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El cartel gigante con el nombre "Zona de Guerra" daba la bienvenida a los muchachos dentro del trailer, los cuales se habían encargado minutos antes de bajar todas las persianas y cerrar las cortinas. La playa de estacionamiento del lugar desbordaba de autos, gente que caminaba con cajas llenas de armas, y gente que caminaba impaciente hacia dentro del lugar.
-Por razones obvias: Daisy, Eddie, Dustin y Lucas se quedaranaquí- habló Nancy - el resto, tomará lo que más pueda para hacer las cosas lo más rápido y fácil posible, ¿de acuerdo? -.
-¿Por qué no puedo ir? - preguntó la rubia confundida mientras se levantaba -.
-¿Tal vez porque hay un pueblo entero que te quiere asesinar por traidora, por dispararle a Patrick y por encubrir a un asesino? - preguntó Erika mirándola con las cejas levantadas -.
-Oh, cierto- asintió para volver a sentarse -.
El tiempo corría y con él la paciencia de la chica, la cual iba y venía por el trailer una y otra vez, ignorando el hecho de que los muchachos le habían reprochado que iba a hacer un agujero en el suelo. Se acercó a la ventana, levantando un poco la persiana y los vio: Jason y lo que quedaba de su grupo, el rubio se veía demacrado, lucía desquiciado como si hubiese perdido su cabeza completamente, se notaba que había perdido peso y unas bolsas negras adornaban sus ojos. Sintió pena por él pero cuando cerraron con fuerza el baúl del vehículo pudo divisar unas cuantas armas, y se asustó, porque sabía que había una cacería pero lo que nosabía era que parte de los de su cacería estaban ahí dentro.
-Demonios - maldijo para caminar hacia la puerta-.
-Oye, oye, ¿qué haces? - Dustin la detuvo - ¿Estás loca? ¡van a matarte si te ven! -.
-Si alguien no hace algo, Jason va a matar a los chicos - le respondió desesperada -.
-Daisy, tranquila - Eddie sujetó su mano - No puedes salir, los chicos estarán bien, tranquila - le repitió-.
-Pero -.
-Daisy, si sales ahora y alguien te ve, no solo va a asesinarte a ti - explicó Dustin - vendránaquí, verán a Eddie y nos verán a nosotros y ahi estaremos muertos todos, ¿entiendes? - Larubia asintió- de acuerdo, ven aquí y siéntate-.
No le quedó otra que hacerle caso al niño, a regañadientes volvió a sentarse de brazos cruzados mirando con el ceño fruncido a un punto de la pared.
