Capítulo 30

13.1K 1.2K 288
                                    

Todo se siente más frío cuando salimos hacia el bosque, y estoy segura que se debe a Bob y el miedo que todavía debe estar corriendo por sus venas. Sin embargo, nadie objeta nada ni se queja. Jota nos espera con los ojos un tanto más abiertos, en espera de una explicación.

Durante el camino, Marshall se dedica a explicarle a Jota todo lo que acaba de suceder. Yo todavía dudo; dudo de todo. Nos vemos forzados a estar constantemente trazando un nuevo plan, siempre dando un paso después de otro sin haber logrado con éxito el primero. Y, aunque la nueva idea de Fénix es buena a pesar de ser algo improvisada y urgente, no me deja muy tranquila la idea de entrar a la fuerza en una casa, una propiedad privada, y... ¿tomar a alguien de rehén? Por Gea, nunca creí que fuera a estar obligada a participar en algo como eso. Así no soy yo... no sé si así serán los ignisios.

—¿Preocupada?

Fénix se acerca para caminar junto a mí, casi rozándome el hombro.

—Aún procesando toda la información —corrijo, mirándolo—. Todo lo que sucedió allí fue muy... repentino.

—Lo sé —concuerda—. Creo que nadie se esperaba todo eso.

Asiento con la cabeza, mientras regreso mi mirada hacia el camino.

—Perdón por lo que hice ahí —suelta en un murmuro.

—¿El qué?

—Todo... lo que le hice al hawa —lo dice en voz baja, y suena como una mezcla entre estar apenado y no estarlo; entre sentirse mal por haber maltratado a un hombre, pero sentirse a gusto por haber maltratado a un hawa—. Sé que no te gustaba ni te sentías cómoda con la situación. Lo notaba en tu rostro.

—Hiciste bien —suelto, y él vuelve a observarme con atención. Trato de verme convincente mientras me sorprendo bastante de mí misma—. Había que hacerlo... Alguien tenía que hacerlo, tú te atreviste.

—El enfado suele jugarme en contra.

—O te ayuda.

Fénix exhala aire por la nariz mientras seguimos caminando bajo el manto blanco de la luna obstruido por los árboles.

—Otra vez, no encontramos nada de información sobre lo que queríamos.

—Ya lo haremos —digo, y necesito decirlo en voz alta y necesito oírme a mí misma para creerlo—. Tengo la corazonada de que este es el último paso —dejo la frase en el aire y entonces no puedo evitar verlo de reojo. Una extraña sensación de apriete me sube por la garganta—. ¿Sigues...? ¿Sigues con la idea de vengarte de quien lo haya hecho?

Ni siquiera puedo decirlo explícitamente. Aunque quiero que Fénix me lo confirme una vez más, yo sigo segura de que aún quiere vengarse de quien haya sido el culpable del asesinato a sus padres.

—Sí —responde. Severo, rápido, conciso. Aprieta la mandíbula—. Hacerlo es una de las pocas cosas que me mantiene en pie.

Entonces, me mira. Pero no me mira como lo hizo antes; lo hace con todo el descaro del mundo y sin miedo a verse imponente. Yo, como no había podido hacer hace mucho tiempo, le sostengo la mirada. Me conecto con esos ojos a los que antes no podía aguantarles la intensidad.

Hace algún tiempo atrás me habría resultado inquietante, imposible de tolerar por mucho tiempo. Pero ahora... ahora me provoca una sensación cálida de familiaridad. Ahora, que me mire así y yo lo mire de la misma forma, me llena de reconforte.

Hawa: Debemos salir a flote | #2 |Where stories live. Discover now