| | «C a p í t u l o 13» | |

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I

Un par de horas más tarde, me reúno con Dorian en uno de los tantos pasillos que conforman el ala dedicada a la diversión de los miembros de la corte. He tenido que improvisar mi aparición con un Zanni similar al que se me había otorgado porque no recuerdo dónde fue que dejé caer el original. De todas formas, creo que se rompió.

Frente a mis ojos, mi protegido no muestra señal alguna de un cambio: no está agitado, despeinado o sudado. Su piel emana el dulce aroma de una colonia floral y porta una actitud tan apática como durante el espectáculo en la sala del trono.

Los hermanos Vane caminan a su lado. James parece indiferente a la situación, quizás incluso decepcionado ante la falta de interés de su cliente; Sibyl, en cambio, se aferra con fuerza al brazo de Dorian como si no quisiera dejarlo marchar.

Los saludo con una reverencia de mi cabeza antes de anunciar que el rey nos está esperando en el comedor y que deberíamos darnos prisa. Con cortesía, el dúo se ofrece a guiarnos a través del laberíntico palacio. Yo acepto, claro, solo porque sé que Dorian no quiere que lo haga.

He recorrido el sitio en mi estado intangible y sé exactamente dónde se encuentra nuestro destino. Pero si la compañía de estos jóvenes molesta a mi protegido, entonces debo asegurarme de que pasen con nosotros tanto tiempo como les sea posible. Cualquier mínimo ápice de diversión a costa del joven Gray vale la pena.

Atravesamos los abarrotados recovecos de la construcción, cegados ante el mal gusto que nos rodea sin importar dónde nos encontremos.

La amplitud del edificio hace que nos tome casi quince minutos llegar al comedor. No entablamos diálogo alguno durante el trayecto, salvo por alguna observación ocasional sobre camino que estamos tomando. Yo aprovecho este silencio para analizar la mente de los Vane. Pronto descubro que sus vidas y pensamientos no me interesan en lo absoluto.

No conocen a sus padres, pero están seguros de que son diferentes. Han nacido como fruto del trabajo sexual de su madre en las mismas habitaciones que ellos ahora utilizan a pedido del rey. Ignoran cómo es el mundo fuera del palacio y su monótona existencia se limita a la rutinaria vida de la corte, entre ensayos teatrales, comodidades y encuentros carnales con miembros de la nobleza. Son aburridos de pies a cabeza.

Cuando estoy por abandonar mi incursión mental, descubro que la chica tiene un sueño, una meta escondida en lo más remoto de sus pensamientos. Esbozo una sonrisa bajo la máscara —que por suerte nadie puede ver— y me apropio de aquel deseo. Lo hago visible en su percepción inconsciente. En palabras silenciosas que ni siquiera ella puede oír, le susurro que debe luchar por lo que quiere, que la vida es breve y que Dorian es su oportunidad. Espero que mi influencia sea suficiente como para añadir un imprevisto en los planes de mi protegido.

Contengo una carcajada y me retiro de sus pensamientos. Hemos llegado a destino.

 Hemos llegado a destino

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Corromper a Dorian Gray  (CDLH #1) (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora