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No todo es como parece


De camino había comprado una botella de tequila, y bebía directamente de la botella. Yo no era muy fan del licor, pero en una noche como esa, que más daba, necesitaba sentir el calor del trago recorrerme la garganta hasta al pecho. Era una necesidad imperiosas de autodestrucción que sientes cuando todo ha ido de mal en peor.

Llevaba unas horas deambulando por la playa, hasta que me quité los converse y las medias, quería sentir la arena sobre mis pies. Caminé hasta donde se encontraba el quiosco de los salva vidas, era quizá uno de mis lugares favoritos en las noches cuando no se veía un alma. Me senté sobre la fría arena, puse los tenis a un lado y la botella de Tequila al otro. Guarde silencio mientras escuchaba el viento soplar sobre el mar, contemplaba una noche oscura sin luna, una noche como muchas otras. 

Sonreí con ironía.

¿En qué diablos estaba pensando? 

Habían pasado ocho meses desde que la vi, y no hice más que ignorarla hasta que me sentí completamente solo. Elizabeth era el tipo de mujer que yo siempre buscaba, sin embargo, sólo me di cuenta de esa realidad, cuando mi terquedad me había hecho golpearme con el mismo vidrio una y otra vez. Como si fuese una estúpida, terca, y tonta mosca. 

El celular empezó a sonar, reconocí el numero de la llamada. Era ella, quizá estuviese arrepentida, quizá sólo quería saber que estaba bien y que no estaría haciendo alguna tontería. Quizá olvido decirme algo. Pero no pude contestar. Colgué, apagué el celular, y deje escapar todo el aire que retenían mis pulmones. 

Me deje caer de espaldas sobre la arena y maldecí. Maldecía la vida, a mi mismo, a mis amigos, a todo. Cada vez era más viejo y las oportunidades de encontrar un verdadero amor se desvanecían. Me faltaban huevos, sí. Estaba desesperado, lo sé. Uno no debería buscar esas cosas y sólo esperar que sucedan en algún momento. 

Tal vez era momento de madurar. 

El viento sopló más fuerte, más frío y una gota de agua se chocó con mi ojo. Había empezado a llover, pero yo seguía catatónico tirado sobre la arena sin importarme en absoluto que pudiera darme una pulmonía. Le di un sorbo a la botella de licor mientras la naturaleza intentaba amedrentarme con la lluvia. Cada vez más fuerte.

Cerré los ojos y en ese momento sentí paz. Incluso, deje de sentir el agua golpearme en el rostro. 

—Parece que las cosas no salieron bien —dijo la voz de una mujer que me hizo sonreír.

Abrí los ojos, y allí estaba Karold con la sombrilla de Elizabeth, la que nunca devolví. De hecho, la había olvidado hasta ese momento.

—Eres muy lista.

Karold sonrió. 

—Me tomé el atrevimiento de pedirle a tu hermano que me prestara esta sombrilla tan especial. 

—¿Quieres que vuelva allá para devolvérsela? —dije con resentimiento—. Estás loca.

Karold se echó a reír.

—No, quiero que aprendas que las cosas que verdaderamente tiene valor dependen de las manos que las toman para ofrecérselas a otras —ella se sentó junto a mí sin bajar la sombrilla—. Ahora, esta tonta cosa tomara otro significado, porque recordarás esta noche cuando la veas. 

—Tal vez recuerde tu cara de tonta —bromeé.

—Seguramente me recordaras a mí.

Yo no pude evitar que mis ojos se aguaran y sintiera ganas de llorar. De pronto, con mi mejor amiga allí a mi lado, ya no me sentía tan indiferente, tan fuerte, tan petulante...

Karold me abrazó sin decir nada. Dejo que la sombrilla cayera al suelo, y me miró con sus tiernos ojos. 

—Nunca estarás solos —dijo con una sonrisa que me embriago inmediatamente.

Y de pronto, dejo de llover.


FIN.

GRACIAS A TODOS POR SEGUIR ESTA HISTORIA DE HUMOR, AMOR, Y DESILUSIÓN. TEN PRESENTE QUE ALGUNAS COSAS NO SON COMO PARECEN, NI SIQUIERA PARA LOS PROTAGONISTAS DE UNA TONTA HISTORIA. NI SIQUIERA PARA TI, QUE PROBABLEMENTE ESTÉS LEYENDO Y CREAS QUE LAS COSAS NO TE SALEN COMO QUERÍAS, O COMO PENSABAS. PERO RECUERDA, SIEMPRE RESULTAN COMO DEBERÍAN. DE NO SER POR ESO, NO ESTARÍAS DONDE ESTAS, NO CONOCERÍAS LO QUE CONOCES, NO AMARÍAS A QUIENES AMAS, NO SERÍAS TÚ HOY EN DÍA... 


J.S. PARÍS.



Friendzone: Una tonta historia de AmorWhere stories live. Discover now