| | «C a p í t u l o 15» | |

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I

Dorian ha ocupado su mañana frente al mapa que está colgado en su despacho. Recibió al amanecer una carta de su enviado en el reino de Idhurth con el primer listado de criaturas que podrían interesarle. Algunas están en venta y otras todavía no; un par de ellas son apenas rumores salvajes, pero que quizá valga la pena investigar al respecto.

El joven adhiere trozos de papel al mapa, cada uno posee el nombre de la criatura. Ha descartado varias, pero tiene al menos doce que llaman su atención. Mi protegido nunca ha salido de Alangtrier y sus conocimientos de geografía son nulos, así que esto le toma varias horas.

Podría ayudarlo. De hecho, si me lo pidiera, quizá le daría una mano. Pero conozco su orgullo y sé que no lo hará.

A este paso, no acabará hasta el anochecer. Supongo que he descubierto en qué sentido Dorian Gray es imperfecto. No puede siquiera diferenciar el significado de las distintas líneas y símbolos cartográficos, ¡y eso que ha sido educado por los profesores particulares del reino! La frustración se lee en su rostro. Esto es absurdo e hilarante.

—¿No tiene usted algo mejor que hacer? —me pregunta por tercera vez.

—No, mi querido Dorian. Disfruto del espectáculo que tus falencias me brindan. —Cruzo mis piernas y sonrío. He pasado las últimas horas sentado sobre el borde del escritorio. Sería más práctico si me volviese intangible, pero sé que mi presencia física le resulta insoportable, así que la mantengo.

—¿Dónde demonios queda la aldea de Glabwer? ¡No sale en este maldito mapa! —Comienza a perder la paciencia.

—¡Ah! Es un poblado diminuto, no me sorprende que no aparezca —recuerdo. Lo he visitado hace un par de años—. La última vez que estuve por ahí, tenía apenas una centena de habitantes. Más que aldea, es un puñado de casas construidas dentro de los troncos secos de Ents que llevan años muertos. Es muy pintoresco pensar que esos humanos viven en el interior de cadáveres, ¿no? —sugiero.

—¿Dónde demonios queda? —insiste Dorian, con poca paciencia.

—Déjame recordar —cierro los ojos por un momento y traigo a mi mente el paisaje. Luego, me pongo de pie y camino hacia mi protegido. Coloco una mano sobre su hombro y con la otra señalo un punto—. Aquí más o menos, en medio del bosque Bouletine, cerca del lago de las ninfas.

El joven Gray clava el alfiler a través de mi dedo a modo de represalia por rozar su hombro. Sonrío, me gusta cuando me desafía de esta forma. Él sabe que este cuerpo es falso y que, por lo tanto, no sangra ni siente dolor, pero con un gesto diminuto como el de recién me recuerda su desprecio por mi persona.

—De nada —respondo.

—De nada —respondo

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II

Allan Campbell nos convoca poco antes del mediodía. Insiste en que somos nosotros los que debemos ir hasta él, aunque no ha especificado el motivo. Envía a Botsy a la mansión, con una montura doble para la ocasión. Como nuevo socio de Dorian Gray, tengo mis privilegios.

Corromper a Dorian Gray  (CDLH #1) (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora