Capítulo 31

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Azael

Estaba ansioso, demasiado incluso. No podía parar de pensar en lo que me carcomía la cabeza desde que la vi atravesar el umbral de la puerta. Era ella, la mujer que había sido destinada para estar conmigo. Ella no debería saberlo por no ser una feérica pero cada feérico nace destinado a otro, sus almas perfectamente conectadas y que pueden pasar toda la vida buscándose. Yo no creía en esas tonterías, ya que era perder el tiempo y sobretodo concentración en las cosas que si eran importantes. Pero todo cambió cuando la ví, debía imaginármelo y todo conectó con su sangre, ese olor tan drogadícto que tan solo percibía yo al ser su destinado. También cuando en esos días en los que estuvo dormida, no podía parar de pensar en ella y a pesar de mi trabajo como monarca de todo un reino, me había sumido en las sombras, observándola por si despertaba.

Cuando me dieron la noticia de que había despertado, yo estaba reunido con diez de los altos lores del reino. No pude suspender la reunión debido a que se trataba sobre la imninte aparición de un ejército enviado por la Bruja Roja llena de asyhe. Los mejores ojeadores de todas las diferentes grandes ciudades, habían dado la voz de alarma y ahora debíamos prepararnos a pesar de que eran enviados a cuentagotas. Grupos de cien asyhe que eran debilitados en cuestión de segundos. Todos esperaban una respuesta y mi cabeza no estaba lista para darla, no teniéndola a ella metida tan profundamente en mi interior.

Ella no era la única que odiaba, yo también la odiaba y saber que no había marcha atrás, era realmente estremecedor.

Una vez que me encontré con ella y frené mis ganas de beber su sangre, me alegró de que no se acordara de nada pero aún así sentí como se me rompía algo en mi interior. Aún así tuve el suficiente autocontrol para no contárselo y para dejarla descansar de nuevo.

Porque lo que me esperaba en esa sala de reuniones, iba a ser difícil. Entré en ella y todos los presentes se pusieron en mi e inclinaron sus cabezas. Mientras que mi mano derecha y Cyno aguardaban sentados a cada lado de la silla del soberano, de la mía. Tomé asiento y empezó la reunión, supe que empezarían las reprochidades entre lores pero lo que no pensé fue que me salpicaría a mi. Ese lord astuto y mucho más viejo que todos los presentes, llegaría a rondar los casi tres mil años y a pesar de todo, no quería darle el título a su hijo por lo obstinado que podía llegar a ser el poder.

—Nada de esto hubiese ocurrido si su Majestad, no hubiese traído a esa fulana.

Me encendí como si fuera una llama de fuego. Cerré y apreté los puños con fuerza, no era el momento de perder los estribos. Pero que hubiese llamado a mi humana, fulana, hacía querer arrancarle la cabeza.

—Lord Fedin, tiene razón Majestad, debería exiliarla del reino y devolverla a su mundo, sin ella estaremos mejor.

Y una mierda, moriría por no poder olerla y sentirla

—No —soné frio y con ganas de matar a alguien —Mi humana no se va a ninguna parte, la reclamé como mía y se quedará a mi lado.

—Es a ella a quién quiere la Bruja Roja, por eso asediadá el reino —acabó comentando el Lord de uno de  los Páramos del Norte.

—Si la dejamos marchar y cae en brazos de la Bruja Roja la convertirá en un arma letal, no olviden eso, además ella es poderosa, incluso más que ustedes, ella se quedará en este bando, en el bando de la Corona Negra—acabé formulando yo con calma intentando bajarme los humos.

Algunos contradijeron al sentirse ofendidos por decir que Xylia era mucho más poderosa que ellos pero era la cruda realidad. El interior de Xylia era pura luz, tan potente que podía matar a la Bruja Roja. Pero si ella iba con esa bruja, nos amasacraría y no podía dejar pasar eso y menos, que saliera herida.

La Leyenda ÁureaWhere stories live. Discover now