Capítulo 47

13 1 0
                                    

Neith

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Neith

El veneno tras unos días pareció disiparse. Sus efectos habían sido horribles, alucinaciones constantes, sudores, fiebres y vómitos. Nada que quisiera volver a experimentar. Aún así, una de las cosas que más me ayudaron fue entrenar, poder entrenar aunque fuera con una lanza de madera. No era mi arma principal pero no me negaría a ella en absoluto. Me hacía sudar y hacer que todo ese veneno se evaporase con rapidez. Por otra parte, la brujita con la que me acosté, a la cual le dí una información bastante efímera y reducida, no volvió a verme. La única persona que se adentraba a esta jaula era Merion, siempre tan atenta y afectiva, como un habitante del bosque solía ser. Ahora yo ya no me consideraba nada de eso, mi personalidad había cambiado, la maldad corría por mi interior y este tipo de magia oscura era lo peor que pudieron haberme lanzado. Aún así, siempre me recordaba porque estaba allí, lo hice por mi hermano, mi estimado Owen, quién deseaba con todas mis fuerzas, que no hubiesen dejado de buscarla por mi. Lo principal era encontrarla a ella. Que según las palabras de la Bruja Roja, ella tiene el Don de la Luz, no se a lo que se refería. Nunca nadie nos había hablado de ello, ni de las guerras que tuvieron lugar en el bosque.

Todo había sido olvidado a propósito. Y estaba muy seguro de ello, la Sabia Anciana tenía secretos como todos nosotros y lo averiguaría, lograría llegar al fondo del asunto sin importar que consecuencias.

Mi respiración era agitada. Apoyé la lanza en el suelo. Había sido una buena sesión de entrenamiento, solo podía mejorar para lo que viniese después. Sabía que esa bruja suprema, tenía alguna misión preparada para mí y seguramente, sería la más difícil de mi vida.

Tuve que quitarme los pantalones de mi uniforme, era con los que entrenaba, sin la parte de arriba ya que esa fue desgarrada por ellas y destruida completamente. Al menos me trajeron un segundo conjunto, bastante viejo y hecho jirones, que no me importó utilizarlo.

En cualquier caso, cuando ya tuve cambiada la parte inferior y me dispuso a ponerme aquella camisa. La puerta se abrió de sopetón, quedándome quieto al ver de quién se trataba. Y cuando la visualicé por el rabillo del ojo, vi de quien se trataba.

-¿Me he perdido el espectáculo, verdad?

No contesté y seguí con mi intención de ponerme la camisa. Simplemente la ignoré.

-Algunos de nuestros hoplitas, han rumoreado con tu espectáculo a la hora de entrenar.

Le lancé una mirada bastante furtiva, desinteresada. Sin embargo, no fue cuando empezó a caminar hacia mí y a acercarse a la luz, que no ví su cara y el moratón y el hinchazón de su ojo izquierdo presentaba. La miré de arriba a abajo, buscando alguna otra herida, ninguna aparentemente, ya que los más probable es que debajo de su ropa, se escondieran.

Entonces fuí yo, quién con mi voz más gruesa e imponente, la frené debajo de la única luz que iluminaba la estancia.

-¿Quién te ha hecho eso, brujita ?

La Leyenda ÁureaWhere stories live. Discover now