Capítulo XXVI: Matriz

816 118 7
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


No hay propósito en esta vida más claro que el de vivir el tiempo necesario para dejar una huella en un universo que es infinito y diferente ante la percepción de los demás. Pero qué si la huella es de alguien quien de su existencia se es desconocida.

Un ser que ni siquiera ve la luz u oscuridad del mundo. Uno que crece dentro de otra vida a pasos agigantados, porque estuvo congelado en el tiempo al igual que la vida que lo transporta, pero alterado con un propósito.

La humana alberga en su matriz un ser que doblega su crecimiento con cada semana como si aquellas se compararan a un mes. Su vientre yace un tanto abultado, lo suficiente para que ella siga desconociendo su estado.

Quizás crea que su apetito voraz la lleva a verse como está. Solo un par de kilos de más, piensa. Su mirada se va hacia el espejo de cuerpo entero materializado en la habitación que su amo estableció para ella. Su piel se divisa a través de la fina tela de su bata blanca que porta por la inmensa sensación de calor a pesar de haber acondicionado el sitio con aire fresco.

—K-26, baja un poco más la temperatura —dice la humana, a quien se ha convertido en su "confidente".

—Acceso denegado —informa la voz que se filtra por toda la habitación—. Incurrir en bajar más la temperatura puede afectar su organismo. El señor estableció ciertos parámetros de cuidados hacia usted. Desobedecer dicha orden se consideraría desviación de mis deberes. Eso tiene un nombre: error. Es algo que no está permitido en esta mansión y menos en la red.

—¡Ya, ya! —Snake cubre sus oídos con sus manos.

Se encuentra agotada.

Ha intentado escapar, pero falla.

Antes de que sea capaz de cruzar la puerta principal o salir por una ventana, la mansión la engaña con una distorsión de su entorno. Le muestra el interior de un bar de épocas donde recién se daba visibilidad de muestras tecnológicas, un campo de pastizales, el interior de una biblioteca o cualquier otro sitio alrededor de aquellos años.

Pero no más allá.

No donde la tecnología se necesitaba tanto como el aire para respirar.

—¡Maldición! —exclama, al despertarse una sensación de nauseas que la inducen a correr en dirección al baño y entrar para alzar la tapa del inodoro.

Se sienta en el piso y agacha su cabeza lo suficiente para que su rostro no haga contacto con los bordes, manteniendo su cabellera sujeta de lado con una mano y la otra apoyada en el borde. Un regurgito de gases sale de su boca. La necesidad de expulsar algo más está. Se mantiene ahí. Entonces, llega. La sorprende una expulsión violenta y espasmódica de contenido estomacal.

¡Para!

¡Para!

Piensa en voz alta, demandando a su cuerpo que se detenga. Que ocurra, imposible. Su sistema no es mecánico. No es de dar una orden cerebral y trasladarla al cuerpo para que esta se efectúe; así no pasa. 

Ella no es un cyborg.

—Mantén la calma, Snake —suelta el servidor, seguido aquello de la activación de ambos sensores en cada extremo de la pared del baño, en la cúspide los pilares que la fortalecen, que de manera holográfica expone una imagen óptica tridimensional del servidor doméstico K-26.

La apariencia de un hombre en sus cuarentas con traje de mayordomo se ubica detrás de Snake.

—Mantén la calma, Snake —repite, sabiendo que ella nota su presencia

Snake voltea de inmediato, quedando a su vista una proyección que tiene piernas y alzar ligeramente su cabeza se da cuenta que es alguien con apariencia "humana". Se pasa la mano por la boca para limpiar un ínfimo residuo de vómito.

—¿K-26? —Amplia su mirada, expectante de ver cómo la proyección será capaz de modular sus labios.

—Sí —Asiente.

La humana, un tanto curiosa, se deja llevar por su impulso y traspasa su mano en la imagen, haciendo un movimiento horizontal como si cortara las piernas de la proyección por la mitad.

No hay distorsión de los patrones que forman la figura.

—Perfeccionaron también esto —suelta Snake, al darse cuenta de aquel detalle.

Bien recuerda que en su época habían hologramas de asistentes en los hogares, pero si se hacía contacto con la proyección, esta se distorsionaba y se terminaba por irrumpir con su sistema. Se alteraba, lo cual implicaba reparaciones. Por eso, las personas de grandes élites eran las predispuestas a portar un asistente así en sus grandes mansiones.

Aunque parece que aquello no ha cambiado del todo bajo sus ojos. Tal parece que aquel sistema doméstico solo se perfeccionó, pero no evolucionó, más bien quedó estancado en dicho propósito.

—Sígueme —K-26 se gira y emprende su camino hacia la puerta del baño que traspasa.

Snake se levanta de inmediato y lo sigue.

Una vez fuera, K-26 señala hacia la mesa de centro que se encuentra ubicada cerca de dos grandes ventanales que tienen como panorama —hacia el otro lado— la noche y un campo abierto que parece no tener fin.

—Toma dos sorbos de agua de aquel vaso, y estarás mejor —dice, bajando su mano al percatarse que la humana sabe a qué se refiere y cuál es la finalidad de sus palabras.

Snake se dirige hacia la mesa de centro y toma el vaso de cristal a medio llenar, tomando los dos sorbos de agua que indica el holograma.

La habitación ambientada en la época humana de la burguesía deja ver su detalle más reluciente al encenderse —bajo la influencia de K-26— el fuego artificial de la chimenea que es nada más que un accesorio de iluminación, mas no de abrigar calor.

—¿Por qué ahora recién tomas esa forma? —cuestiona Snake, dejando sobre la mesa el vaso y dirigiéndose con cautela, en pasos lentos, hacia K-26 que se encuentra a una distancia prudente de la chimenea.

El servidor contempla las llamas artificiales que emanan los leños intactos y sin rastro alguno de consumo. Y seguirán así. Pero eso no quita el asombro que siempre le lleva al servidor el contemplar tal acción.

Sabe que la humana está a tres pasos de estar cerca y ubicarse a su lado. Su lector de emociones y gestos así lo determina. Aunque existe una alta probabilidad de que aquello no se efectúe.

Probabilidad que sea hace efectiva ante sus próximas palabras.

—Porque acabo de ser reprogramado para cuidar de ti hasta que se culmine el proceso de gestación del bebé —dice, contemplando aún el fuego.

Snake se detiene.

Su primera reacción es llevar su mano hacia su vientre, la segunda es atar conjeturas sobre los recuerdos prolongados de su amo diciendo que era su hermana quien estaba en gestación cuando en realidad es ella y la tercera... pues, esa es propia de su organismo. No hay control de aquella.

Su sistema nervioso colapsa.

Se desmaya.


 _________________________________________________

¡FELIZ AÑO NUEVO! Por adelantado...

Aquí está la maratón. Este es el primer capítulo. En un par de minutos subo el siguiente.

Humano ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora