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Comedia Americana


—Creo que en realidad no necesitamos hablar —contesté girándome para verla a la cara. Algo dentro de mí estaba muy vació—. Todo lo que he visto habla por si sólo. 

—¿Por qué estas enojado? 

La pregunta de Annie me causó gracia. 

¿En serio? 

¿Por qué? 

A ver, me parece que eres una perra. Bueno, en realidad, ambos eramos unos cínicos pero no podía decirle eso, en el fondo la respetaba. Era mi amiga antes que cualquier cosa.

 —Sabes que lo amo —dijo ante mi indiscutible silencio—. Y yo te valía madres. Sólo fui un rato de sexo.

—¿Él lo sabe? 

Ella calló. 

Por supuesto que lo sabía, y yo seguramente era el villano de esta historia. Aunque en realidad, así me sentía a veces. 

—No me valías madre, te busqué Annie, te llamé. De verdad quería intentarlo —confesé.

—Estuvimos en tu apartamento, necesitaba esa certeza ese día donde sentía que estaba cometiendo un error. Donde no estaba segura ni de lo que estaba haciendo —se defendió—. Y Jack, ese día me echaste de tu casa. 

—Era una locura. Daniel...

—Sí, es el amor de mi vida y tú lo sabes. 

Yo no dije nada. Sí, lo sabía.

—Ese mismo día fue a buscarme, insistió en que habláramos. Y las cosas fueron dándose de nuevo, aún después de haberle confesado todo.

—¿Me odia?

—Eres su mejor amigo Jack. El no podría odiarte aunque quisiera —ella sonrió—. Y como si fuera poco, sabe la clase de monstruo que eres. Todo lo sabemos. Karold también. 

Pensé en mi mejor amiga. ¿Cómo estaría? Ella era una de esas personas que por casualidad se cuelan en tu corazón y a pesar del tiempo, la distancia, las discusiones, y los errores, es como si dentro de ti  lo que sientes por esa persona quedara intacto. 

—Y si quieres sentarte con nosotros en la mesa de siempre a ser lo que siempre fuimos, eres bienvenido —Annie me abrazó y me dio un beso en la mejilla—. Ha sido una locura todo, pero somos más que una relación tormentosa o pasajera, más que una anécdota. 

—Lo sé —dije—. Pero creo que me tomaré unos días para asimilarlo todo. Eso de que cada vez que decides intentarlo y arriesgarlo todo por la persona equivocada, me tiene un poco jodido.

—Está bien —Annie me dio la espalda y se marchó de nuevo al bar. 

Unos segundos después de que ella entrara y yo me quedará allí de pie en medio de la calle mientras los transeúntes pasaban junto a mi, Karold apareció, llegó a la puerta de bar. Me miró a la distancia con curiosidad, levantó una de sus manos para saludarme y entró al bar.

¿Debía entrar yo también, afrontarlo todo y recuperar a mis amigos?

Por primera vez me sentí como en una de esas series americanas donde el protagonista es un idiota adorable, pero idiota después de todo... 

Friendzone: Una tonta historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora