Capítulo 43

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Seymour Foissard disfruta de la aflicción del momento, puedo leerlo en su rostro aunque mantenga los labios hechos una fina línea recta. Jota tambalea hacia adelante cuando Brett lo empuja por detrás y lo expone en medio de todos, y parece que está a punto de echarse a llorar cuando intercambia mirada con Fénix, quien junta las cejas con dolor y sacude levemente la cabeza. Marshall se ve bastante calmado, pero Ash... Ash tiene la misma expresión que Fénix, el mismo sentimiento de engaño y traición.

—Mi sobrina... —empieza a tartamudear Jota en un intento de excusarse con rapidez— Me amenazaron con ella... Dijeron que si yo no lo hacía iban a...

No sé bien quién lo empuja hasta que cae de rodillas al suelo y Seymour se alza a sus espaldas, observándolo allí en el piso como una insignificante cucaracha.

—Pensamos que ibas a ser de mejor ayuda, Joshua —musita él, todavía con la voz inmutable y aterradora—. Pensamos que ibas a ser útil y conseguirías la información que te pedíamos... —frunce los labios por un instante y rueda con pereza los ojos hacia arriba, y yo recuerdo entonces el desorden ocasionado en la oficina como si no se hubiera encontrado lo esperado— Pensamos que de verdad te importaba tu sobrina.

Entonces Jota se vuelve hacia él con una desesperación indescriptible, con una mirada de profundo pánico, y comienza a rogar a sollozos que no hagan nada con ella mientras parece que pretende perseguir al líder de rodillas. Seymour le echa un vistazo a Brett mientras se aleja y éste capta la orden para empujar a Jota de una patada y lograr que se calle.

Soy consciente un momento más tarde de que se me escapó un paso hacia adelante, hacia él, para ayudarlo.

—Cuéntales, Joshua. Cuéntales a tus amigos qué encontraste en los archivos del Gremio.

Jota titubea, y mira a Seymour, pero no a Fénix. Es como si se atreviera más a enfrentarse el líder del Círculo que a su propio amigo. El labio le tiembla cuando vacila y Fénix hace un esfuerzo sobrehumano para observarlo con una indiferencia dura.

—Dilo, Jota.

Él hace un amague para ponerse de pie, pero parece que prefiere no volver a tener la oportunidad de ser empujado o pateado hacia el suelo.

—Sé... sé que estabas buscando más datos sobre tus padres... junto con Audrey —añade con un rápido vistazo hacia mí—. No sé qué habías hallado pero supuse que no era mucho cuando quisiste ir a interrogar a Bob. Yo... yo sí encontré algo importante en el Gremio, cuando pude meterme en la oficina de Kendrick por un instante y él salió a despedir a Danna, que me acompañaba. Había ido a buscar otros datos... los horarios del portón, de las vigilancias, cuántos novatos ingresaron, cuándo comenzaban las lecciones de Audrey... —un carraspeo de Seymour y entonces Jota se silencia—. Pero había una página, Fénix; una página arrancada metida entre tantos otros papeles que se guardaban allí. Por alguna razón me llamó la atención, y cuando la leí no tardé demasiado en saber que esa clase de información no se almacenaba allí, sino arriba, en el ático. La guardé en mi bolsillo y una noche intenté llevarme las llaves del ático para devolverla en su lugar, porque sabía que tú y Audrey irían allí... pero nunca las encontré.

Porque Fénix se las había llevado primero. Me distraigo un instante de Jota para contemplar el estado de Fénix, pero sólo me topo con una mirada confundida, con miedo de seguir escuchando.

—¿Por qué habrías de hacer eso? —Masculla él con la voz áspera— Si los hawas fueron los causantes... ¿por qué querrías devolver la página a su sitio?

—Para que la leyeras —finaliza Jota, y entonces parece que le duele seguir diciendo lo que sabe.

—¿Para enterarme de quién fue? ¿Si estabas bajo el manejo de los hawas, por qué...?

Jota vuelve a sacudir la cabeza, mezclándolo con un jadeo.

—No fue ningún hawa, Fénix...

—Mentira —insiste él, tal vez con demasiada potencia. Tal vez... con demasiada esperanza—. Frank dijo que conocía a Xander, que le sonaba del Círculo. Y él era quien se mencionaba en los archivos...

—Muchacho, ¿por qué habría Kendrick Landport de guardar, en su propio escritorio, una página arrancada de un cuaderno de archivos que pertenecen a la información no tan importante del ático?

La voz de Foissard corta el aire como una navaja y deja a Fénix en silencio mientras parece que se libra una batalla dentro de él. Pero es cierto... me habían dicho que la información guardada en la oficina del líder era privada, importante. No era un sitio donde se necesitaría esconder datos de los ignisios que habían existido en Auferte; esa clase de información se almacenaba en el ático... ¿por qué Kendrick la tendría almacenada en su propia oficina, mezclada con otros asuntos?

Los ojos de Fénix vuelven a cobrar lucidez cuando se desenfoca de sus acelerados pensamientos, pero mantiene la mirada gacha y percibo que aprieta un poco los puños.

—¿Qué diablos decía la página?

Jota traga saliva.

—Hablaba sobre la muerte de tus padres... de quién había sido la culpa.

No sé exactamente si es la tenue iluminación de la sala, la constante presencia de Seymour contemplándonos como si no permitiría por nada del mundo que nos escapáramos, las rodillas y manos de Jota contra el suelo o el frágil estado emocional de Fénix... pero siento que sería mejor si no dijera nada. No sólo lo siento, lo sé. Lo sé en cuanto descifro las emociones que corren tras la mirada oscura y triste de Jota.

—De Xander —dice Fénix, medio como pregunta y medio como acierto.

—Sí.

La mano de Fénix se cierra sobre la silla, donde Frank aún se mantiene sentado al margen, y hace tanta fuerza que se le ponen los nudillos blancos.

—Quiero que me digas quién es, Jota —insiste—. ¡Quiero que me digan quién demonios es! Por qué lo ha hecho y dónde diablos puedo encontrarlo para matarlo yo mismo.

Esa palabra me pega en el pecho. «Matarlo». Matar. Me gustaría creer que sólo es algo dicho por la furia del momento, pero últimamente me he dado cuenta de que no debo dudar de la determinación de Fénix. No en asuntos que lo conciernen tanto como éste, que lo... transforman tanto.

—Yo sé quién es ese Xander —sisea Seymour, todavía sumergido en las sombras, y aún así se roba por completo la atención de todos.

—Pues dime dónde está. Quiero conocerlo —espeta Fénix, todavía amarrado al respaldo de la silla como si quisiera partirlo en dos.

—Ya lo hiciste —por primera vez creo ver sonreír al líder con más malicia y diversión que antes, con más entusiasmo que sus anteriores sonrisas perezosas... y entonces es ahí cuando me doy cuenta de que por alguna razón no voy a querer estar presente cuando lo diga. Pero no puedo desaparecer, no puedo esfumarme, así que sólo soy capaz de agachar la cabeza y cerrar los ojos a tiempo—. Eres tú. 



No falta nada para el final

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No falta nada para el final. Antes de que sea hora, me gustaría que comenten qué les parece que va a pasar ♥

¡Los leo a todos y espero buenas y locas teorías! Jajajaja.

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