vientre, lleva una vida que pronto llegará para darle color y brillo a las nuestras? Sí, como han leído. Valentina tiene cuatro meses de embarazo. Meses, donde he tenido que soportar sus insufribles cambios de humor, y de apetito. Donde he tenido que hacerme responsable también de mi esposa, como si fuera una cría de seis años. 

El primer mes fue caótico. Todas las noches se quejaba, y lloraba por cosas sin sentido. Cuando intentaba acercarme y preguntarle, llegaba al punto de decirme que no le dirigiera la palabra, y que me fuera a dormir al sillón. De esas tantas veces, dos noches fueron las peores. Había estado con fiebre, y con mucha indigestión estomacal. Claro que ella lo sabía, pero yo pretendía hacerme la fuerte porque no quería que se molestara también por mis malestares. Consulté un médico, y me recetó un tratamiento, y descanso por una semana. O hasta que la fiebre terminara de irse. ¿Cómo me había enfermado? Tomé un resfriado por no cuidarme, después de tantas advertencias que me había hecho Lupe, y Valentina, claro.

¿Cómo me sentía? Me lo seguía preguntando. Cada día, en cualquier momento del día. La vida de Juliana Valdés había cambiado en todo sentido. Ya no era una niña. Era una mujer con una profesión muy demandante, y con muchas responsabilidades por cubrir. 

Aquí, en la comodidad de mi amplia habitación, con una taza de café en las manos, mientras escribo esto, comienzo a recordar cada detalle de mi vida con tranquilidad, y sonrió. Porque después de tanto, pudo decir que oficialmente, lo logré. ¿Quieren saber con exactitud mis experiencias vividas estos últimos dos años?

Sencillo. Lee con cuidado, y presta atención. ¿Recuerdan a la maravillosa, y preciosa, Rita Volk? Aquella flamante diseñadora de modas por la cual sentía—y aún siento—una profunda admiración cuando apenas todo estaba iniciando? Por supuesto que la recuerdan. ¡¿Cómo no?! Si fue la primera mujer que me abrió las puertas de su mundo, y me ofreció un apoyo incondicional durante mi carrera en la universidad. Rita, junto con Aysack, fueron mis mentores en el tiempo que estuve conviviendo con ellos en Francia. Con ellos aprendí a adaptarme, y a creer en mi talento. Siempre creí, sí, pero fueron el impulso final para sentirme completamente satisfecha con todo el trabajo que estaba preparando, y quería proyectar al mundo.

También recuerdo a Miranda, pobre mujer. Sufrió, y lloró mucho en súplicas por su perdón. Rita no la perdonó. La alejó de su vida, y de las nuestras, y desterró la idea de que alguna vez trabajó con ella. Al principio creí que estaba siendo un poco—extremadamente—fuerte, y ruda, pero también comprendí que es muy difícil confiar en alguien dos veces, cuando a la primera defraudó tu confianza. Y es allí, donde mentalmente, todos los días me pregunto: ¿Cuál es la necesidad?

En fin. Solo quería que supieran que Miranda es pasado, así como, uhm, a que no adivinan. Pero apuesto que después de esto, a sus mentes ya llegó un nombre.

Sara.

Ay, Sara, Sarita. ¿Cómo olvidarla? Yo aún no puedo. Hace dos años, y cuatro días, precisamente, Sara había llegado al departamento donde me estaba quedando con Valentina. Cosa que, debo presumir, lo compré. Pagué las cuotas pendientes, y gracias al éxito que tuvo el desfile, del cual ya les hablaré, pude comprar mi propio departamento en un país como Francia. ¿Irónico, no? Cuando antes no tenía ni para pagar mis estudios, después de mucho, había tenido para comprar un departamento en... ¡Francia!

Prohíbida Tentación || °Juliantina||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora