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Medias de Malla Negras


—¿En serio sigues preocupado por tu belleza? —Karold volvió a reírse. 

Yo la mire de cabeza, estaba acostado sobre mi cama y ella estaba en la silla de cuero que esta frente al escritorio del computador. Por suerte mi habitación era muy grande. Ella de tanto, tonteaba en Facebook mientras hablábamos. 

—Es preocupante —contesté con sinceridad.

—Bueno, ya has tenido novias. Supongo que eso descarta que seas demasiado feo para estar con una mujer —ella frunció el ceño y me miró como si hubiese descubierto algo—. Y tal vez, debas empezar a considerar que debes meterte con una que tenga poca gracia. 

—No lo sé —dije sin estar seguro. 

Yo tenía mis exigencias, quería una mujer linda, de ojos claros, con boca rosada, que tenga labios compactos no muy chicos. Con pechos redondos tanto como sus nalgas. Quería que tuviera una cadera fuerte, y grandes piernas. Que supiera de literatura, que pintara, que hiciera deporte, que tuviera algo de lo que yo me sintiera orgulloso. 

Karold se quedó mirándome.

—¿Estás buscando una persona a quién exhibir en la calle o el verdadero amor? —me preguntó sin quitar sus ojos miel de mi cara. Se le arrugaba un poco la nariz cuando se ponía gruñona. Y eso me encantaba de ella. 

—Hey... no lo sé. Pero creo estrictamente que debe gustarme lo que voy a comerme por el resto de mi vida. 

Karold frunció los labios y volvió la atención a la pantalla del computador.

—¿Qué tal ella? —me preguntó mostrándome una chica de cabello rubio teñido. Parecía bajita, pero usaba unas medias de mallas que se le veían muy sexy. Tenía buenas piernas y pocas caderas. Debía escuchar Rock pesado o algo parecido, ya que usaba un maquillaje bastante fuerte. 

—No esta mal —contesté con sinceridad—. Podría funcionar. 

—Escribele —me ordeno Karold muy convencida de las cosas.

—¿Estás hablando en serio?

—Sí, hazlo. Total, no la conoces, lo peor que puede pasar es que las cosas sigan tal cual ¿no? —Karold se levantó de la silla con una risa—. Vamos tigre. Es hora de volver al ruedo—fue lo último que dijo antes de irse.

No sé si fue la influencia de mi mejor amiga, o mi desesperación. El hambre por volver a tener sexo, y esa tonta emoción cuando recién estas descubriendo a una nueva persona. Pero demonios, era eso todo lo que quería volver a sentir. 

Así que lo hice, le escribí a la chica de cabello teñido y medias de mallas negras.

Para mi sorpresa, ese mismo día a media noche mientras yo me miraba en el espejo, convenciéndome de que mi cabello negro oscuro corto, con una pequeña mota cayendo a un lado y mis ojos negros como la noche, eran dignos de un buen partido. Y sí, tenía algunos granos. Debía deshacerme de ellos. Ya no era un puberto, ¿cómo era que todavía me salían estás mierdas?... 

Ah sí, lo importante es que esa misma madrugada, la chica en cuestión contestó con simpatía e interés mi mensaje. Y dio lugar a una larga conversación de esas, que sólo se dan a esas horas. Secretos y confesiones.

Lo había conseguido, estaba volviendo al ruedo. 

Friendzone: Una tonta historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora