Capítulo 41

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Azael

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Azael

—¿Cómo ha podido infiltrarse con tanta facilidad? —comentó Draven viendo el cuerpo sin vida del traidor que casi abusa de Xylia.

Le arranqué el corazón con mis sombras. Nadie tocaba a mi hembra, nadie. 

—No formaba parte del ejército, ni tampoco de cualquier batallón —contesté repasando y observando bien su cara, esa cara que nunca antes había visto en mi vida. —O ha utilizado algún tipo de magia para teletransportarse o forma parte de la Corona Roja —acabé diciendo yo finalmente.

—¿De qué hablas Azael? Si lo que dices es verdad, sería una tentativa para declarar la guerra y no creo que la Bruja Roja sea tan estúpida.

—No, no lo es, pero hará cualquier cosa para dañarme y más si es a Xylia a quién dañan.

No podía dejar que aquello volviera a pasar. Aún recordaba el suave tacto de sus labios, el roce de unos labios sin mucha experiencia que exploraron con miedo mi boca. Ella era perfecta hasta su leve rubor en sus mejillas era perfecto pero todo cambió cuando se marchó corriendo. No creí que la asustara, además la avisé. Como tampoco creo que le disgustara el beso, debido a los leves gruñidos que emitía. Ansiaba escucharla gemir y que dijera mi nombre pero para eso aún quedaba un largo recorrido, ya que no haría nada que ella no quisiera. Me metería todos los días en agua helada para relajarme si hacía falta pero no la tocaría, porque lo principal era subienestar y su consentimiento. En este caso, ella me besó primero y ansiaba que no fuera la última vez que tomara la iniciativa. Verla de esa forma hacía que me mi interior ardiera y que todas esas ganas que tenía retenidas, salieran sin control.

Aún no había podido hablar con ella y ahora tampoco era el momento. Acababa de sufrir un batacazo muy grande, además de haberle contado la red de esclavos del Subsuelo, no todo, pero lo más importante. Al menos, no había sido ella quién nos había echado, sino que fue Ilyra, cosa que agradecía profundamente. Iba a encontrar esa red, la iba a destruir después de tanto tiempo tras ella, ahora estaba decidió a acabar con esa maldita red secundaria. Nadie la tocaba, tan solo yo.

—Hay que incrementar la guardia y la protección, no solo aquí en todo el reino, no voy a permitir que esa red salga impune de esto. —era una declaración, no en contra de la Bruja Roja, sino en la red que comercializaban con los habitantes de mi reino. —Hay que deshacernos de ella —acabé diciendo observando como varios soldados se llevaban el cuerpo inerte del traidor.

—Mantendré a un sector del ejército protegiendo la barrera defensiva y prepararé a un grupo reducido y de alta capacidad para que investiguen sobre la red —comentó Draven observando lo mismo que yo.

—Avisaré a Keegan y a Eileen, para que envíen a varios centinelas de sus batallones al campo de guerra como apoyo -acabé diciendo dejando que en ese lugar reinara el silencio, no uno incómodo, sino uno reflexivo.

Nadie iba a meterse con la Corona Negra, porque si lo hacían, se las vería conmigo, con el rey más eficiente y poderoso que el Subsuelo ha tenido en toda su historia. 

La Leyenda ÁureaWhere stories live. Discover now