Capítulo 26

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Neith

Esa misteriosa criatura hizo ademán de avanzar hacia mí pero yo no se lo permití. No sabía que era ni si podía ser una amenaza para el poblado. Así que simplemente le advertí, disparando una flecha a unos centímetros de sus pies.

—Si das un paso en falso, te mataré.

Esa mujer me observaba con detalle y no pude evitar que me acabará molestando su presencia.

—¿Porqué sabes tanto sobre mí y sobre la situación?

Volvió a sonreír y me estremecí. Esa sonrisa letal hizo que apretara más el agarre.

—Soy la Bruja Roja, joven curioso y si tanto quieres saber, ¿porqué no te muestro a Xylia?

Abrí los ojos sorprendidos y tensé más la cuerda de mi arco tras haber colocado otra flecha.

—¿Cómo sabes sobre su estado? –pregunté apretando los dientes con ira.

—Porque lo veo todo guardián, así que observa y ve.

Eso fue lo que dijo antes de sacar una especie de bola transparente creada a partir de minerales preciosos, probablemente. Entonces una imagen apareció en el la bola, se me entrecortó la respiración y ante tal sorpresa, bajé el arco andando hacia esa bola sin darme cuenta ni siquiera. Allí estaba, más musculada y con la mirada más oscura en una celda, atada a unas cadenas en las muñecas y en los tobillos, sentada en una esquina vistiendo un trapo viejo que tapaba por poco su cuerpo, lleno de moretones y cortes. Y sin impedir que pasara, una lágrima me recorrió la mejilla.

Sin embargo, me quedé tan absorto en la imagen que no me di cuenta de lo cerca que me había quedado de ella. Ni de cuando apartó de mi vista la bola y me quedé pensando en la horrible imagen que mis ojos habían contemplado.

—¿Porqué debo fiarme de ti? –solté sin pensar.

No iba a dejar que lo que sentía en mi corazón, se apropiara de mí mente. No iba a dejar que la ira me controlara.

—Porque soy la única opción para poder llegar hasta su mundo.

Levanté mi mirada para poder mirarla mejor. Observe sus ojos, totalmente blancos, su iris blanco con algún destello rojo pero fueron esas runas debajo de sus ojos los que me dejaron pensativo. Conocía esas runas porque ya las había visto anteriormente. Pero era demasiado peligroso, poder creer a esa criatura a pesar de haberme mostrado a Xylia pero ¿y si era una impostora o había sido enviada por el propio Señor de las Almas Perdidas? No podía creerla, no así de fácil.

—Dentro de tres días, volveré a ver lo que has decidido pero te aconsejo que ojees los libros de la Sabia Anciana con más detalle porque si al final te decantas por hacer algún trato conmigo, te aseguro que la chica volverá contigo.

—¿Porqué estás tan segura? ¿Y
cuál sería el trato?

—Si al final accedes, yo te llevaré a su mundo, al Subsuelo y te ayudaré a salvar a la chica pero tu a cambio me jurarás lealtad y me ayudarás a matar al Demonio del Subsuelo.

Sopesé sus palabras y antes de que pudiera volver a verla, en un pestañeó desapareció.

¿Qué es lo que acababa de pasar? ¿Y porqué me sentía tan mal y tan furioso conmigo mismo?




                            




Xylia

Ni un maldito Jabag apareció en todo el día tras haber explorado el bosque, no pude cazar nada en absoluto. Tan solo me quedaba el día de hoy contando con que era cuando las tres lunas brillaban imponentes, durante el día. Era difícil soportar las palabras que se repetían en mi cabeza constantemente, si o si debía superar la misión, no podía fallar ni por mi ni por mi orgullo, ya que era probable que este se quedara dañado debido al maltrato psicólogo que recibiría por parte del guapo bastardo que me reclamó, porque si, para qué engañarnos. El rey era muy guapo más de lo que hubiese deseado, era simplemente como un dios y se veía imponente como un rey poderoso y longevo, a pesar de lo joven que se veía.

La Leyenda ÁureaWhere stories live. Discover now