Capítulo XVII: Ciudad Luz

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A kilómetros de la mansión de Drago donde todo es color, vida e historia, en lo más profundo de las edificaciones donde se guardan secretos, está la corporación

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A kilómetros de la mansión de Drago donde todo es color, vida e historia, en lo más profundo de las edificaciones donde se guardan secretos, está la corporación. Aquella rodeada por el colorido y luces —tan diferente a la sobriedad de la corporación en América—, la denominan "Ciudad Luz".

Solo las máquinas saben el por qué de ese nombre. No es por su decoración chillona en cada esquina de las calles. La "Ciudad Luz" es un tributo. El lugar donde todo quedó intacto: los edificios, los letreros de ciertas estrellas de televisión haciendo alusión a sus campañas que se volvieron cada vez más superficiales, las bibliotecas, los monumentos y cada parte que les deja en claro a cada habitante la decadencia humana y que aquellos se merecen la posición que tienen ahora en el mundo: mascotas.

Lo que debería ser una cúpula es un rascacielos con decoración holográfica en su exterior, mostrando rostros humanos al público de las nuevas mascotas en venta. Nuevos modelos. Un juguete más a la colección de algunos que rompen las leyes a diestra y siniestra, porque tienen el poder. Ese que se les otorga superficialmente por la posición de ser los revolucionarios en el pasado y tener el honor de vivir en la cuna tecnológica.

—Puedes hacer todo lo que se te plazca, mientras estés en mi mansión. —El cyborg representante de la corporación de Asia mira por los grandes ventanales hacia el cielo donde se divisan varios puntos de luz; que no es nada más que naves con forma de autos de carreras antiguos sobre una autopista virtual—. Aquí no hay libertad, porque nos vigilan.

La mascota asiente. Por más que quiera desafiar a su amo, sabe que ese sería un error fatal si quiera salvar la vida de su hermana. Suspira. Dejarla en la mansión junto al cyborg es algo que no le gusta. Aquel chico conoce tan bien a su gemela. Podría jurar que existe una conexión más allá de la que se debe y es natural.

Pero la joven desconoce que años después de tomar la decisión de congelarse junto a su hermana, los humanos se abrieron pasó a las relaciones sexuales con máquinas listas para ese propósito. Las sensaciones eran las mismas que estar con un humano, pero se podía potenciar el orgasmo de una manera tan exquisita que se volvió adictiva. Demasiado. Tal vez aquello fue por lo cual las máquinas nos terminaron por aborrecer.

—Me prometiste una vida fuera de tu mundo —recalca la mascota.

El cyborg se gira. Acomoda su traje. Es alguien que no rompe ninguna promesa por eso es inusual que realice una, y menos a una mascota. Sonríe al ver a la humana sentada en esa silla reclinable reacia a su papel de sumisa. Ella siempre está buscando la manera de contrariarlo.

—Puedes solo callarte. —Se voltea de nuevo hacia los ventanales—. Estoy disfrutando de la vista.

La humana se levanta.

Un paso que se ve obligada a continuar. Se dirige en dirección al cyborg. Traga saliva. Una fibra nerviosa aparece en su sistema la cual a cada paso se empieza a diluir. Ella está segura de que él no le hará daño. No. Por supuesto que no. Lo siente. Siempre ha sido clara en quién confiar sobre ciertas cosas. Aunque las cosas hayan cambiado y esté en otro futuro.

—Te cumplí. —Se posiciona a lado del cyborg, mirando hacia donde él está entretenido—. Lo tienes a él.

El cyborg cruza sus brazos a la altura de su pecho.

—Tienes la osadía de ponerte a mi nivel cuando eres basura —dice con el fin de herir el orgullo de su mascota, pero no lo logra. Ella sigue intacta ante su demanda. No se inmuta. Y eso lo hace sonreír discretamente; lo suficiente para que no sea perceptible ante la intuición de la humana—. Cumpliré mi promesa solo cuando termine de enseñarle a Erion nuestro verdadero mundo.

¿Verdadero mundo?

La humana no entiende.

—Quiero saber si revisaste que ella ya no esté enferma —desvía la conversación hacia algo que la tiene preocupada.

—El mismo programa que bloqueaba mi intromisión en tu mente como cada pedazo de análisis profundos de las células en tu organismo lo tenía ella.

—¿Entonces?

—Ella está bien, pero hay algo que debes saber.

—¿Qué? ¡Dime! —exige la humana, ubicándose por delante del cyborg con una expresión de temor.

Y no es de menos.

Aquellas palabras pronunciadas por su amo fueron las mismas que dijo el doctor cuando le diagnosticaron la enfermedad a su hermana.

—Está embarazada.

La frivolidad con la que pronuncia la frase el cyborg hace pensar que él no está preocupado ante eso; y es cierto. No es de extrañarle que su padre tenga más sorpresas para él en el camino. Su distracción ante las luces se la lleva su mascota ante la reacción que surge en ella. Ésta se desmorona. Su mirada perdida y titubeantes labios lo hacen reaccionar. Termina de sostenerla en sus brazos antes que se golpee contra el piso.

—Tenías que hacer esto para obtener toda mi atención. —Se queja el cyborg a sabiendas que la humana ni siquiera lo escuchará.

Sin más demora, y en un solo parpadeo, él se materializa en el salón de la mansión. Hace conexión con la red que contacta a su vez con el sistema robótico médico para mascotas el cual hace su labor. Envuelve a Snake en una fina red. Drago la suelta y ésta es suspendida en el aire. Un respiro. Desaparece.

—K-26 tráeme a los visitantes.




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Gracias por el apoyo. Ya sabenque  puedo estar jugando con sus mentes y todavía no se dan cuenta. *Mi yo malvado escribe*

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