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Verdades Ocultas


Había pasado una semana desde que vi a Annie por última vez (y que habíamos tenido sexo delicioso, placentero, fuerte y con remordimientos), y también había pasado bastante tiempo ya desde que en realidad vi a todos mis amigos. De pronto me estaba sintiendo bastante solo a pesar de que me hablara con Anderson el hermano de Elizabeth. 

Era una mierda estar así. Lo sé. Son sucesos que ocurren en la vida, en realidad las personas no están destinadas a permanecer juntos, la naturaleza de la vida y el tiempo es separarnos a todos por circunstancias como la muerte, o las malas decisiones. 

Me quedé mirando a la calle por la ventana de mi cuarto. Era viernes, y yo estaba encerrado escuchando como la cama de ajunto resonaba con las embestidas que mi hermano le daba a la empalada de su novia. Imaginarlo me produjo un poquito de nauseas. 

Pensé en las veces que había llamado a Annie, quería hablar con ella, decirle que no importaba nada. Que en realidad si sentía una conexión más que carnal con ella, que quería al menos intentarlo sin importar que eso le rompiera el corazón a alguien más. Pero ella simplemente había desaparecido.

Absortó por la melancolía tomé un sacó del armario, miré con nostalgia el paraguas que aún no devolvía y emprendí camino al bar de siempre, mi único lugar en el mundo. Donde las historias se contaban y se construían.

Después de caminar un rato, finalmente llegué, me senté en la barra y pedí un vaso de whisky. Miré de reojo a la mesa donde siempre me hacía con mis mejores amigos cuando los tiempos eran buenos, antes de que yo lo pusiera todo de cabeza. 

La mesa estaba ocupada por otros cuatro chicos, menores a nosotros, pero reían, no miraban sus teléfonos celulares y en realidad se les veía muy concentrados en cada uno de ellos. Había uno que me parecía particularmente curioso, de vez en cuando, le hacía una mirada lasciva a su amiga de al lado que ignoraba totalmente sus intenciones. La friendzone también estaba allí presente. 

Pasó un rato, me dolía el culo. Me bogué lo que quedaba de mi segundo vaso de whisky y me levente, pagué, y caminé a la salida. Justo en ese momento, Annie entró por la puerta. Su mirada chocó con la mía repentinamente y su sonrisa desapareció de su rostro. Llevaba de la mano a Daniel, el que fue alguna vez mi mejor amigo. Él me miró con serenidad y no dijo nada.

—Hola chicos —los saludé. Tampoco es que iba a cometer la idiotez infantil de ignorarlos.

—Hola Jack —saludaron los dos al mismo tiempo.

—Espero estén bien. Ya iba de salida —y continué caminando. 

Al pasar junto a ellos Daniel me sostuvo de la mano y me impidió salir del bar por un segundo.

—Está todo bien —dijo. 

Yo asentí con la cabeza pero seguí caminando.

No sé si tenía el corazón roto, o si en verdad me sentía aliviado de verlos nuevamente juntos.

Cuando salí finalmente a la calle y empecé a caminar por la acera, sentí la voz de Annie hablarme a la espalda.

—Antes de que te vayas, deberías detenerte un momento a hablar conmigo —dijo. 

Friendzone: Una tonta historia de AmorWhere stories live. Discover now