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Confesiones de Bar


Sentado y pensando. Estaba abrumado, sí. Esa es la palabra que sentía desde que estaba en mi nueva supuesta relación, que no eran más que encuentros carnales. Ella y yo, ni siquiera conversábamos. No sé si así debe ser una relación, follar y follar. Pero en verdad, había algo en Vanessa que me hacía desconfiar. 

¡Maldigo mi pene, y su cerebro propio! Él es quien me tiene en este tonto aprieto, flacuchento y ojeroso. 

—¿Qué vamos a pedir? —preguntó el grandulon novio de Karold. 

Los seis estábamos en el bar de siempre. Daniel y Annie, Karold y George, Vanessa y yo. Todos como parejas. Sonrisas, cerveza, comida, chistes tontos. Lo de siempre cuando se reúnen los amigos con dos colados. 

—Iré a averiguar porque tardan tanto con el barril de cerveza —dijo George y se paró de la mesa. Ya no era nuestro sofá de siempre, pues no cabríamos todos.

—Yo iré al baño —se excusó Vanessa y se levantó para ir a su rutinaria meada. 

—Creo que estoy un poco aburrido de esto —confesé en cuanto me sentí con libertad, estando con mis amigos de siempre, con los que había dejado de coincidir hace semanas. 

—Ella parece estar feliz —intervino Karold.

—¿Por qué estás aburrido? —quiso saber Annie.

 Daniel tosió y lo entendí.  

—Hay algo en ella que me produce desconfianza —dije y mire a la barra observando que el novio de Karold no fuera aparecer repentinamente y no estaba allí—. Y hablando de desconfianza, ¿sabías que ella y su primo habían estado haciendo cochinadas? —mi pregunta había ido dirigida a Karold a quién la cara le cambió repentinamente.

—¡¿Qué?! —gritaron las dos mujeres. 

Daniel tapó la boca de su novia intentando ahogar los gritos.

—¿Estás hablando en serio? —preguntó Karold que parecía estar tan desconcertada como yo lo estuve.

Asentí con la cabeza.

—Necesito agua —Karold se paró de la mesa y desapareció en rumbo de los baños del Bar.

—¿Crees que sigan en ello? —quiso saber Annie.

—No lo creo —respondí e inmediatamente escuchamos un grito que los tres conocíamos muy bien. 

Nos miramos y luego corrimos en busca de Karold al baño. En nuestras vidas, todo se podía poner épico de repente. 


Friendzone: Una tonta historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora