Capítulo 34

11.4K 1.2K 255
                                    

El olor a menta me hace despertar de una forma suave y para nada desagradable. Casi olvido dónde estoy, y cuando abro los ojos espero encontrarme con la cama de Ashley a mi lado con ella encima y todas las sábanas desparramadas. Sin embargo, la realidad me toma por sorpresa y me recuerda cuál es este lugar cuando ya dejo de vagar por los sueños. No me cuesta nada despertarme cuando observo bien qué tengo en frente; no es la cama y el cuerpo echado de Ashley, sino un rostro tranquilo, sereno, sumamente calmado. Son cejas oscuras, cabellos castaños despeinados, una nariz respingada, unos labios anchos, finos y rosados. Son unos párpados cerrados y una respiración tan lenta que le dan un aspecto infantil, vulnerable, cuando duerme.

Sus ojos comienzan a parpadear luego de unos minutos y a mí se me encoge un poco el estómago cuando Fénix me mira, cuando noto cómo el verde de su mirada sobresalta y contrasta con el resto de su rostro.

—Hola.

Es una voz tan ronca y profunda que, si pudiera tocarla con las manos, se sentiría todo rasposo.

—Buen día.

Fénix se estira un poco hacia su lado libre y se echa un buen bostezo mientras se restriega los ojos con una mano. Al final se queda viendo un punto indeterminado de la pared y a mí me da tanta gracia su estado adormilado que se me escapa una sonrisa. Parece esforzarse por mantener los ojos abiertos, como si observar a la pared vaya a despertarlo.

Estoy a punto de decirle algo al respecto, pero no puedo. Sólo me mantengo de costado mientras lo contemplo, y entonces él se percata de ello y mueve la mirada hacia mí con las cejas alzadas.

Se le estira una comisura.

—¿Qué me miras tanto?

Encojo un hombro, ese que no está contra el colchón.

—Me doy cuenta de que me gusta cómo estás cuando recién te despiertas —confieso.

—¿Despeinado? ¿Con los ojos chinos? ¿Como un vagabundo saliendo de la resaca?

—No —sonrío con flojera—, como un niño bien pequeño.

—Creía que de los dos eras tú la que se parecía más a una niña —bromea, y entonces comienza a observarme de la misma manera detallista en que yo lo observé a él—. Si tan sólo te vieras; hecha una bolita con las manos juntas mientras me miras con esos ojos grandes.

—Lamento el acoso.

Le saco una carcajada alegre y entonces él me quita un mechón de pelo que comenzaba a caerse sobre mi cara.

—No, me da ternura.

Estiro un poco las piernas y me acomodo mejor mientras pasamos otro momento en silencio, aún en ese intento de despertarnos por completo.

—¿Estás mejor? —pregunta al cabo.

—Sí... —susurro, pero como no quiero que volvamos a hablar del asunto, cambio de tema con un chiste— al menos nadie vino a buscarnos con golpes en la puerta.

—Yo saldré ahora a ver cómo está todo, pero tú quédate aquí por las dudas —dice, y asiento con la cabeza mientras me lo pienso—. No van a echarte, tranquila. No van a hacerte nada mientras Kendrick quiera mantenerte con nosotros.

—Tal vez sí, pero de todos modos no creo que me quede mucho tiempo, debo admitirlo. ¿Qué pasa si nunca encuentran al verdadero traidor? Seré el blanco de todos hasta que...

Hawa: Debemos salir a flote | #2 |Where stories live. Discover now