Capítulo 21

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–Partiremos en la madrugada, Malentha y yo te estaremos esperando en la entrada principal del castillo- comentó Senka mientras intentaba recuperar el aliento después de haber hecho el circuito de entrenamiento.

–Ah si –vi como Malentha me tiraba una bota llena de agua para que bebiera– nosotras no podremos ayudarte en ningún momento, así que tú solita deberás encargarte de buscar, matar y  degollar a cada Jabag.

Dejé de beber para mirar a Malentha mientras que Senka, estaba con los brazos cruzados.

–Entonces ¿para qué me acompañáis si no me podéis ayudar? 

Una sonrisa pícara se le escapó a Senka.

–Para que no mueras en el camino, además al bosque solo entrarás tú y deberás demostrar porque eres una guardiana del bosque.

Abrí los ojos sorprendida porque supieran eso sobre mí, de verdad ese maldito rey debía de habérselo contado.

–Con que esta misión se basa en demostrar quién soy –murmuré a la vez que dejé la bota en el suelo y puse ambas manos en mi cintura.

–Si y de verdad, esperamos que no la cagues Xylia –acabó diciendo Malentha.

Asentí lentamente mientras en mi mente, me aparecían todas las formas distintas de matar a un animal cuando es cazado. Todo esto estaba en mi territorio y sí de verdad, ese estúpido rey pensaba dejarme en humillación por hacer esta misión, le iba a cerrar la boca. 

Pasé una mano a donde tenía la única marca visible que no fue curada ni por Ilyra ni por mi propio cuerpo. Aún dolía y más cuando me salió un hematoma alrededor de los pequeños agujeros que habían dejado sus colmillos. De verdad, era vergonzoso caminar con esa marca, además de lo humillante que fue ver cómo Ilyra curó cada una de las demás marcas. Ese rey pagaría por esto y algún día, sufriría tanto como yo.

Más tarde, tanto Malentha como Senka acabaron marchándose mientras que yo me quedé en la intemperie aún con el sabor asqueroso de la poción que debía beberme. Tenía a varios guardias observándome y a esperas de escoltarme hasta mi habitación pero quise quedarme un tiempo más, bajo ese cielo oscuro iluminado por las tres lunas, se veían muy bellas y lo peor era que cada vez que las miraba, me acordaba de mi familia. ¿Qué debían estar haciendo en estos momentos? ¿Ya se habrían recuperado de la perdida? ¿Cómo estarían Owen y Ariel, o incluso Neith? ¿Mis padres dejarían de culparse? Me dolía el corazón cuando pensaba en ellos y cuando esa serie de preguntas atravesaba mi mente.

Quería volver a casa, que nada de esto hubiese ocurrido pero ahora más que nunca debía de demostrar mi valía y fuerza. No podía dejar ningunearme ni por él ni por nadie, era una guardiana del bosque y si de verdad quería ver mis habilidades cazando, las vería porque le traería esas tres cabezas, sin dudarlo.



                             




–¿Eso son osos?–señalé yo mientras miraba con temor a los tres osos ensillados y cargados con provisiones.

–Si, son el medio de transporte que utilizamos en el batallón de las tres lunas –acabó diciendo la líder de batallón.

–¿Porqué te parece tan raro? -preguntó curiosa Malentha mientras nos acercábamos hacia donde se encontraban los tres osos preparados para marchar.

–Porque en mi mundo, se cazan -solté yo recordando como una vez, Neith volvió empapado de la sangre de un oso y yo tuve que ayudarlo junto a mi hermano a quitarle toda esa sangre, hasta que se bañó y ahí sí que me fui.

La Leyenda ÁureaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora