37

1.1K 78 13
                                    

El Bote y David Guetta


Habíamos llegado al muelle donde aparcaban los botes más finos que hay en la ciudad. Estando allí, Anderson me guió hasta un barco grande a decir verdad, donde nos esperaban unas diez personas. El sonreía y yo me sentía un poco intimidado. 

—¿La fiesta es en este barco? —pregunté incrédulo.

—Sí —contestó el guapo joven—. Es mi bote, y se llama Ariel. 

—¿Cómo la sirenita? 

Anderson echó una carcajada.

Subimos la rampla para entrar al bote, y de verdad que era bastante elegante. Digno de una persona con basto dinero. Se veía más grande desde adentro, tenía una pequeña puerta y adentro había una sala, y una cocina, el baño estaba al fondo y tenía otras escaleras para el segundo piso, donde estaba el cuarto y un balcón bastante amplió. A parte de la casa que había dentro del barco, habían grandes espacios y corredores alrededor. 

Me quedé viendo a los invitados, chicas muy elegantes con vestidos y tacones, y hombres con camisetas polo y driles. Bien vestidos todos, ahora entendía la etiqueta. Era las personas con más élite de la ciudad. Reconocí incluso a una joven modelo y otra que era presentadora de televisión local. 

—¿Y cuál es la razón de una fiesta un domingo por la noche? —le pregunté al anfitrión. 

—Es porque tenemos el poder para hacerlas —contestó una chica de cabello rubio teñido con ojos claros, un vestido negro con escote y en su mano llevaba una copa de vino.

—Al parecer llamaste la atención de una de las directoras de radio más prominente de la ciudad —intervino Anderson.

Ella sonrió. Me tomó del brazo y me guió hasta el balcón donde estaban casi todos los invitados bebiendo, escuchando un poco de David Guetta. Las personas hablaban de acciones y pendejadas que no entendía al ritmo de "Play Hard". 

—Nunca te había visto por aquí —dijo la mujer.

—Bueno, yo a duras penas acabo de conocer a Anderson. 

Ella sonrió como si supiera algo que yo no. 

—¿Cómo te llamas? —continuó previendo mi incomodidad en los ojos. 

—Soy Jack y tú.

—Me llamo Melani. Mucho gusto —y extendió su mano para estrechar la mía. Yo la apreté y le dedique una amable sonrisa. 

Todo lo que estaba pasando en el barco era muy extraño. No entendía nada, y al parecer la fiesta acababa de empezar. No deducía claramente si todos eran prominentes jóvenes empresarios, o si sus padres eran quienes cargaban sus cuentas bancarias. 

—Si te sientes incomodo, creo que ya es muy tarde para arrepentirte —dijo ella—. El barco acaba de zarpar. Y te daré un consejo porque me pareces un hombre muy simpatico, será mejor que te acoples rápido, las personas que están aquí, son bastante despiadadas. 

Yo me asuste al pensar que todas esas personas era un club de asesinos seriales o alguna mierda así. 

¿¡Dónde te habías metido Jack maldita sea!?




Friendzone: Una tonta historia de AmorWhere stories live. Discover now