El colapso.

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En su mano yacía aún el arma, aquella con la que había lastimado a un compañero de su escuela, aquel compañero que había visto morir

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En su mano yacía aún el arma, aquella con la que había lastimado a un compañero de su escuela, aquel compañero que había visto morir. Había muerto de la misma manera que Chrissy, ambos ya no estaban en aquel plano terrenal. Y para ser honestos, ella tampoco se sentía ahí.

Solo miraba sus manos, repitiendo la escena una y otra vez, repetía el rostro de Jason y el cuerpo de Patrick elevado.

Quería estar en su casa, acostada con su madre viendo una película en las noches libres con una taza de té caliente. Extrañaba demasiado a su madre.

Su cabeza dolía, al igual que su cuerpo, tal vez era por el frío que habían pasado en el bosque la noche entera, noche donde ella no durmió nada, no podía hacerlo ya que cada vez que cerraba sus ojos venía el disparo. Se sentía culpable, se sentía mala amiga, una traidora y al mismo tiempo una inútil, no podía hacer nada para salvar a nadie, nisiquiera a Eddie. Toda la impotencia llegó a su cuerpo, logrando que temblara y sus dientes castañearan, se permitió gritar y llorar, arrojó el arma al suelo para tirarse ella también, golpeando el suelo cual niño de cuatro años en un ataque de berrinche. Estaba colapsada, toda la situación estaba fuera de sus manos y cada vez veía menos esperanza en resolver algo.

El muchacho no estaba con ella, se había marchado hacia ya varios minutos intentando encontrar alguna manera de comunicarse con Dustin, Daisy no lo había acompañado, de hecho, Daisy no le hablaba, no hacía nada. Era sólo un cuerpo que él movía a su antojo, aquello le preocupaba incluso un pensamiento intruso se le cruzó por unos segundos, aquel que le decía que estaba siendo una carga. Se sintió mal consigo mismo porque ella había dejado todo por él, ella era una traidora por él, había dormido en un bote pasando frío, se había enfrentado a uno de sus amigos y había disparado un arma con tal de salvarlo. Eddie se sentía un inútil también, no sabía como arreglar el desastre que era su vida, desastre al cual sentía que estaba arrastrando a la única chica que realmente le había gustado.

Cuando la vió tirada en el suelo sollozando quiso acompañarla, quiso sentir lo que ella sentía aunque era claro que ambos sentían lo mismo, asi que imitó su acción. Se acostó en el suelo a unos centímetros de distancia e increíblemente dejó soltar lágrimas, Eddie Munson lloró,  aunque bueno, no fue solo el Eddie Munson de casi diecinueve años, fue el pequeño niño que abandonaron, aquel que le escribieron su futuro como "ladrón de automoviles", aquel niño que no obtuvo cariño materno y aprendió primero a encender un coche sin llaves antes que a escribir su nombre. Gritó, gritó tanto que su garganta dolió, la situación también lo estaba colapsando y no sabía qué hacer. Estuvieron ahí tirados llorando a la par unos cuantos minutos, tal vez fue casi una hora, se tomaron de la mano dándose un soporte, queriendo decir "aquí estoy " de alguna manera.

No fue hasta que la rubia suspiró observando el cielo que volvió a emitir un sonido.

-Nunca he acampado - su voz sonaba ronca -.

-Es una mierda para ser honestos - volteó su rostro admirandola-.

Le parecía increíble que alguien como Daissy Summer estuviese a su lado, que le haya creído desde el comienzo, que lo haya besado y amado, le parecía tan increíble que alguien tuviese esperanza en él. Sentía que a pesar de que todo era una mierda, de que el mundo se estaba acabando había una mínima esperanza porque ella estaba junto a él.

-Cuando todo esto pase iremos a acampar, y verás con tus ojos y por tu experiencia que es una mierda - sonrió cuando la chica lo miró con sus ojos brillantes -.

-¿Lo prometes? - extendió su dedo meñique, el muchacho lo tomó- No creo que sea una mierda si lo hacemos juntos - sonrió sin mostrar sus dientes - todo es mejor cuando es contigo-.

-¿Incluso esta situación? - su sonrisa disminuyó-.

-Bueno, es la primera vez que un pueblo me persigue, así que sí, incluso esta situación - bromeó para sentarse, el muchacho la imitó -.

-Dustin y los muchachos vendrán hacia aquí - comentó suavemente - no saben qué ha ocurrido, no quise decirles -.

-Oh, eso es genial, ojalá traigan comida - ignoró de lo que él quería hablar -.

La chica volvió a tirarse hacia atrás, moviéndose lentamente para cortar la distancia, luego volvió a unir sus manos. Apoyó su cabeza en el hombro del chico, cerró sus ojos e intentó dormir aunque sea un poco.

El sueño tiene tres etapas, primero nuestro cuerpo se relaja aunque nuestros ojos se mueven involuntariamente, luego nuestro cuerpo y nuestro cerebro empiezan a descansar pero cuando se encuentra en la etapa del REM comenzamos a soñar. Generalmente no recordamos nuestros sueños porque son demasiados, soñamos cosas que hemos vivido o realidades que nuestra memoria altera pero al fin y al cabo cada cosa que soñamos la hemos visto o vivido, ya sea un rostro, un lugar, una comida, una experiencia. Daisy nunca recordó bien sus sueños, salvo por el de la playa, aquel recuerdo que le hacía sentir en casa.

Sin embargo, tal como la noche donde Chrissy murió, volvió a soñar con la sangre, con un reloj, el olor a metal, una casa vieja y una araña. Oía cinco campanadas, lentas y algo tétricas. Su cuerpo estaba frente al objeto y lo que al principio era una araña se transformaron en miles, se subían a su cuerpo y caminaban, lo sentía en su piel, el sonido del reloj se distorsionaba más y más pero no podía moverse. No había nada más que una niebla rojiza, tal vez de ahi veníal el olor, creyó que si buscaba una luz en el sueño iba a despertar.

Y despertó, asustada, desorientada. Frente a ella estaba Dustin y Eddie, mirándola preocupados. Sonrió apenada al niño para luego levantarse del suelo y sacudirse la tierra y hojas.

Tras el par se encontraba Robbie, Max, Nancy, Steve y Sinclair, Lucas Sinclair. Lo conocía porque estaba en el grupo de Jason, asi que su primera reacción fue ponerse delante de Eddie, si iba a hacerlo primero debía pasar por ella.

Aquella acción hizo reír a su enamorado, debía admitir que si era cómica la situación, es decir, Daissy medía casi un metro setenta, mientras que Eddie sobrepasaba el metro ochenta, sumado a que con un empujón podían derribarla y lo había comprobado el día anterior. Pero tenía dos ventajas: habían rocas y un arma. Bueno, para ser exactos, tres: estaba locamente enamorada y ella por amor haria cualquier cosa.

 Bueno, para ser exactos, tres: estaba locamente enamorada y ella por amor haria cualquier cosa

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DAISY DAISY ~ Eddie Munson Where stories live. Discover now