Capítulo 23

20 2 0
                                    

Esto no debía ser tan complicado.

Pero, vamos, era mucho más de lo que podía haber imaginado. Oh dioses, si la Diosa Madre podría oírme, por favor que atendiera mis plegarias porque aquellos monstruos eran lo peor que había visto en su vida. Eran puro odio y maldad, no eran jabalíes corrientes. Eran mucho más que eso, no se podían considerar animales, eran monstruos de grandes dimensiones, feroces y parecidos fisionómicamente a los jabalíes. Bruina seguía mis órdenes a la perfección, se mantuvo al lado del tronco de ese árbol en el que llevaba muchas horas sentada después de haber inspeccionado un poco la zona. Encontré un rastro totalmente asqueroso y enseguida supe que era de ellos y que esa gran cueva debía ser su "hogar". Con gracía y sutileza, escalé hasta la parte más alta de uno de los árboles, alejándome de la peligrosa zona, necesitaba tener una buena posición de tiro pero la verdad era que si cuando lanzara una de mis flechas todo habría acabado ya que estaba muy segura de que vendrían a por mi en grupo a pesar de estar a una distancia bastante buena.

La verdad es que por ahora no había movimiento y se acercaba el momento en el que más solían mostrarse. Estaba ansiosa por volver a cazar y a sentir la cuerda tensarse entre mis dedos pero ese sentimiento era amargo. Hacía frío pero me mantuve firme, nada podía fallar. Mi carcaj lleno de flechas y mi mente preparada para trabajar con rapidez. Suspiré y salió vaho de mi boca, no llegaba a hacer mucho frío pero ya empezaba a notarse el cambio de temperatura.      No había estado nada mal explorar la zona, y adentrarme en el bosque. Esa cueva debía de quedar en el interior del bosque y no quería ni imaginarme los horrores que debían haber dentro de esa cueva. Simplemente no quería saberlo, tan solo debía concentrarme en matar tres  Jabag y llevarme cómo recuerdo sus cabezas. Sería sencillo, bueno, o eso esperaba. 

Yo preparé todo mi campamento en esos árboles muertos pero que tenían vida, eran resistentes y grandes, todo lo que necesitaba. Coloqué en las ramas más altas y más alejadas del suelo, mis distintas necesidades como comida o vendajes, era la única manera de mantenerlo a salvo. Aunque reservé varios productos en los compartimentos de Bruina por sí me veía en la necesidad de recurrir a ellos pero esperaba que aquello no llegara porque eso tan solo significaría que habríamos llegado a mi tercer plan, el de huir y no mirar atrás. 

Entonces, allí estaban de nuevo, asomaron la cabeza dos Jabag, uno más grande del otro, muy cercanos el uno al otro. Tragué nerviosa al ver lo grandes que eran pero eso no iba a dejar que me intimidara, tensé un poco más el arco. Ahora era arriesgado disparar porque estaban muy pegados pero cuando tuviera oportunidad, dispararía en toda la cabeza. Aunque si lo pensaba, debía de hacer que se alejaran de aquella zona, ese era su hogar y si necesitaba conseguir su cabeza, debía de tener mucho tiempo para poder cortar aquella cabeza . Así que se me ocurrió una nueva idea, me puse de pie, colocándome de nuevo el arco en la espalda y guardándome la flecha en el carcaj, y tomé impulso para balancearme sobre la rama que había por encima de mí y saltar al otro árbol donde se encontraba la comida. Una vez salté y aterricé en el otro árbol agarrándome a esa rama, trepé con normalidad y me dispuse a coger uno de los trozo más grande de carne. Saqué una flecha y la clavé en el trozo de carne, es verdad que así la flecha pesaba mucho más pero no me suponía ningún impedimento, tan solo debía de calcular mejor el disparo. 

Así que volví a tensar el arco y me giré sobre mí dándoles la espalda a esas bestias y sin pensarlo emití, el sonido de caza del poblado, silbé y luego chillé como los cazadores ancestrales imitando animales o bueno, más bien, el sonido tribal. Capté la atención de los animales porque se removieron incómodos, ya que miré de reojo para ver su reacción, y segundos después disparé la flecha con el trozo de carne incrustada. Un poco más lejos de donde estaban ellos e imité el sonido de la flecha en el aire y es así como esos dos Jabag, oyeron la flecha y segundos  después la vieron y la siguieron. Sonreí genuinamente y empecé a balancearme y saltar por los árboles de rama en rama hasta que estuve encima de esos dos monstruos. Volví a emitir esos sonidos distrayéndolos mientras preparaba otra flecha, acordándome de todas las lecciones que Shandor me enseñó y que gracias a él aprendí a ser una cazadora eficiente y hábil. Esos sonidos salieron de mi boca lo más nítidos posibles. Y cuando tuve a uno de los dos monstruos a tiro, tan solo solté la cuerda y esa flecha se clavó en todo el centro de la cabeza del Jabag. Cayó al segundo pero lo que no esperé es que como si el otro Jabag supiese a donde estaba y quién había sido, vino a por mi y eso significó golpear con toda su cabeza y sus cuernos el tronco del árbol, provocándome que me tambalease. No podía caerme, si me caía estaría muerta. Ese Jabag volvió a embestir con todas sus fuerzas y esta vez tuve que agarrarme con todas mis fuerzas a la rama pero entonces, la vi a ella, a Bruina, a esa osa que se abalanzó sobre el monstruo con toda su grandeza. No tuve tiempo para reaccionar, tan solo pasé a la acción. Volví a tensar el arco, habiendo cogido ya una flecha pero para mi desgracia, ambos animales, se balancearon contra el árbol provocando que cayera al suelo. Un alarido brotó de mi garganta al notar como mi pierna derecha recibió todo el impacto, pero tuve que repeler ese dolor e intentar ponerme de pie. El arco había caído unos metros más lejos que yo y cojeando mientras apretaba mis labios con fuerza para no chillar de dolor, avancé lo más rápido que pude. Miré de reojo la pelea entre Bruina y el Jabag y jadeé cuando ese monstruo con sus cuernos embistió a la osa y la lanzó contra otro tronco pero todo cambió cuando vi sus ojos, esos ojos llenos de sed de sangre y que deseaban matarme. El Jabag vino a por mi y yo tan solo quería llegar hasta donde estaba el arco. No podía avanzar con más rapidez, todo estaba perdido.

