Capítulo XXIX: Copia

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—¡Sigue adelante, mascota! —León apunta con su arma en la espalda de la que sería una copia de Sugar.

Cuando la vio creyó que era ella.

Creyó que la red la habría rechazado y materializado fuera de Pueblo Rojo.

Pero no.

Su prisionera sigue en su celda, sin agregar el hecho de que mira impaciente a la mujer que guía hacia donde ella se encuentra. Alza su vista hacia el otro nivel de las celdas donde se encuentra el cyborg, pero nota que ni siquiera se asoma con el ruido que provoca su llegada y sus gritos.

Llega al punto donde se encuentra la celda de la humana que, aferrada a los barrotes, trata de sacar sus brazos para lograr alcanzar el rostro de su copia. Sin embargo, ésta la rechaza, retrocediendo y chocando con la punta del arma que la obliga a mantenerse quieta.

—¿La conoces? —pregunta León, hacia Sugar, mientras lleva consigo el arma arrastrándola por el cuerpo de la copia con el fin de quedar apuntando en la sien de su nueva prisionera.

O víctima.

—¿Alisson? —Ahora es Sugar quien analizando más la imagen de la mujer que tiene en frente la encuentra extraña y no le da un aire de familiaridad.

Algo va mal, es lo que su interior dictamina. La mascota decide retroceder, recogiendo sus brazos ya que en la mirada de aquella extraña puede divisar qué algo oculta. Además de que, si fuese su hermana, su instinto se lo haría saber.

Al tenerla más cerca sabe que no lo es.

En el preciso instante en que su impulso sugirió contacto lo supo.

—¿Por qué retrocedes, mascota? —demanda León, confuso sin perder la concentración hacia dónde y quién apunta. El cyborg ve a la humana optar por una posición resignada al negar con la cabeza cabizbaja e ir a sentarse en su catre.

El silencio se apodera entre los presentes.

—¡Responde! —exige el cyborg, mirando con furia a la mascota.

Terminando ésta por responderle:

—No sé quién es ella.

Sin mirar a su captor y concentrándose en su anillo, Sugar empieza a recobrar recuerdos del encuentro con Aelon. Lo que hace que se le haga lejana la voz del cyborg al otro lado de su celda ya que en cierto punto su mente le juega una mala pasada.

El preciso escenario en que Aelon desparece le llega en un clic las últimas palabras, que pronunciadas por él, hacen un efecto irreversible de sorpresa en ella.

Sabrás de mí cuando tu sobrina nazca.

Un impacto a sus sentidos, resurgiendo cierta duda de que quien está al otro lado de su celda y que acaba de condenar pueda ser hermana. Se levanta y apresura hacia los barrotes, atrapándolos con sus manos antes de que su cuerpo choque con ellos ante la escena de su copia estando de rodillas y preparándose para ejecución.

Humano ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora