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La última decisión 


Después de haber conversado con Anderson, y tras sentir que finalmente estaba iluminado, debía continuar con mi serie de decisiones. Sabía que era tarde en la noche, que la ciudad estaba fría y que se podía escuchar la furia de la marea en la playa. Pero si no hacía las cosas ahora, no las haría nunca.

Atravesé unos puestos de comida chatarra abiertos hasta llegar al edificio donde vivía Annie. Observé todos los pisos y empecé a subir. Lo hice por las grades desgastadas porque necesitaba tiempo para pensar lo que iba a decir. Todo se había complicado de repente y mi corazón gritaba desde mi pecho lo que anhelaba para mi vida.

Un escalón, dos escalones, tres escalones. Me tomaba mi tiempo para llegar. Hasta que finalmente estaba en su piso mirando de frente a la puerta de madera que separaba el exterior donde estaba yo completamente vulnerable, y el interior, donde se encontraba ella. O esperaba que al menos estuviera allí.

Mi dedo tocó el timbre. Resonó como un eco eterno dentro de mi mente y al cabo de un minuto la perilla de la puerta se estaba girando para abrir. Tragué saliva. Me di fuerza. Y proyecte todas mis emociones en lo que debía pasar a continuación. 

—Hola Jack —me saludo mi viejo mejor amigo Daniel. 

Su mirada de pronto era de preocupación y melancolía. Y no porque hubiese abierto con esa mirada, sino porque se transformó al verme, al igual que la mía, al verlo a él. Pensaba que si al día siguiente era día laboral, encontraría a Annie sola. 

Jack, eres un idiota.

—Hola Daniel —lo saludé.

—¡Annie! —gritó.

—¿Qué pasa? —contestó ella.

—Jack quiere hablar contigo —dijo sin siquiera yo haber dicho más que mi frío y distante saludo.

—Los dejo para que pueda conversar —Daniel entró de nuevo a el apartamento y se encerró en la habitación mientras Annie caminaba a la puerta sorprendida. Su mirada también había decaído un poco al verme.

—Lamento presentarme así —me disculpé—. Pero tenía que hablar contigo.

—Jack... 

—Lo sé, ahora lo veo y lo entiendo —respondí—. Él siempre ha sido el amor de tu vida. La persona con quien nunca dejarías de estar.

Aunque intentaba sonar tranquilo se que ella percataba mi decepción.

Annie no dijo nada.

—Estoy aquí porque quiero disculparme y quería entender lo que sentías por mí. Quizá de esa forma podamos volver a ser los amigos que alguna vez fuimos.

—Qué siento por ti —repitió ella en voz baja.

—Ahora lo sé —contesté y la abracé instintivamente—. Todo estará bien —dije antes de darle la espalda y desaparecer. 

Mientras caminaba de regreso a casa, pensaba en la tranquilidad que de pronto invadía mis entrañas, sin embargo, no dejaba de pensar en lo ingenuo que era. A veces las decisiones no se toman de a uno, sino, de a dos... Eso era algo que me había costado a prender todo este tiempo, porque como siempre, yo era ese:

Jack el inocente y tonto hombre. 

Al llegar a casa, me tiré en la cama y deje que el insomnio poseyera mi cuerpo, observé el paraguas recostado sobre la pared a un lado de la entrada de mi habitación y sonreí. Y pensé que tal vez, aún las cosas no había terminado para mí... 

Friendzone: Una tonta historia de AmorWhere stories live. Discover now