Capítulo 25

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—Xylia, ¿porqué no vuelves a casa?

Ahí estaba mi pequeña hermana, encima de su catre, llorando. Todo parecía distinto, su actitud y la tristeza que emanaba de ella peronotra figura entró en escena, y fue la de Owen que por conforme iba vestido, no sabía exactamente de qué se trataba pero si que puede observar que iba vestido como si se fuese de caza.

–¿Aún sigues llorando, saltamontes? –preguntó él mientras se acercaba a ella y se sentaba a su lado para que ella pudiese acurrucarse a su lado.

–¿Porqué no la encontráis?

Me sorprendí al oírla, mientras que yo de forma etérea los miraba a ambos. ¿Acaso me estaban buscando?

—Ariel, sé que esto es difícil pero ¿recuerdas todas las historias sobre el Señor de las Almas Perdidas?

Ella asintió levemente mientras se limpiaba las lágrimas. Owen la acercó más a él.

—Pues ese es nuestro problema, a lo mejor Xylia no sigue ni en el bosque y nosotros no somos capaces de acceder al Subsuelo.

La tristeza se camuflada entre esa tranquilizadora sonrisa. Me estaban buscando pero cómo él había dicho, nunca darían con mi paradero. Ariel suspiró con tristeza y pesadez, mi pobre saltamontes, ahora ya no estaba feliz, no desbordaba alegría, sino todo lo contrario como si una espléndida flor se hubiese marchitado.

—Entonces, ¿nunca más volverá a casa?

Esa pregunta llena de incertidumbre fue la que tuvo que herir a Owen quién se pasó una mano por su cabello y suspiró. Sus ojeras marcadas y sus ojos hinchados me hacían creer que no dormía, tan solo esperaba que no fuera por la búsqueda.

Owen abrazó con mucho más afecto a nuestra hermana, a la pequeña de casa.

Esperemos que no, además ya sabes como es ella, seguramente el Señor de las Almas Perdidas se canse de ella y nos la devuelva.

Ese era el toque que faltaba para que la luz volviese al rostro de Ariel, que a pesar de estar triste, sonrió esperanzada.

Esperanza, tenían esperanza por encontrarme pero la verdad es que nunca sería así y a lo mejor puede que nunca más volviéramos a vernos.


                                                                                            ⥉


—¿De verdad vas a seguirnos? —pregunté conmovida a ese zorro.Que tras unos metros montada en Bruina, solo hacía que seguirnos como si quisiera ir con nosotros. Hice una mueca sabiendo que algo debía estar mal y más cuando son jóvenes que no se separan de sus familias a pesar de ser animales solitarios que buscan la protección de su familia.

Me bajé de Bruina despacio y con cuidado, estaba cansada después de haber recogido todo para volver a prepararnos para nuestro siguiente trayecto y aventura dentro de este bosque, además de haber bebido esa agria pócima que aunque ya no sabía tan mal, mejoraba mi energía. El zorro me observaba como si no supiera qué estaba pasando, sus ojos me miraban con tristeza y enseguida noté su cambio de actitud. Era totalmente distinto a cuando estaba encima de mí o cuando habíamos jugado juntos. No sabía lo que le pasaba pero entonces me dio la espalda y empezó a caminar, pensé que marcharía aunque de forma extraña pero tras haber dado unos pasos en dirección al arbusto, paró y se giró de nuevo. Quería comprender lo que pensaba o lo que quería decirme y finalmente lo comprendí.

La Leyenda ÁureaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum