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Amistad


No volví a saber nada de Antonella desde aquella noche. Ni siquiera los mensajes por facebook fluían con normalidad. Como había predicho, era otra chica más que pasaba inadvertida por mi vida. Y aunque eso no me molestaba, en realidad estaba en busca de otras experiencia. Algo que me diera vida, emoción, e incertidumbre. Cada vez estaba más viejo, a pocos meses de graduarme, y soltero. Sí, parecía que tuviera esos delirios de mujeres treintañeras que están un poco desesperadas por encontrar marido. 

—Casi que no llegas —me recriminó Karold que me esperaba en el sofá de siempre con una cerveza.

—Ha sido una semana difícil —le contesté.

—Lo sé —dijo ella y frunció el ceño. Se veía también muy cansada—. ¿Y qué paso con la pequeña gnomo de pompas grandes?

—Debe haber continuado con su vida.

—Es una pena. Parecía prometedor —Karold volvió a sonreír—. La sangre puede resultar muy escandalosa. 

Arrugué la frente recordando el incidente. 

—¿Y los demás? —pregunté.

—No vendrán. Al parecer hoy es de esas noches que prefieren tener una maratón de intimidad.

Ambos nos echamos a reír.

Hacía mucho tiempo que no pasaba tiempo a solas con Karold. Recordé el día que nos conocimos, Annie la había llevado al Bar justo unos meses después de empezar su relación con mi mejor amigo Daniel, para que saliéramos los cuatro. Pensaría yo, que según ella, podría darme una relación y así todos estaríamos más cómodos. 

El mismo día que nos presentaron, Karold y yo decidimos que debíamos conocernos más antes de sucumbir ante los caprichos de Annie, y ya llevamos dos años conociéndonos. 

Nos habíamos convertidos en mejores amigos.

—¿Oye? —interrumpí su sorbo de cerveza con curiosidad. Ella dirigió sus ojos miel directos a los míos esperando que continuara—. ¿Y tú no has vuelto a salir con nadie?

Karold sonrió.

—La verdad es que sí —dijo.

—¿Ah si? 

—Sí, es un chico encantador —volvió a dar un sorbo a la cerveza—. Y sabes tiene una prima bastante interesante. 

Inmediatamente mi mejor amiga sacó el celular del bolsillo y empezó a buscar fotos. 

—Mira —me ofreció el celular para que yo viera a la chica de cabello corto rojizo con varios tatuajes. Uno en el hombro y en ambos muslos. La verdad si parecía interesante—. Puedo decirle a George que la traiga.

—¿Entonces van en serio?

—Llevamos varias semanas, y las cosas pintan bien —respondió mirando de reojo la cerveza que estaba por terminar—. ¿Le digo que la traiga?

—Quizá aún estoy joven para darme el lujo de comerte uno que otro error —contesté sonriendo. 

—¿Y si los llamamos ahora? —intervino Karold.

—¿Ahora?

—Ellos siempre están juntos, son como hermanos. 

En cuanto terminó la oración, Karold sonreía de oreja a oreja. Le divertía la idea de que saliéramos los cuatro, pero yo no pude evitar preguntarme: 

¿Por qué un chico de más de 25 años compartiría mucho tiempo junto a su prima? 

Friendzone: Una tonta historia de AmorWhere stories live. Discover now