Capítulo 27

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Azael, el rey del Subsuelo

Hoy era el día en el que debía presentarse ante mí la humana de luz. Por fin la podría ver, valorar su estado y comprobar si está a sana y bien. Me mató estar separada de ella tan solo estos días, debía recordarme a mi mismo que nunca más la enviaría lejos de mí. Y aunque podía verla a través de mi sombras, tuve que negarme a verla. Quería escuchar de su propia voz contarme cada detalle de su misión y como se sintió al matar a tantos Jabag. Necesitaba oírla, sentirla y oler su presencia.

Nadie se había dado cuenta de lo desesperado que estaba, a parte de Keegan en quién confiaba completamente en él y quién se mantendría callado. Aún así, pude poner de lado esos pensamientos y centrarme al menos unas horas diarias en la protección del reino ante las hordas de asyhe y monstruos enviados por la Bruja Roja. Es cierto que muchas de las hordas quedaban en los extrarradios del reino donde quedaban las Skollage, las montañas de la muerte, se llamaban así por la alta mortalidad que había una vez te adentrabas en ellas ya que se dice que el territorio brujo quedaba justamente en la parte posterior de las Skollage y aunque nunca nadie pudo aprobar este conocimiento porque nadie se atrevió a ir más allá de las Skollage y vivir para contarlo, nadie lo sabía ni incluso yo. 

Era realmente estremecedor que hace diez milenios, el mundo brujo y los feéricos habíamos vivido conjuntamente pero eso fue hace mucho y después de traiciones y engañaos, mi estirpe real decidió desterrarlas del Subsuelo y crear con la ayuda de los mejores alquimistas y magos la barrera mágica que separa ambos territorios. El Subsuelo, un mundo rico lleno de leyendas, mitos y batallas. Las muchas ruinas que decoran las estepas al oeste de la ciudadela, dan significado a lo antiguo que es este mundo y sobretodo, a las miles de criaturas mágicas que habitan en él y entre todas ellas, nosotros mismos los feéricos oscuros. 

Me dirigía al salón del trono, después de que uno de mis mensajeros me anunciara de que la humana acababa de entrar en la ciudadela seguida por muchos de los soldados del batallón de las tres lunas, además de Malentha y Senka. No me comentaron si traía consigo el botín y eso me desesperaba. Debía de cumplir la misión por su bien y por el mío, y más después de haber reunido a toda mi corte en su llegada. Todos y cada uno de ellos, a falta de la líder del batallón de las tres lunas y mi mano derecha, estaban ya reunidos allí una vez entré en esa encomiable y poderosa sala en la que se había derramado sangre y vino. Todos se giraron a verme y sus cabezas se inclinaron en símbolo de respeto, al igual que hice yo. Se habían reunido en pequeños grupos mientras mantenían conversaciones, unas más serias y as otras más divertidas. 

Keegan, Draven e Ilyra se mantenían cerca del trono y los tres parecían mantener una conversación seria debido a sus rostros totalmente centrados mientras que Eileen, líder del batallón de magos especiales, y Ronan, líder del batallón de híbridos, parecían estar contándose sus más recientes hazañas mientras sonreían. Sus conversaciones no pusieron fin con mi llegada y menos cuando me senté en el trono. Ese lugar el cual hacía verme como el soberano más poderoso que el Subsuelo tuvo en toda su historia. Nunca tuve que ponerme ninguna corona para saber quién era, mis habilidades y mi poder hablaban por si solo. Y estaba muy segura de que cuando descifrara las antiguas escrituras, esa humana sería tan poderosa como yo o incluso más. Ella era luz y yo oscuridad y aunque no quisiera admitirlo, su sangre era la que había estado esperado cientos de años, la sangre de una humana. Aun no estaba seguro pero esa humana me haría perder la cabeza, bueno ya la perdía por ella pero una vez ella se diese cuenta del vínculo, no habría vuelta atrás.

Cyno quién entró a la sala seguido por dos de sus hombres más confiables, hizo un asentamiento leve con la cabeza antes de mirara a uno de los soldados que se situaba en las enormes puertas del salón. Con su espada, pegó tres veces al suelo y todos y cada uno de los presentes tomaron sus respectivos puestos. A mi derecha, se guardó un sitio para mi querida hermana, a su lado se situaba Keegan y a la derecha de él, Ilyra. Mientras que a mi izquierda se situaba Draven, a su lado se dejó otro hueco para Senka y su lado iban Eileen y Ronan mientras que Cyno se colocó al lado de Ilyra.

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