Bruina estaba abatida contra ese árbol gruñendo de dolor, se había arriesgado para protegerme pero todo había sido en vano, ese Jabag me mataría. Notaba la furia detrás de mí, su respirar nervioso y ansioso por matar a la persona que había matado a su compañero o compañera. Sin pensarlo, miré de reojo viendo cómo tan solo faltaba unos metros para que me alcanzara, me lancé al suelo llegando a tocar con las puntas de los dedos el arco. Sin dudarlo, cogí una flecha del carcaj y sin llegar a tensar la cuerda del arco, me giré con el arco en posición de ataque y disparé. Ese monstruo frenó en seco su carrera cuando esa flecha se clavó en el centro entre sus ojos, se removió angustiado y finalmente tras sus tambaleos cayó derrotado al suelo y finalmente pude respirar. Tan solo había faltado dos metros más o menos para que me hubiese alcanzado. Mi corazón palpitaba con rapidez y toda la adrenalina hizo de hacer efecto una vez, mi cuerpo cayó rendido y todo se volvió gris.

                                                                                             ⥉

En efecto, me desmayé pero no tuvo que ser por mucho tiempo porque al abrir los ojos, aún me encontraba tumbada en ese suelo lleno de hojas muertas y de piedras pequeñas, con el arco en la mano y con el carcaj en mis espaldas.  Estaba adolorida, vamos que si lo estaba, sentía mucho dolor en mi rodilla derecha pero hice un ademán por sentarme aunque pese al dolor de cabeza que tenía y como todos mis músculos pedían a gritos un descanso, fue bastante dificil pero lo conseguí. Entonces vi a Bruina quién parecía haberse recuperado ya que estaba oliendo e inspeccionando al Jaba que se encontraba delante de mí. Fruncí el ceño mientras pasaba una mano por el cabello. Ese fue un combate digno de admiración, por lo menos debería haberme visto Neith y Shandor para que se hubiesen quedado pasmado con mis habilidades y mi agilidad. Sonreí irónicamente, había estado a punto de morir en manos de una bestia y en un mundo totalmente diferente al mío, y a pesar de todo esto, me sentía bien y orgullosa por mis hazañas. 

Pero esa sonrisa se me borró del rostro cuando me intenté ponerme de pie, simplemente no pude y solté un alarido captando la atención de Bruina quién no se había dado cuenta de que ya había despertado. Simplemente ella se acercó a mí y no tuve miedo cuando acercó su cabeza a la mía y me estuvo reconfortando. La acaricié de vuelta y con su ayuda, me apoyé en ella para levantarme. 

–Gracias Bruina –agradecí yo una vez me puse en pie porque ella era quién se había abalanzado para salvarme, sentí una ola de cariño recorrerme todo el cuerpo cuando gruñó de vuelta.

Entonces vi el panorama, todo era un desastre aunque puede ser que yo fuera la personificacióndel desastre en si. Los dos cuerpos de los Jabag tenían que ser decapitados pero eso era lo que menos me preocupaba, sino el tener que escalar de nuevo esos árboles para coger las provisiones. Suspiré y simplemente acaricié la cabeza de Bruina quien parecía contenta por aquella acción.

Sabía perfectamente que tendría que asegurarme de no tener ninguna herida en la rodilla, como también comprobar si la osa tenía alguna herida pero la verdad, es que en mi cabeza tan solo había una cosa y era la maldita misión que debía cumplir. Me imaginaba a ese maldito rey burlándose de mí como de casi soy asesinada por un monstruo y no quería aquello. No quería que me viera como una persona inferior, tan solo quería reafirmar mi posición como una gran guardiana al igual que una buena cazadora. Así que aunque estuviera desangrándome, degollaría a esos monstruos y una vez terminara, ya vería que hacer pero por ahora, tan solo quería terminar por hoy el estúpido trabajo.

La Leyenda ÁureaWhere stories live. Discover now