Capítulo 1: "La presentación"

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Por fin se retiró las costosas legañas de los ojos, miró al techo unos segundos mientras tenía el brazo apoyado en la frente, sacó fuerzas y decidió incorporarse, echó un vistazo a su habitación, todo estaba desordenado, un viejo escritorio de madera se encontraba en un rincón al lado de la ventana, un flexo, el cual en más de una ocasión era su único acompañante en noches que se hacían eternas a solas, el armario con las puertas abiertas de par en par, bastante ropa tirada por el suelo y algunos restos de latas y comida envasada se encontraban al lado de una papelera que ya estaba inundada por completo.

"Debería asearme" -Pensó- Se dirigió al baño, y se echó agua fría como el frío hielo en invierno para despejarse del todo, miró su reflejo en el espejo, se quedó unos segundos allí, mirando, el agua seguía cayendo, inmediatamente cerró el grifo y cogió una toalla, aquella toalla era blanca y de un tacto suave y sedoso, parecía como si la hubieran sacado de las mismísimas nubes.

Tras unos segundos se indecisión optó por ponerse unos pantalones vaqueros de color azul y una camiseta negra, decidió por un look más informal, aquel era un gran día, o al menos prometía serlo.

Una vez vestido cogió su mochila y revisó que todo estuviera en orden, puso un paquete de galletas para almorzar más tarde, al mirar por la ventana pudo observar un claro cielo que invadía hasta el horizonte, con un buen tiempo y ganas por su parte nada podía salir mal en aquel día tan esperado.

Tras caminar durante un rato llegó al instituto, observaba hacia todos lados, buscando a alguien y por fin encontró a la persona que tanto deseaba, por suerte estaba sola, de modo que le sería mucho más fácil, avanzó unos pasos hacia ella, le costó un tremendo esfuerzo, estaba nervioso, pero al final se decidió y terminó por acercarse a ella con timidez, y con voz temblorosa e insegura le dijo:

-Em... Hola... Martina.

-Hola Irslan  -Respondió con voz dulce-

- ¿Te está molestando este pringado? -Interrumpió Bruno bruscamente-

- No, es igual ya me ocupo yo -Respondió Martina mientras apartaba a Bruno-

Se acercó a Irslan y le susurró al oído:

-Lo siento Irs...-Dijo Martina algo apenada-

-¿El que sientes? -Preguntó Irslan algo confuso-

En menos de un segundo tubo una respuesta, pero no una respuesta como la que él esperaba sino que se llevó una bofetada que impactó en la cara de Irslan.

El profesor entró a clase un tanto estresado, y como de costumbre pidió silencio varias veces gritando, y después de unos minutos, cuando el griterío cesó, el profesor anunció:

    -Tenemos una alumna nueva en clase, adelante, preséntate -Dijo mientras daba paso a una chica-

La chica no soltó palabra alguna, probablemente era tímida, o estaba nerviosa, pero el que sí se puso nervioso fue Irslan, ya que ella se sentó a su lado y él no estaba acostumbrado a tener nadie cerca, y menos aún una chica tan guapa como ella.

En el megáfono sonó una voz, la cual indicaba que había que ir a salón de actos, y esto significaba que por fin había llegado el momento que Irslan ansiaba con locura, pero que a la vez temía y le provocaba un miedo interno incapaz de describir, ya que se manifestaba como un abanico de emociones muy diversas.

Estaba en el teatro del colegio, Irslan se asomó para ver cuanta gente había asistido, y al ver que no había ni una sola butaca vacía se quedó asombrado, incluso había gente de pié en los pasillos laterales, era increíble, no se esperaba semejante respuesta por parte del alumnado, bueno, en cierto modo sí, ya que asistía la líder de las animadoras, y por regla de tres asistían todos los deportistas populares.

Irslan estaba nervioso, tenía que dar un discurso muy importante, pero antes que él habían dos alumnos, pasó el primero a exponer sus motivos de ser votado, el chico tenía gafas, aparato y llevaba los pantalones demasiado arriba, una camisa a cuadros de color blanco y naranja no ayudaba mucho a que cesasen las burlas hacia él, estaba nervioso y tartamudeaba bastante.

Cuando acabó su discurso se esperó a que cierto sector del público dejase de abuchear, más que nada el grupo de Bruno, había veces, por no decir siempre, que parecían niños de infantil, aunque hay niños que son más maduros que ellos.

-Muy buenas compañeros de clase, tal vez no sea el más grande ni el más fuerte, para ser exactos... -Philip tomó aire y comenzó a dar su discurso más convencido-

No poseo ninguna cualidad que me haga destacar frente al resto, es por eso que comprendo como se siente la gente que no es popular, de la que se ríen por cualquier cosa, pues eso con mi mandato no cambiaría, pues seguirían riéndose, pero por fin daríamos una lección de humildad a esa gente que se cree superior, pues amigos míos, os digo una cosa elegid me, demos la vuelta a esta situación, puedo ser la voz de los que no la tienen, tenéis una posibilidad y es ahora cuando hay que actuar, depende de vosotros este cambio, simplemente...


Un lobo con corazón de cristal (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora