DAISY DAISY ~ Eddie Munson

El dia de la unión.

Por primera vez tenía que admitir que el silencio era tranquilizante, en aquel silencio nadie la juzgaba. En aquel silencio no estaban aquellas voces que decían incoherencias, aquellas que le irritaban.

El sol le daba en su rostro, mantenía sus ojos cerrados y movía sus pies al compás de una canción que se reproducía en su mente. Se encontraba tirada en el césped de la parte trasera de la escuela, allí iban las parejas a besarse, las porristas a entrenar, y los que necesitaban estudiar o paz.

Su molestia seguía allí, no le molestaba que la excluyeran le molestaba el hecho de que fuesen tan víboras. Le molestaba que los rumores pesaran tanto, le molestaba que hubiese maldad y rencor cuando ellos debían ser la generación que lograra cambios verdaderos.

Aquellos pensamientos se esfumaron cuando de repente se hizo la sombra y sintió una presencia logrando que abriese sus ojos: Eddie Munson y James, uno la miraba serio y el otro con una tímida sonrisa.

-Hey - saludó con una sonrisa -.

-Hey - el moreno saludó - ¿todo bien? -.

-Todo bien, ¿sucede algo? - frunció las cejas mientras los observaba con los ojos entre cerrados por la iluminación-.

-¿Qué haces aquí? - finalmente preguntó con molestia -.

-¿Tomando sol? - respondió -.

-Que carajo - negó- levántate Daisy Daisy, iremos a almorzar - extendió su mano esperando a que la rubia la tomará para encaminarse al comedor -.

Ella solo subió y bajó sus hombros par tomar impulso por si sola y levantarse, el moreno frente a ella sonrió ante la expresión en el rostro de su amigo.

El corto trayecto únicamente se resumió en la molestia del chico de rulos ante la sobre reacción de los "imbéciles", quejándose una y otra vez sobre lo superficiales que podían ser y sobre cómo una persona como Daisy podía estar allí. Por el otro lado la muchacha hacía burla a su amigo en voz baja logrando que James riera.

La mesa de los "frikkis" quedó en absoluto silencio ante la presencia de una muchacha, aunque el problema no era que fuese una muchacha, sino que era Daisy Summer: la princesa de Hawkins, la niña de mamá que olía a frambuesa y sus labios siempre estaban con brillo. Automáticamente se sintió intimidada incluso estaba a punto de volver afuera pero el tirón en su brazo la obligó a tomar asiento junto al de rulos, al costado del moreno y de un muchacho con rulos y ojos verdes. Solo sonrió sin mostrar los dientes para luego bajar la mirada a sus muslos donde su mano estaba sujetada a la de Eddie.