La muerte.

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Eran pasadas las nueve de la noche cuando su madre dejó a Eddie en su casa, se encontraba tirada en la alfombra escuchando música en el estéreo junto al televisor, movía sus pies al compás de la música y la única luz encendida en la casa era la de...

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Eran pasadas las nueve de la noche cuando su madre dejó a Eddie en su casa, se encontraba tirada en la alfombra escuchando música en el estéreo junto al televisor, movía sus pies al compás de la música y la única luz encendida en la casa era la de la cocina.

Sonrió sintiéndose tonta al recordar La tarde que había pasado, Eddie Munson era un chico sumamente divertido y simpático honestamente no comprendía porque la gente decía tantas cosas sin sentido sobre él. En las pocas horas que había compartido con él se había dado cuenta de varias cosas: primero, tenía una sonrisa linda y una risa contagiosa, segundo tenía ojos de tristeza y tercero se notaba que le sobraba bondad pero también notó cuánto miedo tenía del mundo, y es que a pesar de todo el mundo siempre pinchaba la burbuja de felicidad.

Se quedó quieta cuando la luz comenzó a parpadear rápidamente, ¿el foco estaba fallando? ¿el toma luz estaría haciendo un cortocircuito? ¿Y si se incendiaba su casa? Rápidamente se levantó del lugar y con algo de temor se aproximó hacia la cocina observando fijamente el foco. Seguía parpadeando ahora más rápido cuando de la nada explotó, de manera involuntaria la muchacha llevó sus ante brazos a cubrir sus ojos y gritó. Se había quedado a completas oscuras descalza con miles de trozos de vidrio en el suelo, y tenía que admitirlo, tenía diecisiete pero aún le temía a la oscuridad.

Cerró sus ojos y comenzó a tararear aquella canción de los guns que cantaba junto a su padre camino a la playa mientras imaginaba estar en el lugar a salvo con sus padres. Todo iba a estar bien porque en sus recuerdos todo lo estaba. Saltó en su lugar cuando el teléfono comenzó a sonar, causando que su corazón latiera con rapidez, no iba a poder contestarlo. Unos minutos después, que para ella fue una eternidad, su madre abrió la puerta encendiendo la luz del living observando a su hija.

-Oh por dios, Daisy - dejó su cartera en el suelo para correr hacia las zapatillas de su hija - trata de saltar sin pisar los vidrios cariño -.

La rubia asintió para tomar aire y saltar, miró al piso y notó que un hilo de sangre le salía de la pierna, seguramente un vidrio le había raspado.

-¿Estás bien? - su madre la miró preocupada- ¿Que sucedió? -.

La chica volvió a mirar a la cocina para abrir su boca y comenzar a contar lo que había sucedido.

-Oh, llamaron por teléfono pero no pude atender -frunció su boca - lo siento-.

-No te preocupes, seguro son de la guardia - suspiró mientras negada para encaminarse al aparato y presionar el botón que reproducía los mensajes-.

Tal como había dicho su madre, era el médico de la guardia que pedía que Susan se presentase de urgencia a cubrir un turno. No se negó, después de todo, ella había pedido más trabajo. Ayudó a su hija a levantar los vidrios, curó la herida y tras darle un beso se encaminó hacia el hospital público de hawkins.

A Daisy no le gustaba estar sola pero no podía decirselo a su madre, ella era quien le daba un hogar, dinero, comida y cumplía sus caprichos, cuando pasaban tiempo juntas era sumamente cariñosa era una madre en todos los aspectos pero no era una madre real. Daisy siempre recordaba como su mamá le decía a sus amigas, más bien les presumía, que a sus cortos once años sabía hacerse de comer, sabía planchar, limpiar, usar un lavarropas era una niña independiente pero rubia no lo veía así.

De hecho, Daisy jamás decía cuando estaba molesta y jamás lo expresaba porque nunca supo cómo hacerlo, simplemente tuvo que crecer, tuvo que dejar de ser una niña. Cuando ella le dijo a Eddie que nunca iba a las jugueterias no mentía porque Daisy nunca fue una niña, no tuvo tiempo de sentarse a jugar horas y horas. Fue niña por un momento, en Florida y luego fue una adulta en un cuerpo pequeño.

Pero como dije, a ella no le gustaba estar sola, no le gustaba el silencio, el sonido del silencio era tan abrumador, le recordaba que su papá no estaba y ahora su mamá tampoco, le recordaba que no tenía una amiga para hacer una pijamada un viernes o un novio para escaparse, le recordaba que ahora era una anciana en un cuerpo de adolescente, y eso la deprimia.

Así que volvió a su posición inicial, tirada boca arriba escuchando música, gritandola y sintiendola en su cuerpo, sentía las vibraciones. Cerraba sus ojos e imaginaba, se imaginaba en una fiesta bailando, se imaginaba escapandose en plena madrugada con Eddie

¿Con Eddie?  Bueno, no con Eddie sino con la idealización que ella tenía de Eddie.

Se imaginaba discutiendo con su madre como en las típicas películas, o una navidad con su padre, ella admiraba su imaginación porque era lo único que le hacía darse cuenta que realmente estaba viva. Porque una cosa era respirar y otra estar viva.

El teléfono sonó a la media hora, logrando que volviese a su realidad, se arrastró hasta la cómoda que tenía el artefacto que sonaba de manera irritable para contestarlo.

-¿Si? - su voz sonaba triste -.

-Daisy, cielo, es mamá- la voz de su madre sonaba aterrada y preocupada - escucha cariño, tendré que cubrir un turno completo, por favor no salgas de casa hasta que yo llegue, ¿si? Y no dejes entrar a nadie -.

-¿esta todo bien, mamá? - Bueno ahora estaba triste, asustada y confundida -.

-Cariño, han asesinado a una muchacha, no te asustes - Oh, genial, eso la había calmado muchísimo - solo, quedate en casa y ya sabes, traba las puertas, ventanas y no le abras a nadie - La rubia abrió la boca para responder- si, dai puedes dormir en mi cama, y puedes dejar las luces encendidas - habló con obviedad -.

Eso le sacó una risa, la cual calmó a la mujer del otro lado de la línea. Sin embargo ambas estaban asustadas con la repentina muerte de la chica, una por su parte porque jamás había oído de asesinatos en Hawkins, solo de desapariciones y el incendio y la otra, por su parte, por la forma en la que el cuerpo había llegado a la morgue.

 Sin embargo ambas estaban asustadas con la repentina muerte de la chica, una por su parte porque jamás había oído de asesinatos en Hawkins, solo de desapariciones y el incendio y la otra, por su parte, por la forma en la que el cuerpo había llega...

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DAISY DAISY ~ Eddie Munson Where stories live. Discover now