Capítulo 16

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Los días pasaron, por lo menos vi ponerse las tres lunas, por lo menos tres veces. Así que concluí que algo de eso debía indicarme que los días podían acabar o empezar cuando esas lunas aparecieran. Solo era mi teoría ya que no pregunté a nadie sobre ello ni tampoco tuve la confianza para hacerlo. Todos quienes entraban en ese lugar e iban verme, me miraban con desprecio y yo no tenía ningún problema en gruñirles e insultarles. En efecto, me estaba ganando el cariño del todo el mundo y más de aquella mujer que vestía de blanco y se hacía llamar Ilyra. Escuché su nombre cuando uno de los soldados se dirigió a ella cuando empecé a vomitar aquel líquido debido a lo mal que sabía pero que sin duda había notado una mejora en mi cuerpo. No estaba tan cansada ni tampoco estaba tan agotada, por eso tenía ganas de mostrarles mi desconformidad por estar allí con ellos. No fue mi intención vomitar y más cuando, me lo bebí por voluntad propia pero no pude contenerme, salió disparado de mi cuerpo hasta que vi que junto a ese líquido, también se juntaba otro líquido rojo, era sangre. Miré desconcertada a Ilyra, no debía de estar vomitando sangre y más con esa cantidad. Ella parecía confusa y pensativa, tanto que cuando estuvo a solo un paso de mi y se dirigió a mí sin ningún tacto posible, supe que debía ser curandera o algo por el estilo.

–Dime Xylia, ¿te sientes mareada o te duele alguna parte del cuerpo?

–El estómago me quema –dije yo confesándole lo que sentía cada vez que bebía aquello que me había levantado la moral.

–No debería serte tan fuerte –comentó ella pensativa y muy distraída en tratar de averiguar el porqué mientras notaba cómo aquellas cadenas que se encontraban en mis muñecas pesaban más de lo normal.

Me estaba mareando y no me estaba gustando esa sensación. Por fin, podía sentir que mi cuerpo estaba mejorando y que ya no tenía tantos pensamientos suicidas ni recordaba a todas horas las imágenes de mi familia o del reclamo. Todo empezaba a mejorar pero con esta sensación rara, no parecía indicar lo mismo.

–¿Xylia? –preguntó preocupada Ilyra pero la verdad es que ya no podía escucharla, tan solo podía leerle sus labios.

–N-no me encuentro bien –fue lo último que dije antes de caer al suelo mientras me retorcía de dolor. 

Chillé con mucho dolor, me ardía el estómago. Necesitaba que alguien apagara aquel fuego que empezaba a quemarme por dentro. Lloraba y chillaba sin saber qué hacer mientras me removía en aquel suelo al cual ya me había adaptado.

–¡¡Guardias, llamad a su majestad, ya!! –fue una orden muy necesaria y urgente la que pidió Ilyra que acataran. 

No podía verle muy bien el rostro a esa bella mujer de orejas puntiagudas que se había agachado para intentar sujetarme y que no me moviera. Su mano era cálida ante el tacto pero no rebajaba el dolor infernal que estaba sufriendo. Me dolía mucho, y solo hacía que toser sangre ya que el sabor metálico ya estaba presente en mi boca.

–Trata de calmarte –me aconsejó con nerviosismo la curandera pero no podía y más cuando las punzadas eran tan profundas y dolorosas.

–¡¡Ahh!! 

Se me iba a romper la voz después de haberla recuperada medianamente. No sabía cuánto iba a tardar esa bestia pero rezaba para que no fuera mucho. Estaba empezando a sudar y con forme pude me zafe de ella y que ese viento invernal me azotara de nuevo contra la piel húmeda de mi cuerpo debido al sudor que estaba produciendo.

Entonces noté su presencia después de tanto tiempo. El aire se volvió denso y la oscuridad volvió a hacerse presente en aquel lugar en el que tan solo podía pensar en el dolor que estaba sintiendo.

–¿Qué está... –ese regente no pudo ni acabar al frase cuando me vio ene se estado. 

–¡¿Ilyra, que está ocurriendo?! –profirió él como un rugido mientras seguía retorciéndome en el suelo.

La Leyenda ÁureaWhere stories live. Discover now