Capítulo 31

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Al final puedo convencer a Ashley para que informe que yo me quedaré tiempo extra en la escuela para terminar ciertos deberes... En realidad, no le cuesta mucho aceptar estando muy adormilada en la mañana y feliz por estar desayunando en la cama. Fénix no se mostró insistente en mantenerme bajo su vigilancia después de sospechar de Kendrick, así que, después de mi última clase, salgo caminando hacia las tiendas de la ciudad. El cielo está despejado y muy soleado, y yo trato de dejar a un lado todo aquello que me carcome la cabeza día y noche y finjo que hoy soy una chica normal. Una chica común y corriente que sale de la escuela para ir a elegir el vestido de su graduación, que se toma un tiempo en recorrer vidrieras y disfrutar de un paseo a solas.

Entonces, con la mente puesta en el baile, comienzo a debatir con quién iré. Hace un tiempo, en los pasillos del instituto, oí hablar a todas las chicas acerca de quién iba a acompañarlas. Incluso Ebby me contó que planeaba ir con Jim, ya hace bastante tiempo. Todos se preocuparon por encontrar pareja apenas comenzó el año... ¿Cómo diablos voy a hallar a alguien disponible tan tarde?

Bueno, ahora no tengo tiempo para eso. Sacudo un poco la cabeza como si así fuera a ahuyentar aquellos pensamientos y vuelvo a mi labor. Sigo buscando el lugar ideal donde pueda encontrar mi vestido, y a un precio justo. No tendré dinero ahora, pero eso no quiere decir que deba pagar cualquier precio sólo porque luego tendrán que pagarlos mis padres y no yo.

Mamá va a ponerse triste. Sé que a ella le habría gustado elegir el vestido conmigo, sé que a ella le habría gustado ponerse a hablar del baile. Quizás debería sólo echar un vistazo y hacerme un espacio en la agenda para que venga a elegirlo conmigo. Todo se ha vuelto increíblemente extraño desde la última vez que la vi, con la gran herida en su abdomen. No toleré verla así, simplemente no pude. Pero ahora la extraño. La extraño cada minuto que no estoy con ella. ¿Cómo se puede no extrañar a la persona que estaba todos los días junto a ti, cuando de repente ya deja de estarlo?

Ella sabe que estoy en el Gremio, ella sabe que esto me hará bien. Si aún llegamos a tener tiempo libre antes de meternos en la casa de Frank, debería llamarla y, quizás, reunirme con ella.

Me detengo en un local de ropa formal. Muy formal. Por fin encuentro una tienda con trajes y vestidos de fiesta, así que observo las muestras de los maniquíes antes de entrar. Los vestidos no son exactamente de mi tipo, pero adentro debe haber muchísimos más. Me quedo entonces comparando los precios cuando una voz pronuncia mi nombre a mis espaldas.

—¿Audrey?

Alzo la mirada, aún hacia la vidriera, y entonces veo su reflejo en el cristal. Creo que me quedo estática, y él sigue igual: con el cabello corto, la dulce sonrisa, el uniforme de policía.

Me giro hacia él, boquiabierta.

—¿Clark?

Él sólo sonríe; sonríe y me abraza con una velocidad lenta pero placentera. Me toma entre sus brazos y me lleva hacia su pecho mientras se ríe en voz baja y yo siento sus contracciones. No sé cómo reaccionar exactamente. Le devuelvo el abrazo, y lo disfruto con todas mis ganas, pero no entiendo casi nada. No sé qué sabe él de mí, no sé qué piensa que estoy haciendo. Pero por la reacción que tiene al verme, intuyo que no está enterado de mucho.

Cuando nos separamos —y eso que nos cuesta hacerlo—, Clark todavía se queda mirándome con aquella cálida sonrisa y aquel particular brillo en sus ojos.

—Por el amor de Dios —suspira—, ¿hace cuánto que no te veo?

—Demasiado —respondo, devolviéndole la sonrisa—. Más de lo que puedo tolerar...

Clark deja salir una carcajada y me aprieta el hombro con afecto. Yo creo que nunca había extrañado tanto su tacto, su presencia, cómo sonaba su risa.

Hawa: Debemos salir a flote | #2 |Where stories live. Discover now