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Dudas


Salí con la botella de cerveza en la mano, y mi mejor amigo Daniel salió conmigo. Hacía frío esa noche, tanto así que nuestras bocas expedían ese humo blanco nocturno. Me quedé mirando la calle sin verla realmente, sumido en pensamientos bastante turbios y confusos. 

—¿Y entonces ahora son pareja? —me preguntó Daniel refiriéndose a Vanessa que seguía allí dentro con las chicas. 

—Eso parece —dije—. Es tan buena en la cama, que por la emoción dije muchas cosas.

—¿Le dijiste que le amabas? —preguntó asustado.

—¡No! ¡Claro que no! —me defendí. Yo no era tan tonto. Eso pensaba—. Tal vez, mientras la escuchaba gemir le dije que no quería que eso acabara nunca. Y tal vez, y sólo tal vez, mientras estaba sobre mi moviendo el culo, le dije que no quería que nadie más que yo estuviera con ella.

—Vaya, eso ha sido revelador —Daniel sonrió burlón—. Ahora entiendo porque estás preocupado.

—No es eso —confesé—. Ella se tiraba a su primo —con mi mejor amigo podía hablar así, sin rodeos, sin pausas dramáticas, sin mentiras. 

—¿El de Karold?

—Sí —dije y fondeé la botella de cerveza.

—¿Vas a decirle?

Me quedé callado y medité por un momento que debía hacer. Aquello podría arruinar su relación y mi mejor amiga no había tenido una relación hace mucho. 

—Pasó antes de que lo conociera —intenté justificar.

Daniel blanqueó los ojos y se encogió de hombros

—Ella es tu mejor amiga, deberías poder contarle esas cosas a ella también —y después de reprocharme entró al bar. 

Suspiré y antes de cruzar la puerta vi a la chica del paraguas levantar las manos para saludarme del otro lado de la calle y desaparecer en un taxi. 

Sonreí sin ninguna razón. 

—Estaba pensando que podríamos ir a mi casa —me susurraron al oído. 

Al voltear la cara, estaba Vanessa con una sonrisa muy picara delante de mi.

—Además tus amigas te dieron permiso para perderte toda la noche.

Esta sería otra noche sin confesar la verdad, y sucumbido ante el placer. Maldito fuera el cuerpo simétrico de Vanessa y sus sexis tatuajes, que lamía cada vez que la tenía desnuda frente a mí. Tanto así, que algo reaccionaba dentro de mis pantalones de solo pensarlo. 


Friendzone: Una tonta historia de Amorحيث تعيش القصص. اكتشف الآن