Capítulo 40

7.7K 857 44
                                    

El silencio es tan abismal que puedo oír cómo un reloj en la lejanía suena con cada cambio de segundo. Seguimos caminando por el corredor cuando noto una puerta abierta a mi izquierda; una cocina, también absorbida por las sombras. El pasillo también está lleno de pequeños retratos, pero no logro contemplar con exactitud qué se muestran en ellos. Lo único que sé es que la casa de Frank Hilton es tan tétrica y lúgubre que me eriza los pelos de la nuca.

La luz tenue sigue encendida, allí adelante, pero no puedo ver de qué habitación o parte de la casa se trata. Una escalera cae frente a nosotros en forma transversal, de modo que nos tapa un poco la luz de aquella lámpara y nos prohíbe la visión de qué hay más allá. Fénix se agazapa detrás de la escalera, al costado de los escalones y la barandilla, y todos lo imitamos cuando llegamos a su encuentro. No puedo desconcentrarme de la horrible sensación de que tengo algo o alguien a mis espaldas, hasta que se oye un chasquido y entonces una canción comercial empieza. «Encendió la televisión».

Ashley frunce el ceño, y Fénix se queda un momento con el oído atento hasta que se atreve a elevarse un poco sobre sus rodillas y asoma la cabeza sobre unos escalones. La forma en que la escalera nos esconde de la posición del hawa nos permite acercarnos más y poder ver un poco qué hay del otro lado. Fénix me observa de reojo cuando me aproximo a su lado y me levanto con cautela por echar un vistazo al igual que él.

Definitivamente era el sonido de una televisión. Contemplo cómo está apoyada sobre un antiguo mueble de baja estatura, desparramando rayos y luces por las paredes, pero eso no es lo que más llama la atención. Lo que no me deja parpadear es la figura de un hombre que está sentado en un sofá, sin nadie más a su lado. La cabeza echada hacia atrás, cansada sobre el respaldo; el cabello oscuro con ciertas canas en los laterales. Levanta un brazo agotado y cambia el canal con el control remoto mientras bebe un trago de una botella de cerveza con la otra mano...

Y ahí es cuando lo siento realmente. Ahí es cuando percibo aquel escalofrío helado que me recorre la piel incluso bajo la ropa. Creo que me sacudo un poco aunque yo no lo note, porque Fénix vuelve a mirarme de soslayo y no aparta su atención de mí.

Arruga el entrecejo y abre un poco más los ojos... y luego vuelve la mirada consternada hacia adelante, lentamente, presagiando algo.

El hawa se detiene en pleno sorbo. La botella queda un instante quieta frente a su cara, petrificada junto a su mano. La baja hacia el regazo, con nada de prisas, y entonces comienza a bajar el volumen de la televisión. Se me nublan los sentidos, me tiemblan las rodillas...

Creo que me está sintiendo.

Me obligo a respirar con calma para que mis emociones no se intensifiquen, para que él no me presencie tan rápido. Fénix se da cuenta de lo que sucede, y aún con aquella expresión intranquila, me incita a mirarlo a los ojos y sus labios gesticulan una advertencia, una petición, con tan sólo articular mi nombre.

Estoy a punto de darme la vuelta, de enfocarme en algo más... pero la cabeza del hombre frente a nuestras narices comienza a girar hacia un costado como un animal que percibe que se acerca una presa. La mirada se clava fija en un punto indeterminado de la pared cuando, de repente, se pone de pie hacia nosotros.

No sé en qué momento me levanto y me enfrento a su ataque, pero recibo el torbellino de hielo para enviarlo hacia un costado cuando Fénix se incorpora y una ráfaga de luz empuja al hawa contra la ventana. El hielo cambiado de dirección comienza a propagarse por la pared a mi lado al mismo tiempo en que una grieta en el cristal de la ventana comienza a dibujarse hacia abajo. El hawa se pasa una mano veloz por el abdomen, apagando una llama que quedó ardiendo en su camisa antes siquiera de que yo llegue a ver que de verdad quedó resto de fuego allí. Mientras observo eso, algo borroso y rápido pasa a mi lado. Marshall se acerca a Frank mientras él aún está atontado por el abrupto golpe y la inesperada sorpresa, y aunque el hawa levanta una mano en la preparación de otro disparo, Marshall reacciona primero y le pega un golpe en la cara con un puño enrojecido y chispeante.

Hawa: Debemos salir a flote | #2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora