Capítulo 16

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Me paso lo que queda de la tarde con Sam en el mar, metidos con el agua hasta las rodillas y la sal picándonos los ojos. Me ha obligado a sumergir las manos y hacer que el agua se eleve hasta traspasar la superficie, como en pequeñas explosiones. Lo hemos logrado, después de un tiempo, sin muchas complicaciones ni charlas innecesarias.

Casi se me pasa el tiempo y ni siquiera me he dado cuenta. Hace mucho tiempo que no hacía algo así; hace mucho tiempo que nadie me enseñaba nada. Y, ahora que alguien lo está haciendo, yo tengo ganas de quedarme todo lo posible. Pero, aunque quiero evitarlo, siempre tengo el miedo de que alguien llegue y nos vea a Sam y a mí juntos. Tengo esa voz que me susurra a mis espaldas, en el oído: «Vete antes de que te descubran».

Lo último que Sam me dice es «La próxima vez será donde yo diga», y, antes de separarnos por nuestros respectivos caminos, se da media vuelta para añadir un «Lo has hecho muy bien, Audrey». Y se va.

Camino un poco a solas por la avenida que recorre la costa, disfrutando un momento más de la tranquilidad y enviándole a Ebby mi mensaje de confirmación. Termino por llegar casi al final de la calle y pido un taxi, que me deja rozando la frontera. Diablos, cómo extraño mi Cooper. En serio debería pedir un permiso para dejarlo en el Gremio... aunque no creo que les guste mucho la idea de que pueda irme a mi antojo sin la supervisión de alguien.

Debo pasar el bosque a solas, y al final parece haber servido mi caminata con Fénix, porque recuerdo casi exactamente el camino y llego a las puertas del Gremio sin demasiado problema.

Paso unas dos semanas repitiendo lo que he estado haciendo los últimos días, con la única diferencia de que me escapo por las noches hacia los sanitarios de las chicas y me quedo bajo la ducha caliente, perfeccionando mis pequeños trucos. De todos modos, ya he aprendido lo profundo que puede ser el sueño de Ashley, y no creo que me escuche entrar de nuevo al dormitorio a mitad de la noche.

Ya se me hace costumbre: cenar, entrar al dormitorio con Ash, echarme en la cama hasta cerciorarme de que esté dormida, y después irme con cautela hasta los baños. El pasillo y los sanitarios vacíos, además de la oscuridad de la noche y el silencio del Gremio, a veces me dan tanto miedo que tengo que salir corriendo hasta meterme en la ducha. Después de la decimoquinta noche, me doy cuenta de lo mucho que deseo que salga agua fría de la ducha. Aunque, obviamente, sólo hay un grifo, con agua muy caliente.

Cuando voy a la escuela aprovecho para llamar a Sam. Siempre le cuento lo que voy haciendo y logrando, y él me felicita de una forma extraña. En realidad, lo único que quiero es que me de alguna que otra tarea, algún consejo, algún truco para hacer sola y mejorar. Pero, en vez de eso, vive repitiendo «Ya te avisaré cuando volvamos a encontrarnos. Quédate atenta».

Y en todos estos días que he estado pasando desde la última vez que vi a Sam en la playa, no hemos hecho nada en el Gremio. Es como si quisieran atrasar todo lo más posible. Noto que hay más gente en la academia; ignisios bastante jóvenes y que están más perdidos que yo en mi primer día aquí. Cada mañana llegan más y, aunque no vengan de a montones, al final es bastante considerable el aumento de alumnos.

Fénix se pasa los días averiguando por ese tal Xander que figuraba en los archivos de sus padres. Desgraciadamente, no consigue mucha información. Desde que se supo lo del incidente en las oficinas, todo está diez veces más vigilado y han puesto a más ignisios para mantener la guardia, sobre todo por las noches. Fénix aún tiene las llave del ático, y podría volver en cualquier momento para buscar algunos otros datos que nos sirvieran, pero pensamos que no es para nada una buena idea. Tendríamos que esperar a que todo este asunto se calme, a que hallen al culpable y todo vuelva un poco más a la normalidad. La ansiedad y la impaciencia se están apoderando cada vez más de Fénix, pero no podemos correr ningún riesgo. No ahora.

Hawa: Debemos salir a flote | #2 |Where stories live. Discover now