Capítulo 18

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El rey del Subsuelo

–Sabes perfectamente que una humana no puede regenerar sus heridas en cuestión de horas y no dejar ninguna cicatriz.

Ilyra parecía realmente consternada por lo que había averiguado hacía dos días, la última vez que la vi antes de que Malentha se la llevara con la líder del batallón de las tres lunas. Pero no podía hacer nada por ella, Ilyra quería respuestas pero no podía concedérselas. 

A su lado derecho, se encontraba Draven, comandante supremo del ejército, con los brazos cruzados esperando también una respuesta.

–Lo sé perfectamente Ilyra pero ella no es una humana corriente, por eso la traje aquí –acabé respondiendo yo sin ninguna voluntad de seguir hablando de este tema.

Me estaba desquiciando por culpa de los múltiples pequeños grupos que la Bruja Roja estaba enviando en la frontera de mi reino y lo mejor que podían hacer todos, era dejarme en paz. Estaba irritado y cansado, simplemente quería la tranquilidad que desapareció desde el momento que esa humana fue concebida. Sabía que sería un problema y ahora lo estoy afirmando. Eso fue hace dieciocho años atrás, en el mismo momento en el que esa estúpida y enigmática leyenda surgió y sembró el caos en mi reino.

–¿Y entonces, qué es? 

La voz de Draven resonó y pude ver cómo Ilyra se removió nerviosa. Sabía perfectamente que entre ellos había algún tipo de relación, la cual desconocía y tampoco quería conocer pero por las acciones que siempre realizaba Draven en apoyo a su amada, los desvelaba.

–No sé qué es y prefiero descubrirlo yo antes que la bruja loca.

Ilyra suspiró parecía cansada, sobre todo por sus ojeras. Había estado investigando una nueva poción para dársela a Xylia y que no volviera a pasar aquel comprometido momento en el que no temí en absoluto su vida pero sí que pude ver el suplicio que pasaron tanto ella como los demás curanderos y Ilyra. No quería que se volviera a repetir y menos, que nadie volviera a verla con solo ropa interior. Ella era preciosa y pequeña, su constitución era realmente perfecta y en su piel, pude visualizar tanto grandes como pequeñas cicatrices que hacían que su cuerpo fuera único.

Me mantuve durante todo el tiempo en el que le abrieron la carne y le curaron la infección, observando cómo reaccionaba su cuerpo a los tratamientos del Subsuelo y pude confirmar que realmente empezaba a adaptarse. Pero hubo un momento en el que no pude soportarlo, esa sangre olí demasiado bien y me sentía tentado a probarla. No quería pero lo deseaba, porque una vez probara su sangre quedaría totalmente adicto a ello y era algo que no quería que pasara.

Después de un tiempo, Ilyra y Draven  se marcharon dejándome solo en esa sala que tanto amaba y sentado en mi trono como el rey que era. Invoqué a mis sombras y les pedí que me mostraran a la humana, rápidamente correspondieron y cuándo la vi en el campo de entrenamiento que había en el ala norte del castillo, tuve que reprimir mi sonrisa. Parecía esforzarse mientras escalaba una de las varias paredes de pared que habían sido construidas específicamente para obtener fuerza y resistencia. Iba vestida con los ropajes de una guerrera, como el de mi hermana y en su espalda llevaba una espada bastante común y de principiante. Su cabello castaño oscuro estaba recogido en una trenza y en sus ojos veía fiereza. Eso es lo que quería, quería que diese miedo cuando se enfrentara a cualquier adversario y aunque solo hacía  un día que había empezado a entrenar con Senka, la líder del batallón de las tres lunas, y  Malentha, realmente se veía con ganas de afrontar cualquier ejercicio.

Suspiré mientras ordenaba mentalmente a mis sombras que se deshicieran de aquella visión. Tenía que ocuparme de otras cosas más importantes que ver cómo aquella humana se desgastaba y se destrozaba los músculos entrenando. Así que me levanté del trono y decidí salir de aquella sala, necesitaba consultar los informes que Draven me había enviado después de haber evaluado la situación en las afueras del perímetro del reino. Necesitaba datos y sobre todo, que estaba dispuesta a realizar esa bruja por la humana. 

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