Capítulo XII: A.D.N

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Unos ojos violetas escudriñan a la humana que empieza a recobrar conocimiento. Un silbido sale de los labios rosa de la cyborg que está sentada al borde de la cama a la espera del primer movimiento de la mascota. La joven puede escuchar el bombeo de la sangre que va a un ritmo acelerado para quien está abriendo sus ojos después de un colapso.

La sensación de mareo llena a Sugar tras parpadear varias veces ante quien tiene a una corta distancia. Más joven que ella. Una menor de edad así califica su reconocimiento cerebral de imagen. Una adolescente. La piel —a vista— es de porcelana con grandes ojos expresivos que, al concentrarse más, de violeta se tornan azules.

Sugar se recoge en la cama sin la posibilidad de que su protectora alcance a procesar qué ocurre. Esta solo es capaz de limitarse a hacer una pregunta.

—¿Te sientes mejor?

Sugar asegura el borde de la toalla más a su piel.

—¿Quién eres? —Suelta la mascota presa de pánico, pues no está alrededor su dueño.

Por instinto, lo que hace es ver a su alrededor para analizar qué objeto cercano le sirve para su defensa personal. Desde que sabe que el mundo en que está no es el que esperaba, lo único que puede imaginar es que la chica que está levantándose de la cama y sonríe amistosamente se acerca a eso que en su interior sabe que Erion también es. Y no tiene que pensarlo tanto, porque sus oídos escuchan algo que se confirma de la voz de la chica.

—Soy una cyborg. —La chica se acomoda su chaqueta de cuero negra—. Soy Carrie.

Los ojos de Sugar orbitan por todo el espacio. Sí, está en la habitación transparente que parece más una caja de cristal que encierra a un animal. Y ella cae en la idea. Lo es. Sus sentidos lo detectan. Ahí está, el closet transparente con la ropa que admira con sorpresa. Ni en sus recuerdos está registrado haber tenido atuendos así. Elegantes y finos a la vista. No es necesario acercarse para saberlo.

Intenta ubicar un pie fuera. Está dispuesta a resolver todo. ¿Qué hace en este futuro? ¿Por qué Aelon salía en una pantalla diciendo que se desconectó de la red? Apenas recuerda su congelación a la cámara criogénica por su enfermedad. Él se lo prometió. Él estaría con ella cuando despertara. Un sentimiento de decepción la embarga cuando es presa de la imagen de Erion ocupando ese lugar.

—¿Dónde está él? —demanda Sugar, impaciente e incómoda de la intrusa.

Dando pasos hacia atrás su espalda choca con la pared de cristal. Se estremece. Mira inmediatamente a sus espaldas y ve un pasillo largo de paredes platinadas y luces blancas en forma de tubos finos que terminan justo antes de llegar a una puerta deslizante roja. El pánico se apodera de ella. Empieza a temblar otra vez, pero la cyborg lo percibe. Ella tiene experiencia en la base médica de mascotas. Sus conocimientos superan al sistema médico implementado en hogares.

Procede rápido. Toca el hombro de la mascota e inyecta en una fibra magnética que surge de su fina banda de piel un calmante poderoso. Sugar suelta un suspiro. Una sensación de letargo invade su cuerpo. Por alguna razón se siente feliz. Sonríe.

—¿Puedes no causar problemas hasta que te conecte a la red de mascotas? —escucha Sugar, la voz de la adolescente filtrándose por su sentido auditivo.

Esta vez, solo esta, se da cuenta que el tono de voz de la chica no va de acorde con su cuerpo frágil. Se vuelve hacia ella. Su sonrisa se pierde al tiempo en que se forma una línea recta en frente. Molesta. Sí, porque está tratando como frágil a alguien que supera a mil su fuerza. Se endereza. No desea bajar de nuevo la cabeza o tener miedos. Debe descifrar qué pasó con los humanos y por qué este nuevo mundo cuando le prometieron otro.

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