El dia que la marea bajó

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Daisy amaba la playa, el sol cálido tocando su piel y la arena inscrustandose entre los dedos de sus pies

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Daisy amaba la playa, el sol cálido tocando su piel y la arena inscrustandose entre los dedos de sus pies.

Cada vez que los gritos aumentaban su mente viajaba a través de los recuerdos hacia la primera vez que sus padres la llevaron a la playa de Florida, su playa y su hogar.

No recordaba la primera vez que sus papás discutieron al punto de romper las cosas que habían en su hogar, o al menos lo que ella había considerado hogar, pero parecía que últimamente era la actividad favorita de sus padres.

Así que solo se sentaba debajo de la mesa donde parecía que los vidrios no llegaban y las palabras no se enterraban o no tanto. Cerraba sus ojos y tarareaba aquella canción, su canción, mientras se trasladaba a la playa e imaginaba sentir la calidez del sol, el olor al mar y las gaviotas volar. Siempre había tenido una imaginación extraordinaria, en momentos como aquellos era cuando más ponía a trabajarla.

Susan estaba harta de su matrimonio, harta del alcohol, harta de las deudas, harta de que su esposo fuese un completo inútil. Lo gritaba una y otra y otra vez, para la mente de una niña de diez años no terminaba de comprender dónde estaba el amor de los adultos, aquel que se habían demostrado en la playa.

Y Mark, su papá, él sólo gritaba que todo estaría bien. La verdad no comprendía porque su mamá le molestaba tanto que el estuviese en casa todo el día, ella se divertía muchísimo: coloreaban todo El día, veían la tele, escuchaban música mientras bailaban e iban al mercado a comprar con dinero que aparecía por gracia de los duendes (o eso le explicaba su papá)

Juntó sus piernas y las llevó a su pecho mientras intentaba no hacer ruido con su llanto, si veía a sus costados podía apreciar los trozos de vidrio y cerámica, cerveza esparcida por el sueño,la musica de fondo y los gritos sin cesar de sus progenitores decidió que si tal vez volvía a cerrar sus ojos todo acabaría.

Abrió sus ojos para tirar su cabeza hacia atrás, apoyandola en el asiento del copiloto. Su mano estaba junto a la de su madre, y ABBA sonaba en el estéreo del auto. Sonrió apenada hacia su mamá, últimamente no sabía cómo sonreír genuinamente. Divorcio, entendido como la dislunción legal de un matrimonio así estaba escrito en el diccionario, pero lo que ella había entendido era que el amor de sus padres se había esfumado y su papá no había querido pelear por ella.

¿El divorcio era también con su hija? ¿Por qué no había ido siquiera a decir adiós? ¿Por qué ellas tenían que irse? ¿En qué se había gastado su amor?

Los ojos hinchados y rojos de su madre la miraron con amor, le hizo pensar que tal vez el amor no se había esfumado sino que se había fusionado con el de ella, tal vez no estaba todo tan mal, tal vez era un nuevo comienzo uno con más luz y más felicidad, tal vez había uno sin gritos y sin tristeza, sin llantos o platos rotos, con bailes y música constante.

Hawkins sonaba aburrido, aunque ¿realmente sonaba aburrido o era solo que no había una playa? Tal vez no era aburrido solo por no tener una playa, tal vez asi la marea no bajaría más en aquel pueblo. Con la sonrisa de su madre y los ojos de bondad que transmitía le dió la seguridad de que tal vez no todo era aburrido y que un nuevo comienzo significaba que la marea subiría.

La niña de diez años era nueva en un pueblo donde no había ni un solo conocido, en una escuela donde entraria a mitad de semestre, tenía miedo y sumado a eso era tímida a morir.

Sin embargo, recuerda perfectamente como un niño con el cabello demasiado corto le sonrió ampliamente demostrando seguridad, le devolvió la sonrisa complacida y agradecido porque honestamente ella sintió que se contagiaba su seguridad.

Ese fue su primer contacto con Eddie Munson, o en realidad, ese fue el primer contacto que Eddie Munson tuvo con Daisy Summer. Un contacto demasiado confuso para un niño ya que hasta ese entonces creía firmemente que las niñas tenían piojos y eran tontas, no le llamaban para nada la atención pero cuando vio a la pequeña rubia tímida sonriendo a los adultos de una manera tierna sintió que el mundo fue más ligero, más iluminado y por primera vez luego de que sus padres lo abandonaran vió algo de humildad.

Eddie fue el primer amigo de Daisy, bueno, lo fue durante aquellos cinco minutos porque luego no cruzó miradas o palabras con él. Por el contrario, no se miraban por los pasillos, pero ella consiguió amigos muy rápido y es que el Hawkins una niña nueva era un furor.

Su mejor amiga hasta tercer año fue Barb, una pelirroja con demasiadas pecas y lentes, con un sentido del humor bastante ácido y poco sociable, la amaba con todo su ser pero de un día para el otro su amistad terminó y se hizo muy cercana con Nancy Wheeler. Lo había admitido, sentía envidia, Nancy Wheeler era divertida, inteligente, carismática, bonita y tenía la amistad de Barb.

Luego comenzó a tener más amistades, aunque nada en concreto, nunca estaba sola en la escuela: compartía el almuerzo con las porristas, estaba en el consejo estudiantil, jugaba ajedrez y era voluntaria en el único asilo del pueblo. Era bastante popular y adorada por alumnos, maestros y padres. Así y todo ella se sentía sola, ¿era ambiciosa por querer tener una amistad genuina? ¿estaba mal sentirse mal? ¿estaba mal sentirse sola?

La marea siempre bajaba, no importaba cuan divertido había sido su día, no importaba cuanto riese con su madre o en los almuerzos, no importaba cuanto ayudase a la gente, la marea siempre bajaba y terminaba sintiéndose sola e incomprendida.

Daisy Summer solo cerraba sus ojos en momentos así y viajaba a Florida, cuando era una niña con sus dientes flojos, los pies y piernas llenas de arena, las risas de sus padres con el cálido sol golpeando su rostro. Recordaba cómo su padre la correteaba por orilla y como su mamá tomaba fotografías, recordaba el sonido de las gaviotas y el olor particular, recordaba los amaneceres y atardeceres, recordaba cuando la marea aún no bajaba y ella era completamente feliz.


DAISY DAISY ~ Eddie Munson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora