DAISY DAISY ~ Eddie Munson

La curiosidad.

En toda la clase lo único que había comprendido era el chisme que su compañera de banco le había contado. Al ser un pueblo pequeño todos sabían todo de absolutamente todos, ella creía que por eso no era bueno estar a la vista del mundo pero al mismo tiempo era imposible no estarlo. Habían pasado siete años desde que se había mudado a Hawkins y aún seguían tratándola como la niña nueva.

Marianne hablaba mientras tomaba apuntes, "es increíble que con el potencial de esa muchacha haya terminado saliendo con un perdedor" aquella oración hizo que la rubia torciese su boca.

-Yo no creo que sea un perdedor - musitó solo para el oído de su compañera - solo no tiene los mismos intereses que el resto, eso no es malo - intentaba seguir el apunte y tratar de comprender, pero ya cuando vió demasiadas cuentas y números decidió resignarse para tratar de estudiar en su casa-.

-No es solo sus gustos, Dai - la miró como si se tratase de lo más obvio - es toda su presencia, su vestimenta incluso su manera de hablar, es todo un bicho raro  - rió unos segundos pero luego se calló al ver que su amiga no le seguía el chiste y su rostro detonaba molestia -.

James de quinto estaba saliendo Bonnie de cuarto, ¿el problema? James había reprobado seis materias, tendría que haberse graduado hacía ya un año, seguía en la secundaria con un grupo en específico: el grupo de Eddie, el cual (según los rumores) solo se dedicaban a drogarse y jugar "Calabozos y Dragones" mientras que Bonnie era una bonita castaña que claramente estaba en las porristas y además en el periódico escolar. Para Daisy era algo obvio, eran opuestos complementarios pero para el resto de la población era una tragedia, ¿cómo una muchacha con tanto potencial iba a desperdiciarse con la muchedumbre? Que horror.

-Bueno, algo positivo ella ha visto en James - se había molestado, era algo que sobre pasaba su paciencia- y además, no entiendo qué te molesta particularmente de su relación después de todo, ellos están teniendo sexo y dándose amor mientras que tu y yo estamos completamente solas - frunció sus cejas y se dió vuelta para volver a mirar al frente ignorando las expresiones de la chica -.

La conversación no siguió, su amiga de banco no intentó siquiera disculparse o fingir que ella tenía razón, y por el lado de la rubia no intentó pedir disculpas por haber sonado tan dura. Así pasó la última clase, intentando comprender algo de la pizarra, pensando qué iba a almorzar e intentado calmar sus nervios porque iba a traer a un chico a casa.